17 septiembre, 2013
05 septiembre, 2013
¿Qué demonios es eso? Misteriosa estructura aparece en la selva peruana
No es un árbol en medio de un corral de caballos del mundo de los insectos, tampoco el Stonehenge de la entomología. Lo cierto es que esta imagen ha estado rondando por la red todo el día y nadie ha podido identificar lo que es, incluso los más reconocidos entomólogos a los que se ha consultado.
Estas imágenes han sido capturadas por Troy Alexander, un estudiante graduado del Instituto de Tecnología de Georgia (EEUU) que actualmente colabora como investigador voluntario en el Tambopata Research Center, una sede de exploraciones de la naturaleza y la vida silvestre amazónica, ubicada en la Reserva Nacional de Tambopata.
La primera de las estructuras fue observada sobre la parte inferior de una carpa azulada el pasado 7 de junio. Tenía la forma de una cerca de dos centímetros de diámetro rodeando una pequeña estaca puntiaguda en el centro. Al principio pensó que se trataba del capullo de una polilla que no llegó a desarrollarse por completo. Luego, Troy observó esta misma estructura en tres oportunidades más en los troncos de los árboles de la selva y como ni el ni su tutor tenían idea de lo que era, publicó la foto en Reddit con el fin de que otros científicos en el mundo pudieran analizar las fotos e identificar lo que realmente es esa estructura.
Hasta ahora, todos los científicos (biólogos, entomólogos, arcanólogos, entre otros) que han sido consultados o han dejado sus comentarios en las distintas páginas y redes sociales donde se han publicado las fotos no han logrado identificarlo. Las posibilidades rondan entre el capullo dejado por alguna polilla de la familia Bucculatricidae, el nido de una araña nueva para la ciencia (posiblemente de Marte xD) o una especie de hongo desconocido hasta ahora.
Lo cierto es que el misterio sigue sin ser resuelto.
Vía | WiredScience.
La tuberculosis emergió en África hace 70.000 años
Hace unos 10.000 años, la población humana sufrió una transición demográfica importante: pasó de una vida nómada basada en la caza y la recolección —a través del empleo de armas y herramientas hechos a base de piedra— hacia una vida sedentaria, gracias al descubrimiento de la agricultura, la ganadería y el perfeccionamiento de la pesca. Esta transición además se caracteriza por el aumento vertiginoso de la tasa de natalidad humana, el hacinamiento de las poblaciones en pequeñas aldeas y la aparición de muchas enfermedades infecciosas que hoy aquejan a millones de personas en todo el mundo.
Una de las enfermedades más comunes de las ciudades densamente pobladas es la tuberculosis (TBC), causado por un diminuto organismo de forma bacilar llamado Mycobacterium tuberculosis (MT). Esta bacteria mata aproximadamente 1,5 millones de personas cada año, con una tasa de mortalidad del 50% si los pacientes no reciben el tratamiento. Y por si fuera poco, cada año aumentan lo casos de personas que contraen la versión más temible de la bacteria, una que es capaz de soportar el ataque de los antibióticos más potentes que existen en el mundo y que provoca la llamada tuberculosis extremadamente drogorresistente (TB-XDR).
Por muchos años se creyó que la tuberculosis apareció en la transición demográfica del neolítico (TDN). Los humanos empezaron a exponerse a los virus, bacterias y otros parásitos presentes en los animales que habían domesticado. Luego, estos microorganismos adaptaron su ciclo de vida al nuevo hospedero —el hombre— para que finalmente aprovecharan del hacinamiento en el que vivían y los viajes que realizaban entre una aldea y otra para diseminarse rápidamente por distintas regiones.
Sin embargo, un estudio publicado esta semana en Nature Genetics, por un grupo internacional de investigadores dirigido por el Dr. Sebastien Gagneux, sitúa el origen de la tuberculosis 60.000 años antes de la TDN, en el continente africano.
Lo que hicieron Gagneux y su equipo fue secuenciar el genoma de 259 cepas de M. tuberculosis aislados en diferentes partes del mundo para caracterizar su diversidad genética y reconstruir su historia evolutiva. Grande fue su sorpresa cuando compararon el árbol filogenético de la bacteria (Fig. c) con el árbol filogenético humano (Fig. d) y vieron lo siguiente [Clic para ampliar la imagen]:
Comas et al. (2013) Nature Genetics doi: 10.1038/ng.2744
Ambos árboles se corresponden mutuamente como si estuvieran frente a un espejo: presentan la misma topología y la misma distribución geográfica. Esto sugiere que M. tuberculosis infectó a las primeras poblaciones humanas en África.
Usando unos modelos matemáticos y estadísticos, los investigadores estimaron que este primer contacto entre la bacteria y el hombre se dio hace 70.000 años, mucho antes de que los humanos empezaran a domesticar animales. Las cepas de M. tuberculosis de esa época eran mucho más inofensivas comparadas con las actuales, y fue los cambios en el estilo de vida de las poblaciones humanas durante TDN lo que favoreció el desarrollo de su virulencia y agresividad.
Sin embargo, M. tuberculosis aún presenta características típicas de las enfermedades más antiguas de la humanidad, tales como: un periodo de latencia prolongado (puede pasar meses, incluso años, antes de reactivarse) y una progresión de la enfermedad bastante lenta.
Referencia:
Comas, Iñaki, Coscolla, Mireia, Luo, Tao, Borrell, Sonia, Holt, Kathryn E, Kato-Maeda, Midori, Parkhill, Julian, Malla, Bijaya, Berg, Stefan, Thwaites, Guy, Yeboah-Manu, Dorothy, Bothamley, Graham, Mei, Jian, Wei, Lanhai, Bentley, Stephen, Harris, Simon R, Niemann, Stefan, Diel, Roland, Aseffa, Abraham, Gao, Qian, Young, Douglas, & Gagneux, Sebastien (2013). Out-of-Africa migration and Neolithic coexpansion of Mycobacterium tuberculosis with modern humans Nature Genetics DOI: 10.1038/ng.2744