12 octubre, 2020

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Los extraños siameses Chimú

Parejas teniendo sexo en diversas posiciones. Hombres con grandes penes que fácilmente les chocaría contra la frente. Animales domésticos en pleno apareamiento. Madres dando de lactar a sus hijos. Estas escenas de la vida cotidiana fueron plasmadas en las famosas cerámicas de las culturas Moche y Chimú. Pero también hay vasijas con representaciones de siameses muy poco conocidas.

Cerámicas precolombinas de gemelos siameses del Museo Larco. Fuente: Wikimedia Commons.

Se estima que uno de cada 75 000 nacimientos puede resultar en gemelos siameses. La causa por la que los gemelos univitelinos no logran separarse durante el desarrollo embrionario aún son desconocidas. La mayor parte se da en mujeres, principalmente, del tipo toracópago (unidos por el tórax). En varones es común el tipo parápago (unidos lateralmente por la pelvis) y parasitario (donde uno es más pequeño y depende del otro).

Lo raro es la duplicación craneofacial (también llamada diprosopia) donde el siamés presenta dos caras —parciales o totales— en un cuerpo con el tórax y las extremidades normales. Esta condición sólo aparece en el 0,4% de los casos y, dependiendo del grado de duplicación, la frecuencia puede ser mucho menor. Por ejemplo, solo se han reportado en la literatura médica siete casos en el mundo de diprosopia con duplicación de la boca.

El labio leporino y paladar hendido son malformaciones congénitas que se dan en uno de cada mil nacimientos. Una de las variantes —bastante rara— es el labio leporino bilateral, que se da cuando la hendidura se presenta en ambos lados del labio afectando la nariz. Y ¿qué tiene que ver todo esto con los siameses y la cultura Chimú? Ahora lo entenderán...

A dos cuadras de la plaza principal de Lambayeque se encuentra el Museo Arqueológico Nacional Brüning. Ahí se conservan y exhiben unas 1 400 piezas arqueológicas de las culturas Lambayeque, Moche, Chimú, entre otras. Una de estas piezas es bastante particular. Se trata de una vasija de la cultura Chimú (900 - 1470 d.C) que presenta a gemelos siameses con duplicación craneofacial, labio leporino y paladar hendido bilateral.

Vasija retrato de la cultura Chimú que posiblemente representa a gemelos siameses con duplicación craneofacial, labio leporino y paladar hendido bilateral. Fuente: Pachajoa, H. et al. (2014).

¿Qué probabilidades hay de que un recién nacido tenga todas estas extremadamente raras malformaciones congénitas a la vez? Una revisión en la literatura médica arroja ningún resultado.

El cerámico fue analizado en profundidad por un grupo de investigadores colombianos del Centro de Investigaciones en Anomalías Congénitas y Enfermedades Raras liderados por el Dr. Harry Pachajoa. Entre 2011 y 2013 llevaron a cabo un proyecto multidisciplinario para investigar las enfermedades representadas en el arte prehispánico en las costas de Sudamérica. El análisis comparativo se hizo gracias a un caso similar reportado en un congreso latinoamericano sobre malformaciones congénitas realizado en Brasil en 2013. Se trataba de un feto de veintiocho semanas de desarrollo que fue abortado debido a todos los problemas congénitos que presentaba. Los resultados fueron publicados en Twin Research and Human Genetics.

[Las fotografías del feto son muy fuertes y preferí no ponerlas].

Muchas malformaciones antropomórficas han sido retratadas artísticamente por diferentes culturas peruanas, especialmente, los Moche. Pero los siameses con duplicación craneofacial ya aparecen en algunas esculturas de Tlatilco, una antigua civilización mexicana que vivió hace más de 2 500 años. Ellos los representaban como monstruos de dos cabezas.

No obstante, Pachajoa y colaboradores son prudentes con las conclusiones porque podría tratarse de gemelos no siameses, retratados uno junto al otro, pero ambos con labio leporino y paladar hendido bilateral. "Si bien reconocemos que es posible que esta antigua vasija artística podría ser la representación de un defecto de la línea media en gemelos por lo demás normales, aún así nos gustaría pensar que es una evidencia real de un evento mucho más raro", concluyen los autores del estudio.

Nota: Harry Pachajoa y Carlos Rodríguez han publicado un fascinante libro llamado "Defectos congénitos y síndromes genéticos en el arte de las sociedades Tumaco-Tolita y Moche", con muchas fotos.

Referencia:

Pachajoa H, Hernandez-Amaris MF, Porras-Hurtado GL, Rodriguez CA. Siamese Twins With Craniofacial Duplication and Bilateral Cleft Lip/Palate in a Ceramic Representation of the Chimú Culture (Peru): A Comparative Analysis With a Current Case. Twin Res Hum Genet. 2014; 1-4. doi: 10.1017/thg.2014.20

02 octubre, 2020

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¿Virus contra la tuberculosis?

No sólo los humanos sufrimos de enfermedades causadas por virus. Las bacterias también son infectadas por estos diminutos organismos que se encuentran en el limbo entre lo vivo y lo inerte. Los virus que atacan a las bacterias se llaman bacteriófagos (o simplemente fagos). Son las formas de vida más abundantes del planeta con una población estimada en diez billones de trillones (1031) de individuos. Un número muy superior a la cantidad de estrellas que hay en el universo.

‘Selfies’ de diferentes tipos de fagos. Fuente: Atamer, Z. et al (2013).

Los fagos son tan abundantes que, si hiciéramos una fila con ellos, esta mediría 100 millones de años luz. La fila de fagos sería suficiente como para cubrir la distancia entre nuestro planeta y la galaxia Andrómeda (a 2.5 millones de años luz), unas 20 veces ida y vuelta.

Los fagos actúan de forma similar a los virus humanos. Primero, reconocen específicamente a la bacteria que van a infectar. Se posan sobre su superficie tal como lo haría una sonda espacial aterrizando en un planeta. Inyectan su material genético (ADN o ARN) dentro de la bacteria, para infiltrarse en su genoma (profago). Puede permanecer como polizonte por muchas generaciones, diseminándose silenciosamente entre todos los descendientes de las bacterias infectadas. Una condición de estrés despierta al profago de su letargo y convierte a la bacteria en una fábrica de fagos. Finalmente, el hospedero no soporta la presión y explota liberando millones de fagos quienes buscarán a nuevas víctimas para reiniciar su ciclo de vida.

¿Se dieron cuenta? Podríamos usar a los fagos para infectar y exterminar bacterias que nos provocan graves enfermedades, como la tuberculosis (TBC). Esta enfermedad es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis y en el Perú es un grave problema de salud pública debido al alto número de casos de TBC multidrogo-resistente (TBC-MDR) y TBC extremadamente drogo-resistente (TBC-XDR).

Mycobacterium tuberculosis. Fuente: CropWatch.

La TBC se cura mediante un largo tratamiento con cuatro antibióticos comunes. Hay casos en los que estos antibióticos no funcionan debido a que el paciente no cumplió con el tratamiento (se sintió mejor y dejó de usarlos) o la dosis no fue la adecuada. Esto provoca que las bacterias que sobrevivieron al ataque químico inadecuado se reproduzcan y generen una TBC resistente a estos antibióticos. Esta es la TBC-MDR. 

Para tratar la TBC-MDR se requiere de otros antibióticos más potentes y costosos, con peores efectos secundarios y con un tratamiento más prolongado. Hay casos en que las bacterias sobreviven a este ataque más potente. Prácticamente, se vuelven invencibles a nuestras más poderosas armas químicas. Aquí estamos frente a la TBC-XDR. En este caso, sólo una tercera parte de los pacientes sobrevive, donde el único tratamiento es extraer la porción del pulmón afectado.

El uso de fagos para el control de infecciones no es algo nuevo. A inicios del siglo XX ya eran utilizados para curar heridas y disenterías. En la década de 1930, el Instituto Pasteur y otras empresas farmacéuticas producían preparados de fagos para el tratamiento de distintas enfermedades. Pero fue el descubrimiento y comercialización de los primeros antibióticos como la penicilina en 1941 que la terapia con fagos fue dejada de lado.

La aparición de nuevas bacterias infecciosas resistentes a nuestros mejores antibióticos ha provocado que, en la actualidad, el uso de los fagos esté tomando importancia. Además, los grandes avances en la ingeniería genética permitirían modificarlos para volverlos más efectivos.

Para el caso de la TBC, lo primero es encontrar fagos que infecten específicamente a este bacilo. Se han identificado miles de micobacteriófagos, pero muy pocos son específicos de M. tuberculosis. Además estos fagos no son buenos asesinos.

Otra dificultad es que las bacterias se encuentran "protegidas" por las propias células de nuestro organismo dificultando el acceso del fago. Los macrófagos —un tipo de células de nuestro sistema inmune— las devoran pero no pueden digerirlas. Las bacterias permanecen vivas en su interior y empiezan a multiplicarse. Más células inmunes van a ayudar pero no pueden eliminar la infección, por el contrario, se aglutinan formando una masa esférica de células llamado granuloma.

Sin embargo, los fagos podrían usarse como un profiláctico (para prevenir infecciones). Si a una persona le diagnostican TBC, sus familiares y compañeros de trabajo pueden aspirar fagos específicos de M. tuberculosis. De esta manera, cada vez que las bacterias ingresen a los pulmones de las personas sanas, haya un contingente de fagos que las eliminen antes de que inicien la infección.

Referencia:

Hatfull GF (2014) Mycobacteriophages: Windows into Tuberculosis. PLoS Pathog 10(3): e1003953. doi: 10.1371/journal.ppat.1003953