…es más caro que en un país desarrollado.
Paul van Helden es director del Centro de Biología Celular y Molecular de la Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica. Hace unas semanas publicó una opinión en la revista EMBO Reports en el cual habla acerca del costo de hacer investigación en un país en vías de desarrollo, sacando importantes conclusiones.
Lo que nos caracteriza es que a pesar que el presupuesto interno es bajo —comparado con los países desarrollados—, el porcentaje que se invierte en ciencia, tecnología e innovación (CTI) también lo es, creándose una dependencia de las subvenciones internacionales. El problema es que el país beneficiado debe enfocar todos sus esfuerzos hacia temas que son prioritarios para los países de donde procede el dinero y no para satisfacer sus propias necesidades.
Por otro lado, los científicos de los países pobres son perjudicados por prácticas tarifarias desleales: los reactivos y equipos de laboratorio cuestan entre dos y cinco veces más de lo que cuestan en Estados Unidos o Europa. Entonces, el problema se traduce en dos cosas: i) bajos presupuestos destinados a la CTI y ii) altos costos para realizar investigaciones. Esto provoca que nuestros científicos reciban sueldos miserables y terminen por migrar hacia países donde les ofrezcan mejores oportunidades, provocando la famosa ‘fuga de talentos’.
Y no sólo esto. Al elaborar un proyecto de investigación para conseguir una subvención internacional, uno debe adjuntar el presupuesto aproximado que requerirá para alcanzar el objetivo. Sin embargo, los revisores, que generalmente vienen de países desarrollados, ignoran que los costos de los equipos y reactivos en nuestros países son muy altos y terminan por rechazar nuestras solicitudes creyendo que pedimos más de lo que realmente necesitamos. A parte que se nos niega el dinero, quedamos mal parados.
“Nuestros socios y proveedores de fondos de Europa y Norteamérica harían bien en tomar en cuenta este fenómeno, y deberían presionar al sector comercial para que establezcan un modelo de precios más justo para los países en desarrollo”, comenta van Helden. Además, pide que los científicos del mundo se alejen de aquellas empresas y organizaciones que obtienen grandes beneficios explotando a los investigadores de los países pobres.
Aún así tenemos una ventaja. Sabemos que nuestro presupuesto en CTI irá en aumento, tal vez de manera lenta, pero ya no se reducirá. Si hicimos grandes cosas con poco dinero, imagínense lo que haríamos cuando tengamos lo suficiente.
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