20 marzo, 2022

Perú ratifica el Protocolo Suplementario de Nagoya - Kuala Lumpur

Esta semana pasó desapercibida la ratificación del Protocolo Suplementario de Nagoya - Kuala Lumpur sobre responsabilidad y compensación respecto a los daños causados por los Organismos Vivos Modificados (también conocidos como transgénicos). Fueron 105 votos a favor, sin abstenciones ni votos en contra. ¿Qué implicancias tiene?


Recordemos que los OVM o transgénicos son organismos (animales, plantas, microbios, etc.) al que le han introducido genes que codifican características específicas procedentes de otros organismos que no necesariamente son de la misma especie o reino. Por ejemplo, maíces que resisten el ataque de plagas gracias a un gen bacteriano (Bacillus thuringiensis) o arroz que produce vitamina A gracias a un gen de maíz. Esto se logra a través de la ingeniería genética. ¡No intervienen jeringas!


Por principio precautorio, los transgénicos no se usan libremente. Requieren de una autorización basada en un análisis de riesgos: un procedimiento científico que consiste en identificar los potenciales daños y establecer medidas para evitarlos (bioseguridad). Precisamente, el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología es un tratado internacional que vela por el uso seguro de los OVM, garantizando la protección y uso sostenible de la biodiversidad, teniendo en cuenta además la salud humana. A la fecha, 173 países lo han ratificado, incluyendo Perú.

Gracias este Protocolo y los marcos normativos de bioseguridad que derivan, muchos países aprovechan los beneficios de la biotecnología, no solo los desarrollados o los que cuentan con una agricultura industrial consolidada (Estados Unidos, Argentina, Brasil, entre otros), sino también países en desarrollo, biodiversos y con agricultura familiar (Indosenia, Filipinas, Nigeria, Bangladesh, entre otros).


El Protocolo Suplementario de Nagoya - Kuala Lumpur da un nivel adicional de protección en caso que se produzcan daños (o estos sean inminentes) porque garantiza tomar medidas de mitigación y restauración, y transferir los costos a los responsables. Ahora toca trabajar en su implementación. Para eso requerimos una actualización de nuestra normativa de bioseguridad que data de 1999 y que debe ajustarse al ordenamiento legal e institucional vigente.

18 febrero, 2022

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Peces transgénicos en Perú

Fueron diseñados en la década de 1990, por investigadores de la Universidad Nacional de Singapur, para detectar contaminantes y toxinas en el agua. Pero hoy adornan las peceras de muchos hogares en el mundo gracias a sus colores llamativos que brillan bajo la "luz negra" o ultravioleta. Hablamos de los peces fluorescentes genéticamente modificados.

Estos peces poseen genes derivados de una anémona marina (Entacmaea quadricolor) y una medusa (Aequorea victoria) que les otorgan una diversidad de colores resplandecientes. Dos empresas licenciaron la patente: Yorktown Technologies de Estados Unidos (bajo la marca GloFish®, hoy subsidiaria de Spectrum Brands Inc.) y TaiKong Corp. de Taiwán. Su comercialización solo está permitida dentro de EE. UU. (no en todos los estados) y en países asiáticos. Pero el comercio de peces ornamentales es tan grande y globalizado (y muchas veces informal) que llegó a todos los rincones del planeta, incluso fuera de los acuarios y peceras.


Investigadores brasileños analizaron los cuerpos de agua adyacentes a las piscifactorías de Muriaé, el mayor centro de producción de peces ornamentales de Brasil. Cada dos meses colectaron muestras de cinco arroyos de bajo movimiento. Identificaron a los peces cebra fluorescentes, tomaron datos morfológicos y analizaron su dieta. Los resultados publicados en Studies on Neotropical Fauna and Environment revelan que los peces cebra transgénicos sobreviven y se reproducen, especialmente en temporadas de lluvia.

Cuando analizaron su dieta hallaron larvas de dípteros y hemípteros autóctonos, y en menor medida, algas filamentosas y ninfas de libélulas. Esto muestra una dieta generalista que podría generar un impacto en las poblaciones de invertebrados nativos. Además la baja presencia de depredadores autóctonos en los arroyos evaluados favorecen la supervivencia de los peces transgénicos, que al ser especies exóticas, podrían convertirse en invasoras. Para reducir el riesgo de escape, las piscifactorías deben instalar redes de nylon en los tubos y canales de descarga, así como estanques de retención de efluentes con depredadores nativos que se alimenten de estos peces exóticos.

En 2006 se reportó por primera vez el ingreso al Perú de estos peces transgénicos. Hoy las encontramos en sus diferentes variedades (cebras, labeos, tetras, monjitas, escalares y betas) y colores (verde, rojo, coral, naranja, amarillo y azul), en muchas tiendas de mascotas, a precios de van desde S/ 1 hasta los S/ 50 por individuo.

Pero, ¿no hay una moratoria? Si bien desde 2011 tenemos una ley que prohibe el ingreso y producción de transgénicos en el país, esta solo se aplica a los que van a ser liberados al ambiente con fines de cultivo o crianza. Técnicamente estos peces fluorescentes tienen un fin ornamental y viven dentro peceras y acuarios. No obstante, existe el riesgo de que alguna persona los libere en un río o lago. Por ello, se controla todas las importaciones de peces ornamentales para evitar que ingresen más individuos transgénicos. 


Sin embargo, este mercado es sumamente informal. Hay contrabando desde Ecuador y Colombia, centros de reproducción clandestina (dentro de viviendas, con estanques en patios y jardines) y venta libre por internet (Facebook Marketplace, MercadoLibre, OLX, etc) con capacidad de distribuirlos a todo el país por servicios de mensajería. Esto incrementa el riesgo de que estos peces transgénicos lleguen a cuerpos de agua donde puedan subsistir, como los de nuestra Amazonía.

Para atender esta problemática, se elaboró una línea base de nuestras especies de peces ornamentales. Se estudió su diversidad y distribución. Se identificaron especies nativas emparentadas con las que tienen variedades transgénicas. Se analizó la dinámica comercial y la cadena de valor de los peces ornamentales en el Perú. Esta información es clave para evaluar los riesgos y establecer medidas de gestión adecuadas. Pero también se requiere una normativa de bioseguridad integral, basado en evidencia, con un enfoque territorial y donde las decisiones se tomen caso por caso.

27 enero, 2022

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La proteína ‘Spike’ de la variante ómicron

La tercera ola en el Perú ha superado con creces el número de infectados de las dos anteriores juntas. Más que una ola nos topamos con una pared. La responsable es la variante ómicron que fue reportada por primera vez en Sudáfrica hace solo dos meses. El número fallecidos aumenta, pero no en la misma proporción al número de infectados gracias a las vacunas. Solo miren las gráficas publicadas por Rodrigo Parra en su Twitter. Pero no nos confiemos, el número de hospitalizados (incluyendo niños) y pacientes en UCI aumentan y están cerca de saturar nuestro precario sistema de salud.

¿En qué radica el éxito de la variante ómicron? Un estudio publicado en Science muestra, con lujo de detalles, los cambios que ha sufrido la proteína ‘Spike’ —la que usa el SARS-CoV-2 para infectar las células humanas a través del receptor ACE2— gracias a las mutaciones que ha adquirido. Los investigadores emplearon la criomicroscopía electrónica. Esta técnica permite analizar la estructura tridimensional de las proteínas y componentes celulares.

En realidad la proteína ‘Spike’ está formada por tres proteínas idénticas o protómeros (imagen A en color morado). Técnicamente es un homotrímero. Además, cada proteína tiene dos partes o subunidades: la S1, que es la que se une al receptor ACE2 de las células humanas, y la S2, que es la que permite la fusión del virus con la célula humana para infectarla. La unión entre el receptor ACE2 (en color celeste en las imágenes A y B) y la proteína ‘Spike’ se da en un lugar particular de la S1 conocida como dominio RBD (imagen B).


La variante ómicron presenta 37 mutaciones en la proteína ‘Spike’. Una mutación es un cambio en la secuencia genética que codifica cada uno de los aminoácidos que conforman una proteína. El cambio de un solo aminoácido puede modificar la estructura de la proteína, su interacción con otras proteínas o componentes celulares o inactivarlas. Cuando esto ocurre, el virus puede perder su capacidad de infectar y desaparece. A veces una mutación pasa desapercibida porque no cambia ningún aminoácido o lo hace por otro que tiene las mismas propiedades fisicoquímicas. Pero ocurren casos en que estas mutaciones le dan una ventaja al virus. 


Los científicos observaron que 15 de las 37 mutaciones se hallaban en el dominio RBD, el cual es clave para la infección del virus y que es el objetivo de los anticuerpos neutralizantes (que bloquean su interacción con el receptor ACE2) generados por las vacunas. 

La interacción entre dos proteínas (como ‘Spike’ y ACE2) es compleja. Se basa en fuerzas electrostáticas (como la de los imanes) que se pegan o repelen de acuerdo con las cargas de los aminoácidos. El cambio de un aminoácido por otro puede modificar la estructura de la proteína (incluso ligeramente), afectando su interacción con otras. Imaginen 15 modificaciones solo en el dominio RBD. 

Lo que mostraron los análisis de criomicroscopía electrónica fue que, si bien habían cambios que afectaban la eficiencia de la interacción de ‘Spike’ y ACE2, habían otros que la restituían, evitando que ómicron pierda su capacidad de infectar las células humanas. Es decir, algunas de estas mutaciones, por sí solas, serían perjudiciales para el virus, pero cuando actúan en conjunto le confieren ventajas. En este caso, también les permite evadir mejor los anticuerpos neutralizantes. Esta es la razón de por qué tantas personas, incluyendo vacunados, se están infectando.


Lo que falta saber es ¿cómo surgió esta variante? Los científicos piensan que este virus pudo haber surgido en una persona con el sistema inmunológico comprometido (como un paciente de VIH, cáncer o transplante). El virus vivió de forma prolongada en esta persona, multiplicándose y generando nuevas mutaciones. Un laboratorio viviente. Esto también explicaría por qué no provoca síntomas tan fuertes como otras variantes. De haberlo hecho, su hospedero carente de defensas hubiera muerto.

Mientras hayan personas no vacunadas, muchas por falta de acceso (como en los países africanos) y otras por creer en las teorías de los antivacunas, el virus seguirá teniendo chances de evolucionar y generar nuevas variantes. No dejemos a la suerte la aparición de un “nuevo ómicron”, pero más peligroso.

Referencia e imágenes:

Mannar, D., et al. (2022). SARS-CoV-2 Omicron variant: Antibody evasion and cryo-EM structure of spike protein–ACE2 complex. Science. DOI 10.1126/science.abn7760

24 enero, 2022

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¿Cómo eran los primeros tomates que llegaron a Europa?

Las primeras exploraciones europeas al continente americano, allá por inicios del siglo XVI, trajeron consigo muchas riquezas, especialmente, plantas que eran cultivas y consumidas al otro lado del mundo. Una de ellas fue el tomate. Hoy es la hortaliza más cultivada en el mundo. Anualmente se producen unas 180 millones de toneladas en 4.85 millones de hectáreas.

Los tomates de hoy no se parecen ni saben como los que llegaron a Europa hace 500 años. Esto se debe a que la selección y mejora genética, que se ha dado por décadas, se orientó hacia la obtención de frutos más redondos, uniformes y resistentes, que duren más en los anaqueles de los supermercados y resistan el aplastamiento. La consecuencia fue que, en el proceso, se perdieron aquellos genes y alelos que codifican mayores niveles de azúcares y compuestos volátiles, que son claves en el sabor de este fruto.

Con el fin de saber la apariencia que tenían los primeros tomates que llegaron a Europa, un grupo de investigadores neerlandeses recopiló información de herbarios, publicaciones e ilustraciones del siglo XVI. De acuerdo con el estudio publicado en PeerJ la primera descripción del tomate la hizo el naturalista italiano Pietro Andrea Matthioli, allá por 1544. Asimismo, a inicios la década de 1550, aparecieron las primeras ilustraciones de los tomates.

Las ilustraciones muestran tomates con una gran variedad de formas (alargadas y rechonchas, otras con surcos similares a calabazas) y colores (rojos, naranjas y amarillos). Esto explica su nombre italiano: pomo d’oro (manzana dorada).

Sin embargo, no se pudo determinar la procedencia ni el año exacto en el que llegaron los primeros tomates a Europa. Para acercarse a esta respuesta, los investigadores lograron aislar y analizar una pequeña porción de ADN de una muestra herborizada de tomate, que fue colectada por Francesco Petrollini en 1558, y que se conserva en el Herbario En Tibi.

Si bien solo se secuenció el 2 % del genoma de este tomate herborizado, se pudo comparar las secuencias con otras depositadas en el GenBank. El árbol filogenético muestra una relación cercana con tres variedades locales mexicanas y dos accesiones procedentes de Perú. 

La evidencia histórica apunta a que los tomates llegaron a Europa de Mesoamérica. No obstante, hoy se sabe que en el Perú también existían formas semidomesticadas y primitivas del tomate moderno, que posiblemente eran manejadas y consumidas por las poblaciones locales, pero que en algún momento de la historia se perdieron ya que se desconocen nombres del tomate en lenguas nativas andinas y amazónicas.

29 octubre, 2021

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El reto que plantea el aumento de la demanda de alimentos

China, con sus ~1400 millones de habitantes, ha experimentado un notable desarrollo social y económico en las últimas décadas. Hoy es la segunda economía más grande del mundo. Pero hay algo en los que pocos caen en cuenta: su gran demanda de alimentos, la cual depende cada vez más de las importaciones.

Entre 2010 y 2018, el valor de las importaciones de productos agrícolas de China aumentó en 78 %. La consecuencia es una mayor presión ambiental en los países exportadores, como Brasil. El país sudamericano es el principal proveedor de soya del gigante asiático. Se estima que el 43 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociado a la deforestación para el cultivo de soya se debe a las importaciones chinas de este cultivo.

Ahora imaginen lo que ocurrirá en 2050 si las tendencias se mantienen. Un estudio publicado en la revista Nature Sustainability evaluó el impacto ambiental que generará China en sus socios comerciales debido al aumento en la demanda de alimentos. El análisis se enfocó en cuatro componentes: el uso de las tierras agrícolas (para la producción de granos y pastos), las emisiones de GEI asociadas a la agricultura, el uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos y el uso de agua para riego. Los siguientes gráficos resumen los hallazgos.

Agricultura industrial o agroecología

De acuerdo con el estudio, las importaciones chinas representaron el 35 % del comercio mundial de soya en 2010 (unas 45 millones de toneladas, Mt). Para el 2050 se prevé que este porcentaje alcance el 46 % (unas 126 Mt). ¿De dónde creen que saldrá toda esa soya?

Aunque a muchos no les guste —especialmente a los grupos ecologistas— se requiere de una agricultura industrial para cubrir esta demanda. Esto implica el uso de semillas mejoradas (híbridas, transgénicas, etc.), maquinaria agrícola y agroquímicos para obtener altos rendimientos (cantidad producida por área de cultivo). De no ser por este tipo de producción intensiva se requeriría de más áreas agrícolas para producir la misma cantidad de soya. Esto se traduciría en una mayor deforestación y reducción de hábitats naturales. Sin embargo, este tipo de agricultura tiene un costo ambiental muy alto.

En nuestros días, la agricultura industrial es un mal necesario. No podemos desprendernos de ella sin afectar la disponibilidad, asequibilidad y accesibilidad de alimentos. Algunas personas creen que la solución está en la agroecología (no confundirla con agricultura ecológica) que, de acuerdo con la FAO, se basa en diez principios que devienen en una gama de prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles.



El problema radica cuando se tiene una visión esencialista de la agroecología, que rechaza frontalmente la biotecnología, la utilización de paquetes tecnológicos o la intensificación productiva. Esta visión es compartida por muchas organizaciones ecologistas, de agricultores y productores orgánicos, quienes usan la agroecología como un arma ideológica para luchar contra el modelo agroindustrial en vez de buscar la preservación de los ecosistemas y la sostenibilidad ambiental, económica y social.

Enfoque sistémico

Satisfacer la creciente demanda de alimentos y lograr sostenibilidad de la producción agraria, es uno de los mayores desafíos de las próximas décadas. Sin dudas hay que cambiar los patrones de consumo, por ejemplo, reduciendo el consumo de carnes rojas. Pero también debemos llevar la ciencia y la tecnología al campo, de la mano con los agricultores, para producir más con menos recursos.

Para lograr esto se debe tener una visión pragmática de la agroecología, que busque la conservación de la biodiversidad y la sostenibilidad ambiental, con independencia de que se basen o no en paquetes tecnológicos, incorporando los avances de la biotecnología (como la edición genética) y sin demonizar el papel de la industria. Es decir, una agroecología que no mire las herramientas del pasado sino las del futuro. Lamentablemente, la discusión sobre la agricultura se ha politizado, donde solo priman las representaciones particulares y selectivas de la realidad.

De acuerdo con el profesor Ken Giller, de la Universidad de Waheningen en Países Bajos, no existen enfoques universales ni soluciones únicas, tal como proponen los acérrimos defensores de la agroecología o de la agricultura moderna. Las condiciones locales que enfrentan los agricultores son muy variables. Se requiere un enfoque de sistemas que considere el clima, los factores biológicos (plagas, enfermedades, etc.), la gestión del suelo y del agua, las realidades ecológicas, sociales y económicas, etc.

La agricultura industrial puede adoptar varios principios de la agroecología, como la rotación de cultivos (para recuperar los nutrientes del suelo) y los cultivos de cobertura (para reducir el uso de herbicidas). Y la agroecología puede adoptar herramientas biotecnológicas para facilitar el manejo de plagas y evitar pérdidas por sequías o heladas. Lo que no podemos hacer es restringir opciones a los agricultores basados en prejuicios o miedos carentes de sustento científico. La crisis climática nos obliga a echar mano a todas las herramientas que tenemos a la mano.

29 septiembre, 2021

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Desaparece linaje de gripe por la COVID-19

Las medidas aplicadas para frenar la transmisión de la COVID-19 —como la distancia social y el uso de mascarillas— también permitió reducir los casos de gripe o influenza. Esta enfermedad respiratoria también es causada por virus, que se pueden agrupar en cuatro tipos: A, B, C y D. Los dos primeros son de importancia para la salud pública. Por ello, la vacuna tetravalente ha sido diseñada para brindar protección contra dos subtipos de gripe A (H1N1 y H3N2) y dos linajes de gripe B (Victoria y Yamagata).

Con la reducción de casos de gripe, el virus tiene menos posibilidades de adquirir mutaciones ventajosas y evolucionar. Además, las variantes menos frecuentes tienden a desaparecer al reducir sus chances de encontrar nuevos hospederos. Esto impacta enormemente en su diversidad genética, tal como se ha visto durante la pandemia.

Reducción de la diversidad genética de los virus de la gripe. Fuente: Koutsakos et al. (2021).

Las infecciones provocadas por los virus del tipo B son responsables de la cuarta parte de los casos anuales de gripe. Sin embargo, a diferencia de los virus del tipo A, no se conoce un reservorio animal: solo se transmite entre humanos. Esto constituye una desventaja para el virus porque, si no puede conseguir nuevos hospederos, se extingue. Y esto es lo que pudo haber ocurrido con el linaje B/Yamagata.

De acuerdo con un reporte publicado esta semana en Nature Reviews Microbiology desde marzo de 2020 no se han aislado ni secuenciado virus del linaje B/Yamagata. Lo que no se sabe es si realmente este linaje se ha extinguido o simplemente está "escondido" porque los virus del tipo B suelen entrar en un estado de dormancia durante largos periodos de tiempo. Se requiere un muestreo y la secuenciación más exhaustivo para poder distinguir con certeza entre la falta de detección y la verdadera extinción.

Número de secuencias depositadas en GISAID de los cuatro subtipos de virus de la gripe. Fuente: Koutsakos et al. (2021).

La posible extinción del linaje B/Yamagata abre la posibilidad de aumentar el número de dosis disponibles de vacunas para su distribución mundial al pasar de una vacuna tetravalente a una trivalente. También se podría mejorar el nivel de protección de la vacuna tetravalente al incluir otro subclado de la gripe A(H3N2) que difiere sustancialmente del subclado empleado en las vacunas actuales, aunque requeriría de ensayos clínicos adicionales.

25 agosto, 2021

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La manifestación poco conocida de la tenia solitaria

En las profundidades del intestino delgado puede habitar un extraño huésped. Parece un fetuchini tan largo como una anaconda, pero dividido en decenas de pequeños segmentos llamados proglótides. Vive anclado a la pared intestinal por unos espeluznantes ganchos y ventosas que tiene en la cabeza (si así se le puede llamar a eso). No tiene boca porque se alimenta a través de la piel. Es la famosa tenia solitaria.

Escólex de Taenia solium con cuatro ventosas y rostelo con ganchos. Fuente: CDC.

Le llaman solitaria porque no necesita de una compañera (o compañero) para poder formar una familia. Son hermafroditas. Cada proglótido maduro tiene su propio suministro de óvulos y esperma, capaces de producir unos 60 000 huevos muy resistentes que son liberados a través de nuestras heces. Al menos seis segmentos llenos de huevos son liberados cada día por una persona infectada.

Cuando los cerdos comen alimentos contaminados con heces humanas, común en algunas zonas de la sierra y selva del país, pueden estar ingiriendo los huevos de la tenia. Una vez dentro, el embrión es liberado del huevo y atraviesa la pared del intestino, alcanzando el torrente sanguíneo. A través de él viaja hacia los tejidos musculares donde forma un quiste apenas visible llamado cisticerco.

Si analizamos el cisticerco bajo un microscopio veremos a la larva con la espeluznante cabeza completamente ensamblada. Ya está preparada para que, una vez ingrese al cuerpo humano a través de un plato de chicharrón o un asado de cerdo mal cocido, se adhiera rápidamente a nuestros intestinos donde alcanza su madurez y reincida su ciclo de vida.

Tener una enorme solitaria en el intestino puede ser algo molesto, pero no es lo peor que nos puede ocurrir. A veces, lo que ingerimos no son los cisticercos sino los mismos huevecillos. Es entonces cuando la tenia solitaria nos trata como si fuéramos unos cerdos...

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Un día llega al servicio de emergencia del hospital Guillermo Almenara, en La Victoria, un anciano de 82 años, natural de Huancayo, que presentaba deterioro en sus facultades cognitivas. Cualquiera pensaría que esto se debía a su avanzada edad. Pero lo que más preocupó a los médicos fueron las convulsiones, los ataques epilépticos, la desorientación y la pérdida de la fuerza motora en la parte derecha del cuerpo. No tenía fiebre y el resto de sus signos vitales parecían normales. Sin embargo, notaron la presencia de unos pequeños bultos bajo la piel, cerca al tronco y las extremidades. Una prueba de western blot confirmó que el paciente tenía cisticercosis.

¿Serían estos parásitos los que le provocaban los daños neurológicos al anciano? Los médicos mandaron al paciente a sacarse una tomografía y una resonancia magnética cerebral para ver si habían quistes en el encéfalo (neurocisticercosis) y esto fue lo que encontraron:

Resonancia magnética nuclear cerebral. A) corte axial y B) corte coronal del cerebro. Fuente: Maquera-Afaray et al. (2014) 

La imagen es impactante. No hay que ser médico para ver claramente los quistes diseminados en ambos hemisferios del cerebro, la órbita ocular [Figura A], el tronco encefálico, el cerebelo y bajo la piel del cuello [Figura B]. En la imagen de la izquierda se ven los quistes oscuros y, en la derecha, brillantes.

Cuando las larvas alcanzan el cerebro forman quistes que pueden medir un centímetro de diámetro. El cerebro se transforma en una especie de queso suizo, provocando serios daños neurológicos en la persona, especialmente, ataques epilépticos.

La neurocisticercosis es bastante común en Latinoamérica, con al menos unos 400 000 infectados, de los cuales 30 000 estarían en Perú.

Pero lo más sorprendente de este caso no fueron los quistes en el cerebro, sino los que estaban diseminados por todo el cuerpo del anciano, comprometiendo los pulmones, el corazón, el hígado, el páncreas, la pelvis y las extremidades.

Resonancia magnética nuclear de tórax (izquierda) y abdomen (derecha). Las bolitas brillantes vienen a ser los quistes.

Resonancia magnética nuclear de pelvis. Corte tangencial (izquierda) y transversal (derecha).

Esta manifestación de la enfermedad llamada cisticersosis diseminada (CCD) es extremadamente rara. Solo un centenar de casos reportados en el mundo, la mayoría en la India donde es más común el tipo de cisticercosis subcutánea (quistes bajo la piel, por lo general, asintomáticos). En el Perú, este fue el primer caso documentado de CCD con extenso compromiso de diferentes órganos.

No obstante, a pesar que el anciano era prácticamente la nave nodriza de los parásitos, un tratamiento con albendazol y prednisona por dos semanas fue suficiente para que se recuperara. Lamentablemente, a los pocos meses de haber sido dado de alta fallece por una neumonía.

Referencia:

Maquera-Afaray J, Capaquira E, Conde L. Cisticercosis diseminada: reporte de un caso en PerúRev Peru Med Exp Salud Publica. 2014;31(2):370-4.

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Si las imágenes presentadas te sorprendieron, mira esta otra de una resonancia magnética de cuerpo completo de un paciente mongol con CCD.

CCD en un paciente de Mongolia. Fuente: Soo Yong Park et al. (2011).