06 febrero, 2019

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Empresas sancionadas por no etiquetar sus productos como transgénicos (Parte 2)

La semana pasada comentamos que dos empresas —Molitalia S.A. y Mondelez S.A.— habían sido sancionadas por INDECOPI debido a que sus productos Choco Donuts y Chips Ahoy!, respectivamente, no habían sido etiquetados como productos transgénicos a pesar que sí lo hacían en Ecuador y Bolivia.


Las resoluciones de INDECOPI establecen una multa de 10 UIT (algo más de 40 000 soles) y un plazo de 20 días para revertir la situación. Obviamente, las empresas han apelado porque en el país la norma aún no está reglamentada. Sin embargo, aquí hay un tema que falta analizar: ¿cómo saben que las mismas galletas que se comercializan en el Perú también contienen transgénicos?

Si todas las galletas fueron producidas en la misma fábrica, lo más probable es que hayan utilizado los mismos insumos. Por ello, si se han detectado transgénicos en las galletas que se comercializan en Ecuador y Bolivia, y estas han sido elaboradas en las fábricas instaladas en Perú, entonces es muy probable que las que se venden aquí también contengan transgénicos.

Pero ¿qué pasaría si las galletas fueron elaboradas en los mismos países donde se comercializan? En este caso, cada fábrica pudo haber usado insumos de diferentes procedencias, las cuales podrían no ser transgénicos.

En otras palabras, si una marca de galleta usa como ingrediente harina de maíz procedente de Estados Unidos, es casi seguro que ese insumo sea transgénico, por lo tanto deberá etiquetarlo como tal. Sin embargo, si la harina de maíz empleada para elaborar la misma galleta proviene de Perú, lo más probable es que no sea transgénico (porque aquí está prohibida su siembra) y no tendrá la obligación de etiquetarlo. Entonces, no necesariamente la misma galleta —que se puede comercializar en dos lugares diferentes— usarán los mismos insumos transgénicos. Para estar seguros, se deben analizar en el laboratorio los productos de manera independiente.

Un ejemplo de esto es lo que hacía una importante empresa avícola nacional. Los pollos que comercializaba en el mercado interno eran alimentados con maíz y soya importados de Estados Unidos y Argentina (o sea, transgénicos). Sin embargo, lo pollos que eran exportados a Japón se alimentaban con maíz y soya no transgénicas producidas localmente (en sus propias instalaciones). Algo similar hacía una empresa local de cereales. Aquellos que destinaba al mercado europeo lo hacía con base a maíz nacional (no transgénico) y lo que destinaba al mercado local, con maíz importado (transgénico).

Por esta razón, no se debería asumir que si un producto comercializado en un país es etiquetado como transgénico automáticamente el mismo producto comercializado en otro país también lo sea, a menos que hayan sido fabricados en el mismo lugar y con los mismos insumos. Necesariamente se debe hacer una prueba de laboratorio.

Por otro lado, si las empresas quieren evitar etiquetar sus productos como transgénicos deben implementar todo un sistema de trazabilidad para conocer la procedencia de sus ingredientes y saber cuáles requerirían ser etiquetados y cuáles no. Obviamente, hacer esto implica un mayor costo y solo sería ventajoso si los consumidores estuvieran dispuestos a pagar más por productos sin transgénicos.

01 febrero, 2019

Dos empresas sancionadas por no etiquetar sus productos como transgénicos

En diciembre del año pasado, INDECOPI emitió dos resoluciones: la 2625-2018/CC2 y la 2626-2018/CC2, a través de las cuales se declaraban fundadas las denuncias hechas por la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (ASPEC) contra Mondelez S.A. y Molitalia S.A., por no haber etiquetado como transgénicos sus productos Chips Ahoy! y Choco Donuts, respectivamente.

Para entender mejor la historia debemos remontarnos al año 2010 cuando se promulga el Código de Protección y Defensa del Consumidor a través de la Ley n.° 29571. El artículo 37° de esta norma dispone lo siguiente:
Los alimentos que incorporen componentes genéticamente modificados deben indicarlo en sus etiquetas.
 Sin embargo, la tercera disposición complementaria final de la misma Ley indicaba lo siguiente:
En el plazo de ciento ochenta (180) días calendario contados a partir de la entrada en vigencia de la presente Ley, el Poder Ejecutivo expide las disposiciones reglamentarias de lo dispuesto en el artículo 37, [...]
Ya pasaron 3075 días y aún no se ha publicado el reglamento del etiquetado. Las razones son varias tal como lo explico en este artículo que escribí hace un par de años.

En primer lugar, es necesario establecer un umbral sobre el cual el producto debe ser etiquetado, tal como lo tienen Brasil (1%), la Unión Europea (0,9%) o Estados Unidos (5%). Es decir, la proporción de transgénicos presente en cada uno de los ingredientes del producto elaborado. Esto se hace con el fin de no etiquetar aquellos productos hechos a base de ingredientes convencionales que por cuestiones que son técnicamente inevitables durante la cadena productiva, tengan presencia de trazas de transgénicos.

En segundo lugar se requiere de laboratorios acreditados con capacidad de detectar la presencia de transgénicos en alimentos procesados. Si no se cuenta con ellos ¿cómo se hará la fiscalización?, ¿a dónde mandarán las empresas sus ingredientes para que sean analizados? Hoy en día ya se cuenta con dos laboratorios acreditados ante el Instituto Nacional de Calidad (INACAL) pero para analizar hojas y semillas. Para alimentos procesados se deben afinar los procesos de extracción de ADN que, debido a la transformación física y química que recibe el producto, es muy difícil de hacerlo.

A pesar que no existe reglamento y la misma Ley dispone su elaboración y publicación, INDECOPI determinó que tanto Molitalia S.A. como Mondelez S.A. habían cometido una infracción porque consideró que "el artículo 37 del Código es una norma autoaplicativa toda vez que con su sola entrada en vigencia se estableció la obligación para los proveedores de indicar en sus etiquetas si los alimentos que expenden contienen componentes genéticamente modificados, independientemente de los porcentajes que posean".

Durante el proceso, ambas empresas presentaron sus descargos, siendo el principal la ausencia del reglamento. Y es cierto. Se requiere una normativa técnica específica que indique cómo etiquetar los productos con componentes transgénicos. ¿Será a través de un símbolo como en Brasil o se deberá indicar literalmente como en la Unión Europea? Si no se detecta el componente transgénico en el producto final a pesar que un ingrediente empleado si lo era ¿también deberá ser etiquetado? ¿Cómo lo demuestras? Si no se establece un umbral y el límite de detección (el porcentaje mínimo de transgénico que puede ser detectado) varía entre un laboratorio y otro, incluso entre un producto y otro, ¿cuál será el valor referencial sobre el cual se hará la fiscalización? Los países donde se ha implementado el etiquetado de productos transgénicos tiene todo esto bien reglamentado para que las empresas puedan regirse adecuadamente.

Sin embargo, el problema fue que tanto el Chips Ahoy! como la Choco Donuts eran etiquetados como transgénicos en Ecuador y también en Bolivia (ambos países con reglamentos de etiquetado). Es decir, ambas empresas sabían que sus productos contenían transgénicos pero aquí no los etiquetaban, a pesar que la Ley N.° 29571 (sin reglamento) disponía que si lo hicieran.


Pareciera que tanto Molitalia S.A. como Mondelez S.A. se ampararon en la ausencia del reglamento para no cumplir con lo establecido en el Código del Consumidor. Esto deja una sensación de falta de transparencia por parte de estas empresas ya que no les demandaba mayor esfuerzo etiquetarlos de la misma manera aquí y cumplir con la normativa. Incluso, ante la falta de reglas claras de cómo etiquetarlos en el Perú, podían etiquetarlo de cualquier forma, incluso de una que pasara desapercibida como lo hizo una empresa nacional de embutidos.


Molitalia S.A. ya anunció que apelará la resolución emitida ante la Sala Especializada en Defensa de la Competencia del Indecopi. Sin embargo, es seguro que haya otros productos y empresas que también hayan sido demandadas. Miremos esta imagen de los Doritos en Ecuador publicada por ASPEC, quien además recibe un porcentaje de la multa impuesta a las empresas infractoras (10% en estos dos casos).

Lo cierto es que si se van a etiquetar los productos que tengan componentes derivados de transgénicos, prácticamente todos los alimentos procesados lo serían porque siempre llevarán algún derivado del maíz o soya procedente en Estados Unidos, Brasil o Argentina, los principales productores mundiales de estos commodities.

Finalmente, que un producto esté etiquetado como transgénico no representa algún tipo de preocupación para nuestra salud. Todos los Organismos Vivos Modificados (OVM) que se comercializan a nivel mundial han pasado por un proceso regulatorio muy riguroso donde han debido demostrar su inocuidad y seguridad ante entidades respetadas como la FDA de los Estados Unidos y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Entonces, ¿por qué etiquetar? Para ser transparentes con los consumidores y mostrar cómo la biotecnología forma parte de los productos que consumimos día a día. Tal vez así generemos una mayor confianza en ellos.

10 enero, 2019

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¿Cómo hacer un tomate picante?

No estamos hablando de una receta de cocina. Lo decimos literalmente: hacer que el tomate se vuelva picante.

Resulta que el tomate (Solanum lycopersicum) y las cinco especies domesticadas de ají y rocoto (Capsicum sp.) forman parte de la misma familia, las Solanáceas, y hace 19 millones de años compartían un ancestro común. Es decir, en esa época no existían ni el tomate ni el ají, sino una especie que poseía características primitivas de ambos, entre ellas, la capacidad de producir una sustancia llamada capsaicina.

Árbol evolutivo del ají. Hace 19,6 millones de años compartían un ancestro común con el tomate y la papa. Fuente: Kim et al. (2017).
La capsaicina es la molécula responsable de que el ají pique (pungencia) y su concentración varía de acuerdo a la especie, la variedad y las condiciones ambientales durante su desarrollo.

La pungencia se debe a que la capsaicina activa las células nerviosas que responden al calor en la lengua de los mamíferos, por lo que su cerebro lo interpreta como una sensación de ardor, disuadiendo su consumo. Sin embargo, las aves son insensibles a este compuesto y se comen los frutos del Capsicum sin problemas, dispersando sus semillas a mayores distancias. He aquí su importancia evolutiva.

Hoy en día la capsaicina tiene diversas aplicaciones. Por ejemplo, es el principal compuesto del gas pimienta usado en los aerosoles de defensa personal. También se ha demostrado sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, analgésicas, incluso antitumorales, por lo que su demanda viene en aumento.

Sin embargo, es difícil cultivar ají. Requiere de mucha mano de obra, las semillas germinan con dificultad y son afectados por las altas temperaturas y precipitaciones que propician la incidencia de enfermedades. La fertilización de los suelos promueven más el crecimiento de la planta que de los frutos. No obstante, las condiciones ambientales adversas promueven la producción de la capsaicina. Por ejemplo, cuando el ají habanero (C. chinense) es producido bajo estrés hídrico (con poca agua), los frutos son más picantes.

Factores que afectan la producción de los capsaicinoides en Capsicum. Fuente: Rezende Naves et al (2018)
Debido a todos estos factores, un grupo de investigadores brasileros están evaluando otras alternativas para generar de forma más eficiente de generar estos compuestos, por ejemplo: hacer que los tomates produzcan los capsaicinoides.

El tomate es una de las verduras más consumidas del mundo. Cada año se producen cerca de 200 millones de toneladas en unas cinco millones de hectáreas. Bajo ciertas condiciones (invernaderos de alta tecnología), el rendimiento del tomate puede alcanzar las 110 toneladas por hectárea, unas 35 veces superior al rendimiento promedio del ají.

Lo interesante es que el tomate, al compartir un ancestro común con el ají, posee muchos de los genes necesarios para producir los capsaicinoides, solo que están apagados o cuentan con versiones inactivas. Por ello, a través de herramientas de ingeniería genética como CRISPR/Cas9, se podría editar los genes del tomate e insertar interruptores genéticos para encender los necesarios para producir la capsaicina.

Genes necesarios para producir los capsaicinoides. Se puede ver que en el tomate algunos no se expresan y otros lo hacen en menor medida. Fuente: Rezende Naves et al (2018)
Es obvio que a mucha gente no le gustará la idea de generar tomates picantes. ¿Para qué si se cuenta con especies y variedades de ají y rocotos sumamente deliciosos? No obstante, se debe considerar que el fin de este producto no es que llegue a los mercados ni a los restaurantes, sino que se produzcan en invernaderos con fines industriales, tal como se produce la insulina humanas en biorreactores gracias a bacterias genéticamente modificadas. De esta manera, la obtenición de metabolitos secundarios se hace mucho más eficiente.

02 enero, 2019

Así se identificará a alimentos transgénicos en EEUU

Después de un largo proceso de consulta pública, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) aprobó la norma de etiquetado de alimentos desarrollados a partir de la bioingeniería (o sea, transgénicos), los cuales podrán ser identificados por los siguientes logotipos:

Logotipos que identificarán los alimentos transgénicos. El de la derecha es para un etiquetado voluntario. Fuente: USDA.
De las tres opciones propuestas se eligió a la más "amigable", incluso se parece mucho al logotipo empleado por NON GMO Project que precisamente certifica a aquellos productos libres de transgénicos incluyendo —aunque no lo crean— sustancias inorgánicas como el agua o la sal.

Agua y sal libre de transgénicos. Fuente: Twitter.
La presente norma solo será aplicable si el producto contiene niveles detectables de material genético que ha sido modificado en el laboratorio por técnicas in vitro de ADN (ingeniería genética) y que no se podría obtener por métodos de mejoramiento convencional o que se encuentren en la naturaleza. Esto quiere decir que aquellos alimentos altamente procesados (por ejemplo: aceites, golosinas, bebidas azucaradas, etc.) no serían etiquetados, así estos hayan sido producidos a partir de organismos transgénicos, debido a que el ADN está completamente degradado y ya no puede ser detectado. Sin embargo, podrían usar el sello voluntario (primera imagen de la derecha).

Los restaurantes, food-trucks, cafeterías y otros similares no están obligados a etiquetar los productos que ofrecen a los consumidores, así como también las pequeñas empresas que facturen menos de 2,5 millones de dólares anuales.

Para facilitar la implementación de la norma se ha establecido un listado de productos transgénicos como la alfalfa, las manzanas Artic®, la canola, el maíz, el algodón, las berenjenas, las papayas, las piñas de color rosado, las papas, el salmón AquAdvantage®, la soya, las calabazas y la remolacha azucarera. No obstante, si alguna empresa hace uso de otro producto transgénico también está obligado a indicarlo.

La norma también establece un umbral de tolerancia del 5% en peso de presencia de transgénicos en el producto final, el cual se calcula por cada ingrediente. Esto quiere decir que si un Cheetos® contiene 5g de maíz transgénico por cada 100g de maíz empleado en su preparación, deberá ser etiquetado. Este umbral es bastante alto comparado con los países de la Unión Europea (0,9%) y Brasil (1%). La finalidad del umbral es evitar que un alimento hecho a base de ingredientes naturales, pero que sufrió algún tipo de "contaminación inevitable" durante la cadena productiva, no requiera ser etiquetado.

Algo que resulta relevante es que la norma también se aplica a los productos que Estados Unidos importa. Es decir, si queremos venderle a los norteamericanos algún producto peruano, debemos cerciorarnos que no contengan niveles detectables de algún transgénico para evitar etiquetarlo. Por el momento en nuestro país no se producen alimentos GM pero sí los importamos, principalmente maíz amarillo y soya destinada para la industria alimentaria y avícola.

La norma será de aplicación obligatoria a partir de 1 de enero de 2022.

26 diciembre, 2018

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La papa "kulli" no ayudaría a combatir la anemia

La semana pasada comentábamos cómo muchos medios de comunicación fuera del país confundieron a la papa "kulli" —una nueva variedad desarrollada por el INIA— como transgénica, cuando en realidad fue desarrollada por mejoramiento genético convencional. Es decir, a través del cruzamiento de doce variedades de papas nativas con un posterior proceso de selección de aquellas con las mejores características.

La famosa papa "kulli". Fuente: Agraria.pe
Esta papa fue presentada al público como un producto biofortificado que serviría para combatir la desnutrición, anemia y cáncer de colon debido a su alto contenido de hierro (23 mg/100 g), zinc (19 mg/100 g) y antocianinas (189% más que el promedio de las papas nativas). Sin embargo, esto no sería del todo cierto.

Mi amigo Jaime Delgado, ingeniero agrónomo cuyo trabajo está muy relacionado al uso de los productos de la biodiversidad para la alimentación, me hizo notar que el valor de hierro y zinc de la papa "kulli" se veían "demasiado alucinantes", dado que otras papas mejoradas no llegan ni a 1 mg/ 100g. Era muy probable que la persona que elaboró la nota de prensa se haya comido una coma decimal y que el valor real sería de 2,3 mg/100 g.

No solo Jaime notó ese detalle. La Dra. María Scurrah, una de las mayores expertas en papa del país, también lo hizo. Ella junto a otros científicos y socios miembros del Grupo Yanapai redactaron una carta abierta al Presidente Martín Vizcarra en la cual manifestaban su preocupación por la desinformación que se ha generado a raíz del lanzamiento de la papa "Kulli".

"Las papas con alto contenido de antocianinas y antioxidantes precisamente no son buenas para luchar contra la anemia pues retienen el hierro en un compuesto que no es biodisponible (asimilable)", indican en la carta. Más bien son las papas de pulpa amarilla las más indicadas para este fin.

El desarrollo de papas biofortificadas con hierro y zinc no es algo nuevo. El programa de fitomejoramiento del Centro Internacional de la Papa (CIP) viene trabajando hace 15 años junto a las comunidades campesinas de Huancavelica para obtener una variedad que ayude a suplir la deficiencia de este mineral en las poblaciones altoandinas. "Se calcula que recién en unos dos años se podrán liberar estas nuevas variedades debido a que se tiene que estar seguro de las aseveraciones", menciona Scurrah.

De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, un niño entre 1 y 3 años de edad requiere 7 mg de hierro al día. Si fueran ciertas las aseveraciones acerca de la papa "Kulli", con una tajada de 30 g bastaría para cubrir dicho requerimiento. Demasiado bueno para ser verdad. Lo cierto es que la mayoría de papas tienen entre 0,2 y 0,6 mg/100 g, por lo que su aporte diario de hierro no alcanza ni el 20%. Con la nueva variedad que viene desarrollando el CIP se espera alcanzar el 40%.

"Nos preocupa que se engañe al gran público consumidor y a los agricultores que desean contribuir en la lucha contra la anemia, involucrando al Ministro de Agricultura [y Riego] en generar falsas expectativas", finaliza la carta.

Por ello, se hace necesario que el INIA publique el documento técnico de la variedad INIA 328 – Kulli Papa donde se muestren los análisis de contenido nutricional con el fin de conocer su verdadero potencial.

21 diciembre, 2018

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La papa "kulli" NO es transgénica

Hace una semana, el Instituto Nacional de Innovación Agraria presentó una nueva variedad de papa llamada "kulli" (INIA 328 – Kulli Papa), la cual ha sido desarrollada por mejoramiento genético convencional, es decir, por selección y cruzamiento de las mejores papas con las características deseadas, a partir de la enorme diversidad con la que cuenta nuestro país. Para liberar este producto tuvieron que pasar 10 años de investigación.
Papa "kulli", rica en antocianinas, hierro y zinc. Fuente: Agraria.pe
La principal característica de esta papa es su intenso color morado debido a su alto contenido de antocianinas (189% más que en otras variedades nativas). De ahí que su nombre sea "kulli" que en quechua significa "morado". Además cuenta con altos niveles de hierro (23 mg/100 g) y zinc (19 mg/100 g), lo que la hace un excelente producto para combatir la anemia en las zonas altoandinas.
Luis Alberto Tumpay Sucno, científico de Zurite, miembro de un grupo itinerante del INIA en Zurite, explicó que para obtener esta variedad se hicieron retrocruces con unas 12 variedades de papas nativas “son varias combinaciones que han contribuido para esta papa selecta”, indicó. 
Como pueden ver, no es una papa genéticamente modificada (GM) o transgénica. No hubo introducción de ADN externo por ingeniería genética. Sin embargo, muchos medios que difunden los avances de la biotecnología lo están difundiendo como sí fuera un producto transgénico.

Estas páginas usan como referencia un artículo publicado en el portal Potato News Today, que escribe lo siguiente: "the new potato was genetically modified by scientists from the National Institute for Agricultural Research (INIA)".

Artículo usado como referencia en otras páginas web, incluso en español.
Lo primero que pensé es que se trataba de un error en la traducción. Muchas veces las palabras "mejoramiento genético" se suelen traducir como "genetic modification" cuando debería ser "conventional breeding". Sin embargo, en el portal Potato News Today se hace referencia a un artículo en español publicado en Argenpapa que, a su vez, hace referencia a otro artículo publicado en La Crónica, donde ya se hace mención a que el tubérculo es modificado genéticamente. Esta cadena de errores ha ocasionado que la desinformación se siga propalando.

Agro-Bio de Colombia también difunde el error.
Escribí directamente a Lukie Pieterse, editor de Potato News Today, indicándole del error en la publicación, pero hasta el día de hoy no ha sido corregido.

Lo cierto es que, para desarrollar productos con características novedosas y beneficiosas para los consumidores, no es necesario siempre recurrir a la ingeniería genética. Más bien, debemos seguir aprovechando de la enorme diversidad genética que poseemos en otros cultivos. De esta manera, reducimos los costos asociados con el proceso regulatorio que todo producto transgénico debe pasar antes de salir al mercado y evitamos que estos sean rechazados por consumidores que se oponen a esta tecnología.

La ingeniería genética, sin lugar a dudas, tiene sus beneficios, pero este producto no es uno de ellos.

09 diciembre, 2018

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Humanos genéticamente modificados

Hoy escribí una breve columna de opinión para el suplemento El Dominical del diario El Comercio, sobre los alcances de la ingeniería genética en seres humanos, a raíz de la controversia generada por el investigador chino He Jankui.


Todo lo que somos está escrito en nuestro ADN y un pequeño error ‘tipográfico’ (mutación) puede provocar terribles enfermedades, como la hemofilia o la fibrosis quística, que nuestros hijos podrían heredar. 

Hasta el siglo pasado las enfermedades genéticas eran incurables. Aunque a fines de la década de 1990 surgió la terapia génica, la cual usa virus inactivados para ‘hackear’ nuestras células e introducir la secuencia de ADN correcta, esta herramienta funciona en pocas enfermedades y puede generar una respuesta inmune extrema que afecte al paciente.

Todo cambió en el 2012, cuando Jennifer Doudna y Feng Zhang presentaron al mundo el sistema CRISPR/Cas9, una herramienta molecular capaz de hacer cortes en lugares precisos del ADN. Funciona bien en organismos poco complejos, pero las primeras pruebas de laboratorio en células humanas han presentado ciertas fallas: aparecen cambios genéticos no previstos y solo un pequeño porcentaje de las células es modificado. Hay un consenso científico de no aplicarlo en embriones viables o células sexuales (óvulos y espermatozoides) porque los errores —con consecuencias desconocidas— podrían heredarse a las siguientes generaciones. Por ello, el experimento de He Jiankui, quien hace unas semanas anunció el nacimiento de dos niñas modificadas por CRISPR/Cas9, ha sido tan criticado.

La corrección de mutaciones es cada vez más sencilla y, por primera vez, tenemos la capacidad de introducir nuevas instrucciones genéticas o mejorar las existentes. ¿Se abre paso a un nuevo tipo de eugenesia?