Recuerdo que cuando tenía unos seis o siete años, un perro con rabia me mordió cerca al tobillo derecho. Rápidamente me lavaron la herida y me llevaron al centro antirrábico para empezar el tratamiento que consistía en 10 vacunas —una por día— alrededor del ombligo. No me quedaba de otra ya que la rabia presenta la mayor tasa de mortalidad en las enfermedades infecciosas convencionales, que puede llegar a ser del 100%.
Sin embargo, se han reportado al menos seis casos de pacientes que lograron sobrevivir a la rabia —claro que con ciertos daños neurológicos— sin recibir tratamiento alguno… con excepción de una niña de Wisconsin a quien le indujeron a un coma para aplicarle un tratamiento experimental.
Según un estudio publicado hoy en The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, en el cual participaron investigadores del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la Dirección General de Epidemiología y la Unidad de Investigación Médica Naval de los Estados Unidos (NAMRU-6), la supervivencia a la infección por rabia podría ser más común de lo que se pensaba ya que el 10% de los pobladores estudiados en dos comunidades indígenas de la selva peruana adquirieron inmunidad al virus por sí solos.
Virus mortal
El virus de la rabia pertenece al género Lyssavirus y se conocen 12 especies diferentes que son responsables de al menos unas 55.000 muertes al año. En el interior de la cápsula cilíndrica de 180 nm de largo por 75 nm de diámetro (tan pequeño que necesitarías alinear más de 7 millones de ellos para cubrir la longitud de tu uña) presenta una simple molécula de ARN y que es transmitido a través de la saliva de cualquier mamífero infectado.
El virus se propaga por el sistema nervioso central y provoca una inflamación progresiva del cerebro y la médula espinal, causando estragos neurológicos en la persona. Si tienes suerte mueres a los pocos días de iniciado los síntomas gracias un paro cardiorrespiratorio, pero si eres del 30% menos afortunado, los músculos empiezan a paralizarte poco a poco, para luego entrar en coma y terminar por fallecer. De todas maneras, no hay salida.
Si bien los perros son responsables del 99% de las muertes humanas por rabia, en Latinoamérica los murciélagos hematófagos (Desmodus rotundus o simplemente “vampiros”) juegan un rol importante en la transmisión del virus, especialmente en la selva amazónica. El 81% de los casos de rabia que han sido reportados en el Perú entre 1996 y 2010 estuvieron asociados a los murciélagos, siendo el brote del verano del 2007 el peor de todos (527 personas mordidas de las cuales 23 fallecieron).
Inmunidad sin vacunas
En la selva peruana hay una gran cantidad comunidades indígenas que habitan zonas muy remotas, donde los centros de salud más cercanos se encuentran a días de navegación a través de los sinuosos afluentes del Amazonas. Los factores de riesgo asociados a la rabia en estas poblaciones (contacto directo con los murciélagos, falta de vacunas y pobreza) son muy altos.
Debido esto, un grupo de investigadores liderados por la Dra. Amy Gilbert del CDC visitaron dos comunidades indígenas de la selva peruana (Santa María y Truenococha), entrevistaron a 92 personas y colectaron muestras de sangre de 63 de ellos —aquellos que habían mencionado haber tenido algún tipo de contacto con murciélagos— para ser enviadas a Atlanta (EEUU) para su respectivo análisis.
Al procesar las muestras, los investigadores encontraron presencia de anticuerpos neutralizadores del virus de la rabia (rVNA) en siete de ellas. Al analizar las fichas epidemiológicas de estos siete individuos, sólo uno reportó haber sido vacunado previamente contra la rabia. Esto indicaba que los otros seis adquirieron la inmunidad al virus por sí solos.
La presencia de los rVNA en estos sujetos no vacunados implicaría una exposición previa al virus pero no necesariamente la replicación del mismo, tal como ocurre cuando se aplica repetidas dosis del virus inactivado (vacuna). Esto podría indicar dos cosas: i) que estos individuos han estado expuestos a bajas dosis del virus de manera natural por largos periodos de tiempo, o ii) que los virus que han infectado a estos individuos no son los que provocan la rabia sino son algún otro tipo de Lyssavirus desconocido que induce la formación de anticuerpos que causan una reacción cruzada con la pruebas usadas en el laboratorio (falsos positivos).
Es así que estos resultados aún deben ser tomados con prudencia antes de afirmar que ciertas personas pueden desarrollar inmunidad innata contra la rabia. Por ahora se debe investigar más a este grupo de virus para determinar si existen otras especies aún desconocidas que puedan causar sintomatologías similares, o incluso ser usados para el desarrollo de nuevas vacunas mucho más eficientes que requieran menos dosis que las actuales.
Referencia:
Gilbert, A. T., Petersen, B. W., Recuenco, S., Niezgoda, M., Gomez, J., Laguna-Torres, V., & Rupprecht, C. (2012). Evidence of Rabies Virus Exposure among Humans in the Peruvian Amazon American Journal of Tropical Medicine and Hygiene DOI: 10.4269/ajtmh.2012.11-0689
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