B. DATACIÓN ABSOLUTA
La datación absoluta se basa en técnicas científicas y se caracteriza por dar una datación aproximada, con más o menos desviación, a una fecha determinada, lo que permite crear cuadros cronológicos mucho más precisos. Gracias a estas técnicas podemos tener fechas en años calendáricos, es decir, Antes de Cristo (a.C.) o después de Cristo (d.C.). Veamos cuales son las principales técnicas de datación absoluta aplicados hoy en día por los arqueólogos.
Varvas glaciares
En 1878, el geólogo sueco barón Gerard de Geer observó que ciertos depósitos de arcilla se estratificaban de un modo uniforme. Se dio cuenta de que estos estratos o “varvas” se habían depositado en lagos en torno a las márgenes de los glaciares escandinavos debido a la fusión anual de las capas de hielo que habían ido retrocediendo regularmente desde el final de la última Era Glaciar.
El grosor de los niveles variaba de año en año produciendo un estrato grueso en un año cálido, con el aumento de la fusión glacial, y un nivel fino bajo condiciones más frías. Midiendo los espesores sucesivos de una secuencia completa y comparando el modelo con las varvas de áreas próximas, se demostró que era posible vincular secuencias prolongadas entre sí.
Dendrocronología
Dendrocronología
La datación por este método se basa en la observación del crecimiento anual diferencial de los anillos de los árboles. El método se empezó a aplicar a partir de 1930, en que el astrónomo norteamericano A.E. Douglas, trabajando con troncos bien conservados del Suroeste americano, pudo asignar fechas absolutas a muchos de los principales yacimientos de la zona.
La mayoría de los árboles producen un nuevo anillo de madera cada año y esos círculos de crecimiento pueden verse con facilidad en un corte transversal del tronco de un árbol talado. Estos anillos no tienen el mismo grosor, variando anualmente en función de las fluctuaciones del clima: en regiones áridas, unas precipitaciones por encima de la media anual pueden producir un anillo particularmente grueso; mientras que en zonas más templadas, la luz del sol y la temperatura pueden ser más decisivas que la lluvia y un enfriamiento repentino en primavera puede dar lugar a un anillo estrecho.
Midiendo y combinando estos anillos se puede crear un diagrama que indica el grosor de los anillos sucesivos de un árbol en concreto. Los árboles de la misma especie que crecen en la misma zona presentarán, por lo general, el mismo patrón de anillos, de forma que se puede comparar la secuencia del crecimiento de troncos cada vez más antiguos para elaborar una cronología de la zona.
Quizás la mayor contribución de la dendrocronología a la datación arqueológica haya sido el establecimiento de secuencias prolongadas de anillos de crecimiento, con las que ha sido posible contrastar y calibrar las fechas radiocarbónicas.
Para crear la secuencia, la comparación se tiene que llevar a efecto en árboles de la misma especie y de la misma zona, por lo que el método tiene una restricción de ámbito espacial: sólo es aplicable a árboles de regiones exteriores a los trópicos, pues es allí donde los marcados contrastes estacionales producen anillos anuales bien definidos. El método se ha llevado a cabo en Norteamérica sobre especies de abetos y secuoyas –algunos de cuyos ejemplares alcanzan una edad de 4.900 años–, y en Europa sobre especies de roble.
Datación radiocarbónica
Las técnicas de datación con radiocarbono, que fueran desarrolladas en 1947 por el químico estadounidense Willard Frank Libby y sus colaboradores de la Universidad de Chicago, suelen ser útiles para la datación en arqueología, antropología, oceanografía, edafología, climatología y geología. Por su trabajo con el radiocarbono, Libby obtuvo el premio Nobel en 1960.
El carbono es producido naturalmente por el bombardeo cósmico en la atmósfera superior. Está formándose continuamente. Luego de su formación, el carbono se combina con el oxígeno formando CO2 que se disuelve en los océanos, se combina con las plantas a través de la fotosíntesis y es incorporado por los animales al alimentarse de ellas. El carbono tiene tres isótopos. A diferencia del C12 y C13, el C14 es muy inestable y por lo tanto radioactivo, es decir, se desintegra espontáneamente emitiendo débiles radiaciones mientras lo hace.
La absorción del C14 cesa cuando la planta o el animal muere y su concentración comienza a descender debido a la desintegración radiactiva. Libby demostró que, conociendo el ritmo de desintegración o vida media del C14, era posible calcular el tiempo transcurrido desde el momento en que el organismo habría muerto. Se ha conseguido determinar que la tasa de C14 se desintegra a ritmos regulares, así conocemos que en los primeros 5730 años se reduce en la mitad, en los siguientes 5730 años en la mitad de lo anterior (1/4), y así sucesivamente.
Hay dos métodos de datación: el convencional y el AMS (Accelerator Mass Spectometry). Este último es el más reciente y detecta directamente el número de átomos C14 en la muestra en relación con el C13 y C12. El AMS tiene algunas ventajas como permitir que las muestras sean mucho más pequeñas (5 a 10 mgr.), minimizando así la destrucción del material a datar; sin embargo, su desventaja es que es más costoso de realizar y requiere mucho menos tiempo. Puede emplearse en madera, carbón, hueso, sedimentos, y cualquier cosa orgánica que forme parte de la Biosfera con un error promedio de unos 80 años.
El radiocarbono ha ayudado a los arqueólogos a establecer, por vez primera, una cronología confiable de las culturas del mundo y ha dado a la arqueología una sofisticación científica.
Sin embargo, el método también presenta problemas. Uno de los principios básicos del radiocarbono no es correcto, Libby pensó que la concentración de C14 en la atmósfera había permanecido constante. Hoy sabemos que esto no es correcto, la concentración de C14 ha variado. En 1950, durante el apogeo de las pruebas termonucleares, se inyectaron artificialmente grandes cantidades de carbono en la atmósfera. El método que demostró la inexactitud también ha proporcionado los medios para calibrar las fechas radiocarbónicas: la dendrocronología (ver arriba).
Asimismo, el mayor problema que puede arrastrar dificultades en la datación por radiocarbono la contaminación que se produce en las muestras al momento de ser recogidas.
La absorción del C14 cesa cuando la planta o el animal muere y su concentración comienza a descender debido a la desintegración radiactiva. Libby demostró que, conociendo el ritmo de desintegración o vida media del C14, era posible calcular el tiempo transcurrido desde el momento en que el organismo habría muerto. Se ha conseguido determinar que la tasa de C14 se desintegra a ritmos regulares, así conocemos que en los primeros 5730 años se reduce en la mitad, en los siguientes 5730 años en la mitad de lo anterior (1/4), y así sucesivamente.
Hay dos métodos de datación: el convencional y el AMS (Accelerator Mass Spectometry). Este último es el más reciente y detecta directamente el número de átomos C14 en la muestra en relación con el C13 y C12. El AMS tiene algunas ventajas como permitir que las muestras sean mucho más pequeñas (5 a 10 mgr.), minimizando así la destrucción del material a datar; sin embargo, su desventaja es que es más costoso de realizar y requiere mucho menos tiempo. Puede emplearse en madera, carbón, hueso, sedimentos, y cualquier cosa orgánica que forme parte de la Biosfera con un error promedio de unos 80 años.
El radiocarbono ha ayudado a los arqueólogos a establecer, por vez primera, una cronología confiable de las culturas del mundo y ha dado a la arqueología una sofisticación científica.
Sin embargo, el método también presenta problemas. Uno de los principios básicos del radiocarbono no es correcto, Libby pensó que la concentración de C14 en la atmósfera había permanecido constante. Hoy sabemos que esto no es correcto, la concentración de C14 ha variado. En 1950, durante el apogeo de las pruebas termonucleares, se inyectaron artificialmente grandes cantidades de carbono en la atmósfera. El método que demostró la inexactitud también ha proporcionado los medios para calibrar las fechas radiocarbónicas: la dendrocronología (ver arriba).
Asimismo, el mayor problema que puede arrastrar dificultades en la datación por radiocarbono la contaminación que se produce en las muestras al momento de ser recogidas.
[Continuará...]
Julio Sánchez García
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