Hace un par de años, el gobierno de Barack Obama promulgó la "Ley Nacional de Divulgación de los Alimentos elaborados por Bioingeniería" en Estados Unidos. Se le encargó a la Secretaría de Agricultura (USDA) que reglamente y establezca los estándares del etiquetado de manera participativa [más información aquí]. El mes pasado, la USDA ha puesto en consulta pública una primera propuesta, la cual he revisado y aquí les comento algunos puntos interesantes.
Lo más llamativo del documento son las alternativas de las etiquetas oficiales con las cuales se identificarán a los alimentos que contengan componentes derivados de Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
La primera muestra las letras "BE" —las siglas de "Bioengineered"— sobre un ambiente natural. Una colina verde, una planta y un cielo despejado. Irónicamente, es muy similar al logotipo usado por su antagonista "Non GMO Project". No hay una traducción directa de "Bioengineered" al español pero básicamente es "elaborado por bioingeniería". Esto ya ha levantado muchas críticas dado que las personas desconocen el significado de este término, por lo que si se busca en informar al consumidor, esta no sería la forma más adecuada porque podría llevar a confusión.
La segunda alternativa se parece a un girasol, aunque también me pareció un tributo al imperio Inca. Lo interesante del logotipo es la línea curva debajo de "be", que busca parecer una cara feliz. De esta manera, se busca genera una mayor empatía con el consumidor.
La tercera alternativa se parece en algo a la segunda. También es circular, pero mucho más minimalista. Se mantiene la línea curva en la parte inferior, asemejándose más a un emoticón de carita feliz ":)" que a un símbolo que haga referencia a que el producto contiene ingredientes genéticamente modificados.
No hay dudas que la industria de alimentos ha participado en la elaboración de estos logotipos. Lo que se busca es que no se vea al etiquetado como una advertencia, sino como un sello que muestre algo positivo con el fin de no causar temor o rechazo en los consumidores.
Pero, para saber qué etiquetar, antes se debe definir ¿qué es un alimentos elaborado por bioingeniería?. Para ello ha dos posiciones en consulta: i) que el alimento contenga material genético que ha sido modificado a través de técnicas del ADN recombinante; o ii) que el alimento haya sido producido por bioingeniería, incluyendo los productos refinados.
En el primer caso, muchos alimentos altamente procesados o refinados como un aceite de soya o harina de maíz, que hayan sido producidos a partir de OGM, no podrían ser diferenciados de sus contrapartes elaboradas con productos convencionales. Los niveles de ADN presentes en el alimento serían prácticamente indetectables y no serían etiquetados como tales. En el segundo caso, no importa si el alimento contiene o no ADN recombinante. El hecho de haber sido elaborado a partir de un OGM basta para etiquetarlo como tal. Para ello, los controles deberán implementarse sobre las materias primas, al momento de la elaboración de los productos.
El documento también presenta tres alternativas de umbrales de tolerancia de OGM sobre el cual un alimento llevará esta etiqueta: 0,9% o 5% del peso de un determinado ingrediente o 5% de peso total del producto. El primero es similar a lo aplicado en la Unión Europea, donde cada ingrediente se analiza de manera independiente y si la presencia del OGM supera el umbral establecido, el producto es etiquetado. Los otros dos, sobre todo el tercero, es el que más le conviene a la industria, dado que muy pocos alimentos serían etiquetados.
Otro punto interesante de la propuesta es que las pequeñas empresas, con ingresos menores a 2,5 millones de dólares al año, no estarían obligados en etiquetar sus productos así hayan sido elaborados a partir de un OGM. Este punto de corte deja fuera al 74% de las empresas productoras de alimentos y el 45% de las empresas productoras de suplementos nutricionales. Parece mucho pero esto se traduce en menos del 4% de los alimentos y suplementos comercializados en EEUU.
Finalmente, el documento propone dos listas de OGM sobre los cuales se realizará el etiquetado. La primera es de los OGM ampliamente adoptados en EEUU como el maíz (92%), la soya (94%), la canola (90%), la remolacha azucarera (100%) y el algodón (93%); y, el segundo, es de los OGM con menor porcentaje de adopción como manzanas, maíz dulce, papaya, papa y calabaza. Cualquier alimento que sea o esté elaborado a partir de estos productos deberá ser etiquetado, teniendo en cuenta los umbrales establecidos.
Es importante ver estas discusiones y comentarios ya que en el Perú también contamos con una norma que establece el etiquetado de alimentos GM que a la fecha no es reglamentada y, por lo tanto no es aplicada.
Fuente | Office of the Federal Register.
Lo más llamativo del documento son las alternativas de las etiquetas oficiales con las cuales se identificarán a los alimentos que contengan componentes derivados de Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
La primera muestra las letras "BE" —las siglas de "Bioengineered"— sobre un ambiente natural. Una colina verde, una planta y un cielo despejado. Irónicamente, es muy similar al logotipo usado por su antagonista "Non GMO Project". No hay una traducción directa de "Bioengineered" al español pero básicamente es "elaborado por bioingeniería". Esto ya ha levantado muchas críticas dado que las personas desconocen el significado de este término, por lo que si se busca en informar al consumidor, esta no sería la forma más adecuada porque podría llevar a confusión.
Alternativa 1. Fuente: USDA. |
Alternativa 2. Fuente: USDA. |
Alternativa 1. Fuente: USDA. |
Pero, para saber qué etiquetar, antes se debe definir ¿qué es un alimentos elaborado por bioingeniería?. Para ello ha dos posiciones en consulta: i) que el alimento contenga material genético que ha sido modificado a través de técnicas del ADN recombinante; o ii) que el alimento haya sido producido por bioingeniería, incluyendo los productos refinados.
En el primer caso, muchos alimentos altamente procesados o refinados como un aceite de soya o harina de maíz, que hayan sido producidos a partir de OGM, no podrían ser diferenciados de sus contrapartes elaboradas con productos convencionales. Los niveles de ADN presentes en el alimento serían prácticamente indetectables y no serían etiquetados como tales. En el segundo caso, no importa si el alimento contiene o no ADN recombinante. El hecho de haber sido elaborado a partir de un OGM basta para etiquetarlo como tal. Para ello, los controles deberán implementarse sobre las materias primas, al momento de la elaboración de los productos.
El documento también presenta tres alternativas de umbrales de tolerancia de OGM sobre el cual un alimento llevará esta etiqueta: 0,9% o 5% del peso de un determinado ingrediente o 5% de peso total del producto. El primero es similar a lo aplicado en la Unión Europea, donde cada ingrediente se analiza de manera independiente y si la presencia del OGM supera el umbral establecido, el producto es etiquetado. Los otros dos, sobre todo el tercero, es el que más le conviene a la industria, dado que muy pocos alimentos serían etiquetados.
Otro punto interesante de la propuesta es que las pequeñas empresas, con ingresos menores a 2,5 millones de dólares al año, no estarían obligados en etiquetar sus productos así hayan sido elaborados a partir de un OGM. Este punto de corte deja fuera al 74% de las empresas productoras de alimentos y el 45% de las empresas productoras de suplementos nutricionales. Parece mucho pero esto se traduce en menos del 4% de los alimentos y suplementos comercializados en EEUU.
Finalmente, el documento propone dos listas de OGM sobre los cuales se realizará el etiquetado. La primera es de los OGM ampliamente adoptados en EEUU como el maíz (92%), la soya (94%), la canola (90%), la remolacha azucarera (100%) y el algodón (93%); y, el segundo, es de los OGM con menor porcentaje de adopción como manzanas, maíz dulce, papaya, papa y calabaza. Cualquier alimento que sea o esté elaborado a partir de estos productos deberá ser etiquetado, teniendo en cuenta los umbrales establecidos.
Es importante ver estas discusiones y comentarios ya que en el Perú también contamos con una norma que establece el etiquetado de alimentos GM que a la fecha no es reglamentada y, por lo tanto no es aplicada.
Fuente | Office of the Federal Register.
Sin duda es excelente.
ResponderBorrarSiempre las etiquetas funcionan, o almenos cumplen su función, en base al derecho administrativo alimentario, pero ya despues el consumidor decide que si y que no