21 marzo, 2012

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Colabora con el proyecto SETI desde tu casa

Si estamos solos en el Universo, seguro sería una terrible pérdida de espacio” (Carl Sagan).

radioteescopios

¿Estamos solos en el universo? Una pregunta muy difícil de responder aunque, personalmente, me atrevo a decir que no somos una rareza de la naturaleza. Entonces, si no estamos solos, ¿habrán otros seres inteligentes allá afuera? Esa si es una pregunta más difícil de responder aún, porque, asumiendo que sí la hubiera, las probabilidades de contactarlas son extremadamente bajas —debido a la inmensidad del universo— que sería menos abrumante pensar que estamos solos.

El proyecto SETI (siglas en inglés para Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) tiene la meta de detectar vida inteligente fuera de la Tierra mediante radiotelescopios que escuchan los sonidos del universo en busca de señales de radio de banda estrecha, las cuales no se presentan de manera natural en el espacio y podría ser evidencia de algún tipo de tecnología extraterrestre.

Pero el espacio está plagado de señales de radio, algunos originados en nuestro propio planeta, que son percibidos a través de 42 antenas dispuestas uniformemente en un valle montañoso al norte de California conocido como la Matriz de Telescopios Allen (ATA). La cantidad de datos que ingresan día a día son enormes, y el poder computacional requerido para analizar estas señales excede con creces la capacidad tecnológica del programa. Y si a esto le sumamos el recorte presupuestal que sufrió el SETI durante los últimos años que casi terminan por cerrarlo, de no ser por las donaciones de personas que aún creen en el proyecto, podríamos decir que es cuestión de tiempo para que esta búsqueda termine sin pena ni gloria.

¡No se desanimen!, los radiotelescopios siguen escuchando los sonidos del universo y gracias a un portal web llamado SETILive, cualquier persona en el mundo puede colaborar con el proyecto desde la comodidad de su casa. La interfaz fue desarrollada por Zooniverse, una iniciativa que busca la participación de la gente para el desarrollo de proyectos astronómicos, por ejemplo: The Galaxy Zoo, que desde el 2007 ha captado la participación de 600,000 aficionados que se han dedicado a analizar y clasificar las galaxias del universo.

Desde su lanzamiento hace un poco más de dos semanas, SETILive ha logrado reclutar a más de 40,000 voluntarios que están analizando las señales de radio detectadas a cada instante por ATA. Esta vez, los radiotelescopios del SETI apuntan hacia las estrellas que, en base a los recientes descubrimientos hechos por la sonda espacial Kepler (misión que busca planetas habitables fuera del sistema solar), tienen las mejores chances de albergar algún tipo de civilización extraterrestre.

La tarea es muy sencilla y a su vez adictiva. Simplemente deben registrarse en http://setilive.org y seguir el siguiente tutorial:

Marking SETILive Signals from The Zooniverse on Vimeo.

Vía | SETILive.

20 marzo, 2012

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ANIMACIÓN: Evolución de la Luna

Espectacular animación realizada por la NASA que no pueden perdérsela:

La teoría más aceptada que explica el origen de la Luna dice que un objeto del tamaño de Marte chocó contra la Tierra primitiva hace unos 4,500 millones de años. Luego, los escombros liberados por la colisión se fusionaron para formar la Luna. Este video muestra como pudo haber sido la evolución de nuestro satélite a partir de ese entonces.

La Luna primitiva era una masa ardiente y brillante que fue enfriándose y resquebrajándose con el paso de los años. Rocas de todos los tamaños impactaban contra su superficie, pero fue una en particular la que creó un cráter de más de 2,500Km de diámetro y 12Km de profundidad en su polo sur, conocido como la famosa Cuenca Aitken. El bombardeo continuó por cientos de millones de años, creando y moldeando las grandes cuencas que podemos observar en la actualidad.

Durante millones de años, la lava fluyó hacia el lado que apuntaba a la Tierra para luego enfriarse y formar la gran marea oscura que vemos cada noche de luna llena. Pero los impactos nunca se detuvieron, pero si disminuyeron su frecuencia hacia los últimos mil millones de años, formando todos los cráteres que adornan su gélida superficie.

Aún queda mucho por investigar, especialmente sobre su origen y por qué la gran marea de lava apuntó sólo hacia el lado del la Tierra.

Vía | Astronomy Picture of the Day.

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Plásmidos en el rumen bovino favorecen su función

Al igual que la microbiota, están estrechamente relacionados con el nicho ecológico.

rumiante

Los mamíferos somos incapaces de vivir con una dieta compuesta exclusivamente por plantas, simplemente no tenemos las enzimas necesarias para poder romper y degradar las fibras vegetales para poder asimilarlas. Sin embargo, existen muchos animales que si pueden hacerlo, los más conocidos son los rumiantes.

Estos animales tienen un sistema digestivo compuesto de cuatro compartimientos: el rumen, el retículo, el omaso y el abomaso. Los dos primeros forman una única cavidad llamada retículo-rumen y es donde habitan un gran número de bacterias —de 10 mil a 100 mil millones por cada mililitro— que le dan a los rumiantes la habilidad de convertir la indigerible materia vegetal en productos asimilables.

Pero donde hay bacterias es muy probable que también hayan plásmidos —unas pequeñas secuencias de ADN con la capacidad de autoreplicarse. Los plásmidos también cargan información relevante, por ejemplo: genes de virulencia, genes de resistencia a antibióticos, genes que codifican enzimas para degradar moléculas complejas, etc. Y por si fuera poco, los plásmidos pueden introducirse en cualquier bacteria, sin importar la especie de la cual proceden. Esto es una ventaja evolutiva para las bacterias porque pueden intercambiar material genético entre especies completamente diferentes en un proceso conocido como Transferencia Horizontal de Genes (THG).

Los plásmidos han sido encontrados en gran abundancia en hábitats donde hay una gran cantidad de comunidades bacterianas diferentes, por ejemplo: en nuestro tracto digestivo. Si tan sólo nos imagináramos como es este caótico lugar no sería tan diferente a un mercado negro de armas del medio oriente, donde las bacterias intercambian genes a diestra y siniestra unos con otros sin control alguno.

En vista que los plásmidos cargan genes con funciones accesorias, podrían contribuir con la diversidad fenotípica del hospedero, o sea, favorecerlo para que pueda realizar funciones que normalmente no podría realizar, por ejemplo: la de degradar el material vegetal de la dieta. Pero Entonces ¿será que las funciones accesorias de los plásmidos presentes en un determinado hábitat depende del nicho ecológico?

Un grupo de investigadores israelíes sugiere que sí porque al analizar y caracterizar la población total de plásmidos del rumen bovino observaron que estos codificaban enzimas importantes para realizar funciones que se encuentran enriquecidas en este ambiente, como aquellas que permiten el transporte de azúcares a través de las paredes celulares de las bacterias. El estudio fue publicado el 19 de Marzo en PNAS.

Lo primero que hicieron el Dr. Itzhak Mizrahi, autor principal del estudio, y sus colegas fue colectar medio litro del contenido del rumen de 16 vacas, una hora después de haber sido alimentadas. Luego sometieron las muestras a un tratamiento con una enzima que degrada sólo el ADN cromosómico quedando los plásmidos libres para ser secuenciados. Finalmente compararon las secuencias del “plasmidoma” (nombre que hace referencia a todos los plásmidos hallados en el rumen) con las bases de datos de plásmidos para determinar su origen.

La mayor parte de las 34 millones de secuencias de plásmidos obtenidos del rumen eran de origen bacteriano: Firmicutes (47%), Bacteroidetes (22%) y Proteobacteria (20%). Sin embargo, estos valores no coincidían precisamente con las proporciones de bacterias halladas en las mismas muestras: Firmicutes (44%), Bacteroidetes (50%) y Proteobacteria (5%). La explicación podría ser que las Proteobacterias cargan más plásmidos que los Bacteroidetes o que los plásmidos de este último grupo están poco representados en las bases de datos.

Por otro lado, muchas de las secuencias del plasmidoma coincidieron perfectamente con las secuencias de plásmidos aislados anteriormente de otros rumiantes, lo que indicaría que no sólo las bacterias que comparten un mismo nicho ecológico son similares, sino también los plásmidos. Además, las funciones que codifican estos plásmidos se encuentran enriquecidas en el rumen bovino, por ejemplo: enzimas para transportar los azúcares complejos generados por la degradación de la fibra vegetal, síntesis de cofactores y vitaminas, metabolismo de proteínas y aminoácidos, entre otras.

Toda esta gama de genes disponibles libremente le permiten a las bacterias del rumen evolucionar y adaptarse a este nicho ecológico, favoreciendo al animal hospedero quien se beneficiará de un mejor aprovechamiento de los nutrientes presentes en la materia vegetal. Sin embargo, aún queda una pregunta clave por resolver: ¿cómo se hereda el plasmidoma?


Referencia:

ResearchBlogging.orgBrown Kav, A., Sasson, G., Jami, E., Doron-Faigenboim, A., Benhar, I., & Mizrahi, I. (2012). Insights into the bovine rumen plasmidome Proceedings of the National Academy of Sciences DOI: 10.1073/pnas.1116410109

07 marzo, 2012

Cacería jurásica

Espectacular fósil muestra a un pterosauro capturado por un pez ganoideo mientras pescaba.

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Los pterosauros fueron unos reptiles voladores que vivieron durante la Era Mesozoica. Los mejores registros fósiles hallados a la fecha datan del Jurásico Medio y Cretácico Temprano (hace unos 150±30 millones de años), que fue la época de oro de los dinosaurios. Sin embargo, se sabe muy poco acerca de los hábitos alimenticios de este fantástico animal.

En el 2009, los paleontólogos Eberhard Frey & Helmut Tischlinger hicieron un gran descubrimiento mientras hacían excavaciones en un yacimiento ubicado cerca a la ciudad de Eichstätt, en la región de Bavaria, al sur de Alemania. La escena mostraba el preciso momento en el que un pequeño pterosauro (Rhamphorhynchus) es capturado por un gran pez ganoideo (Aspidorhynchus). Según el artículo publicado hoy en PLoS ONE, el reptil volador justo terminaba de cazar a un pequeño pez cuando de pronto fue sorprendido por otro pez, mucho más grande, quien se aferró fuertemente con sus mandíbulas a su ala izquierda.

Anteriormente se habían encontrado otros cuatro esqueletos fósiles de Rhamphorhynchus ubicados cerca al cráneo de un fósil de Aspidorhynchus. Sin embargo, no se tenían evidencias claras que sugirieran una interacción entre ambas especies o que el pterosauro estaba vivo al momento que era capturado por el gran pez.

Por suerte, el fósil reportado en el presente estudio es diferente. Claramente se podía apreciar que uno de los huesos del ala izquierda del pterosauro atraviesa los dientes del pez ganoideo. Y si se analiza detalladamente, se puede observar la presencia de la cola de un pequeño pez atorado en la garganta del pterosauro, así como también, un estómago lleno de restos de otros peces y crustáceos sin digerir. Todo esto apuntaba a que el Rhamphorhynchus fue sorprendido por el Aspidorhynchus cuando trataba de alzar vuelo justo después de haberse alimentado por un pequeño pez.

Sin embargo, la diferencia de tamaños entre los dos protagonistas era muy grande, tanto que no le permitía al pez devorar al Rhamphorhynchus ni tampoco librarse de él. Al parecer su mandíbula quedaba atorada en la membrana de las alas. El pez trató de hundir al pterosauro hasta que llegó a una región carente de oxígeno donde murieron sofocados instantáneamente.

De esta manera, los resultados indicarían que Rhamphorhynchus fue una presa accidental del Aspidorhynchus quien, al verlo vulnerable sobre el agua, trató de capturarlo. Este mismo fenómeno es observado en la actualidad. En 1977, Dodrill & Gilmore reportaron la presencia de restos de aves terrestres en el estómagos de tiburones tigres. Incluso en un trabajo más reciente, Johnson et al. hallaron restos de aves costeras en los estómagos de tiburones blancos.


Referencia:

ResearchBlogging.orgFrey, E., & Tischlinger, H. (2012). The Late Jurassic Pterosaur Rhamphorhynchus, a Frequent Victim of the Ganoid Fish Aspidorhynchus? PLoS ONE, 7 (3) DOI: 10.1371/journal.pone.0031945

06 marzo, 2012

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Hongos oportunistas beneficiados por la respuesta inmune

Candida albicans explota la inmunidad del hospedero para adaptarse a él.

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La tarea de nuestro sistema inmune es simple: protegernos de las enfermedades identificando y eliminando al agente responsable. No obstante, hay casos en los que esta acción nos perjudica en vez de beneficiarnos. Un claro ejemplo son las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, el lupus o la artritis reumatoide, donde nuestras propias células son atacadas. Pero el caso que veremos a continuación hasta podría resultar irónico.

Candida albicans es un hongo oportunista que vive en las superficies mucosas de nuestro cuerpo sin causar un daño aparente. Sin embargo, en personas con el sistema inmunológico comprometido, como los infectados con VIH o los que han recibido un trasplante de órgano, este hongo puede desencadenar una grave infección.

Un estudio publicado en la revista Science en el 2011 mostró que personas deficientes a la Interleucina-17A (IL-17A), una molécula que promueve la respuesta inflamatoria y que colabora con el reclutamiento de monocitos y neutrófilos para destruir los agentes infecciosos, presentaban una mayor susceptibilidad a infecciones en la piel, uñas, boca y genitales causados por C. albicans, sugiriendo un rol importante de esta molécula en la respuesta inmune contra hongos oportunistas.

Sin embargo, un artículo publicado el 21 de Febrero en Nature Communications muestra algo inesperado. El estudio revela que la IL-17A se une a la superficie del hongo permitiéndole tolerar la respuesta inmune del hospedero.

Los investigadores liderados por la Dra. Luigina Romani de la Universidad de Perugia (Italia) pusieron a C. albicans en un medio enriquecido con IL-17. A las cuatro horas de haber iniciado el experimento observaron que los hongos se agregaban unos con otros formando una estructura conocida como biopelícula.

El secreto radica en que la IL-17 promovía la expresión de genes que normalmente se activan cuando hay escasez de nutrientes. En otras palabras, los hongos, al creer que se encuentran en un ambiente adverso, cambian su fisiología por una que le confiera mayor resistencia, aumentando capacidad de adherirse a los tejidos y promoviendo el crecimiento de sus hifas para formar las biopelículas. Estos cambios le permiten tolerar eficientemente el ataque del sistema inmunológico del hospedero.

Estos resultados explicarían el éxito de estos hongos oportunistas para vivir en nuestro cuerpo sin problema alguno. Simplemente han evolucionado un mecanismo que les permite sentir la inmunidad de su hospedero para asegurar su propia persistencia.


Referencia:

ResearchBlogging.orgZelante, T., Iannitti, R., De Luca, A., Arroyo, J., Blanco, N., Servillo, G., Sanglard, D., Reichard, U., Palmer, G., Latgè, J., Puccetti, P., & Romani, L. (2012). Sensing of mammalian IL-17A regulates fungal adaptation and virulence Nature Communications, 3 DOI: 10.1038/ncomms1685

02 marzo, 2012

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El cáncer como producto de la evolución (Parte II)

Esta entrada fue publicada originalmente el 9 de Febrero del 2011.

Lee la primera parte…

La respuesta es SI. Es más, actualmente usamos parte de esa información durante el desarrollo embrionario o para cicatrizar nuestras heridas. Sin embargo, la mayor parte de esta información permanece latente en nuestros genomas. La aparición de tumores en nuestro cuerpo es la manifestación de nuestro Metazoo 1.0 que llevamos dentro.

El cáncer no se desarrolla así por así. Si nuestro ADN es dañado y no puede ser reparado por el mecanismo de reparación primario, tenemos un segundo mecanismo de reparación. Si éste también falla y al célula empieza a dividirse de manera incontrolada, se activarán mecanismos de señalización que tratarán de inhibir el crecimiento celular a través de la detención del ciclo celular. Si esto también llega a fallar, se activará la apoptosis o muerte celular programada (suicidio celular). Si esto también falla, ahí recién el cáncer se desarrollará. Como podemos ver, todos estos mecanismos de control son relativamente modernos, evolutivamente hablando, y lo que queda —la proliferación y mantenimiento— es nuestro Metazoo 1.0. En otras palabras el Metazoo 1.0 es la “opción por defecto” (default option).

Para que se entienda mejor esta idea, hablaremos como si las células fueran una computadora.

Los organismos pueden sufrir daños mecánicos, tales como: las heridas y las inflamaciones (daños en el hardware). Los organismos también pueden sufrir daños genéticos, tales como: la substitución de nucleótidos y las inserciones o deleciones de porciones de ADN (daños en el software). Cuando ocurre una de estas dos fallas en nuestra computadora, ¿qué ocurre?. Seguro aparece la siguiente imagen:


Para evitar más daños en la computadora, ésta nos ofrece entrar a través del “Modo seguro” (antes conocido como “Modo a prueba de fallos”). El modo seguro nos permitirá tratar con la crisis, identificar los errores y corregirlos, usando lo mínimo requerido para el funcionamiento del sistema. Las células hacen lo mismo. Ante un fallo en el hardware o software, activan su modo seguro, o sea su caja de herramientas primitiva que le permitan sobrevivir y proliferar para tratar de subsanar el error. En otras palabras, se activa el Metazoo 1.0 que es la opción por defecto.

Pero, las células cancerosas también son consideradas como células ‘egoístas’ o ‘interesadas’, al invocar su origen unicelular. Las células cancerosas, al igual que los eucariotas unicelulares, sólo obedecen una única orden: replicarse, replicarse y replicarse. De aquí nace la hipótesis de la “célula egoísta”. En los organismos multicelulares, el egoísmo de una célula está subordinado a los requerimientos del organismo en conjunto, pero las células cancerosas ignoran las señales de control de la división celular, invaden la matriz extracelular y migran hacia otros lugares, colonizando nuevos tejidos y desarrollando otro tumor. Este proceso se repite muchas veces, hasta que el cáncer ya está presente en todo el cuerpo. Entonces, ¡el cáncer es una célula egoísta! La teoría podría ser correcta.

Sin embargo, esta teoría tiene dos fallas. La primera es que a pesar que parezcan células egoístas y sólo se preocupan por su división, también presentan un cierto grado de organización cooperativa entre ellas. Por ejemplo: en la angiogénesis, algunas células del tumor se diferencian para formar vasos sanguíneos que permiten un suministro constante de energía y alimento para que el tumor siga creciendo. Aquí no hay egoísmo. Se ha demostrado también que las células cancerosas intercambian señales químicas con sus vecinos, o sea, hay un cierto grado de comunicación cooperativa.

La segunda falla es que el cáncer ha desarrollado una increíble habilidad para sobrevivir. Por ejemplo: tienen la capacidad de inhibir ciertos factores supresores de tumores, silenciando genes necesarios para el control de la división celular. También pueden apagar la apoptosis y hasta revertir la senescencia, reactivando genes que permitan reparar los telómeros. Además, son capaces de vivir en condiciones hipóxicas (bajos niveles de oxígeno) y tolerar pHs bajos. Todo esto requiere de una armonía multifacética con sus vecinos, algo que está muy alejado de la hipótesis de la célula egoísta.

Una explicación es la evolución de caracteres beneficiosos gracias a las altas tasas de mutación que poseen las células cancerosas, combinadas con la gran presión selectiva a las que están sometidas (factores supresores de tumores, respuesta inmune, quimioterapia, etc.). De aquí nace una hipótesis conocida como del “Darwinismo interno”.

Sin embargo, esta teoría también tiene sus fallas. La principal es que la célula cancerosa debe ser tan afortunada que justo cada mutación que aparezca tenga un efecto beneficioso para ella. Sin embargo, lo que la evolución misma nos ha enseñado es que casi siempre las mutaciones son deletéreas. Según esta teoría, las mutaciones no sólo le permiten sobrevivir sino la hacen extremadamente robusta, algo que es muy poco probable.

Otra falla para la hipótesis del Darwinismo interno es que las células metastásicas requieren que la célula cancerosa abandone el tumor y colonice otros tejidos. Sin embargo, son muy pocas las células cancerosas capaces de colonizar otros tejidos, así que no sería una ventaja evolutiva ya que su aptitud biológica (fitness: capacidad de dejar descendencia fértil) es menor comparado con las células cancerosas no-metastásicas.

La fase metastásica es mejor explicada como un atavismo. Esta fase puede estar pre-programada desde el inicio; sin embargo, debe activarse una vez avanzada la formación del tumor. Tal vez alguna de las mutaciones ocurridas en la célula cancerosa activa este mecanismo antes de tiempo y la célula cancerosa empieza su desarrollo con el ‘pie izquierdo’.

Al analizar y comparar los genomas de los metazoos más primitivos, como las esponjas y las hidras; con el de los animales más modernos, los científicos observaron que hay un orden en cómo los genes evolucionaron. Primero aparecieron los genes encargados del ciclo celular, luego los genes encargados de regularlo, después los encargados de la muerte celular programada y, finalmente, los genes envueltos con la diferenciación celular. La falla en cualquiera de estos genes puede activar el Metazoo 1.0 primitivo que no cuenta con ninguno de ellos, y por lo tanto están implicados en el cáncer.

Una forma explicar el desarrollo del cáncer sería analizando los genomas de diferentes organismos con determinados números de tipos de células diferentes. Por ejemplo: desde las blástulas de los vertebrados que están formadas por al menos 225 tipos de células diferentes, hasta con los Trichoplax que sólo tienen cinco tipos de células diferentes. También podríamos analizar y compara los genomas con plantas y hongos, con quienes los metazoos divergieron hace 1600 y 1300 millones de años, respectivamente.

Para terminar, el cáncer no ha evolucionado hacia ningún lado, siempre ha sido el mismo, empezando una y otra vez en cada paciente. Esta robustez lo hace un enemigo difícil de vencer ya que su mecanismo de mantenimiento es sumamente sencillo pero eficaz. Esta hipótesis atavística tendría grandes beneficios para el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer, ya que lo convierte en un enemigo sumamente predecible. En vez de atacarlo con diferentes agentes terapéuticos, deberíamos entender mejor su origen y contenerlo desde el inicio, esa sería la mejor estrategia.

Referencia:

ResearchBlogging.orgDavies, P., & Lineweaver, C. (2011). Cancer tumors as Metazoa 1.0: tapping genes of ancient ancestors Physical Biology, 8 (1) DOI: 10.1088/1478-3975/8/1/015001

01 marzo, 2012

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El cáncer como producto de la evolución (Parte I)

Esta entrada fue publicada originalmente el 9 de Febrero del 2011.

Hace tiempo que no leía un artículo tan interesante como el que les voy a comentar ahora. Este artículo, publicado el lunes en Physical Biology, nos habla de la hipótesis que plantean P.C.W Davis de la Universidad Estatal de Arizona y C.H Lineweaver de la Universidad Nacional de Australia, sobre el origen y evolución del cáncer desde un punto de vista atávico.


En términos sencillos, el cáncer es una proliferación descontrolada de células trayendo consigo la aparición de tumores que comprometen el funcionamiento de muchos órganos vitales de nuestro organismo. Si bien es cierto se han identificado unos virus que propician la aparición de ciertos tipos de cáncer, como del hígado o del cuello uterino (virus del papiloma humano y el virus de la hepatitis, respectivamente), el cáncer de por sí no es una infección ni tampoco se contagia, con la excepción del tumor venéreo transmisible canino y el tumor facial de los demonios de Tasmania.

El cáncer ha sido reportado en todos los animales (metazoos), desde los dinosaurios hasta el hombre. Esto indicaría que los mecanismos que propician el desarrollo del cáncer están arraigados profundamente en nuestra historia evolutiva. Cuando se analizó el genoma de la esponja Amphimedon queenslandica, uno de los primeros metazoos, se observó la presencia de varios de los oncogenes que hoy poseemos. Esto indicaría que los genes que causan el cáncer (oncogenes) son extremadamente primitivos y conservados y podrían haber sido indispensables para las funciones vitales de los primeros organismos multicelulares.

Fue gracias a estas observaciones que Davis & Lineweaver propusieron la hipótesis de que el cáncer es un estado atáviccfo de una vida multicelular. El atavismo es la reaparición de una característica ancestral en un organismo moderno. El atavismo ocurre porque los genes que codifican ciertas características ancestrales son preservados en el genoma, pero se encuentran “apagados” o relegados al ADN no codificante. Entonces, el atavismo se podría dar como resultado del mal funcionamiento de un gen moderno cuya función es de suprimir la expresión y desarrollo de esta característica primitiva.
¿No les suena familiar? “Mal funcionamiento de un gen que debe suprimir la expresión de otro”. El cáncer es lo mismo. Por ejemplo, el mal funcionamiento del gen p53, evitará que éste sea expresado. La p53 es un factor de transcripción (proteína que activa otros genes) que actúa en respuesta al daño del ADN, deteniendo el ciclo celular. Si la p53 falla y el ADN sufre un daño, la célula seguirá dividiéndose y transmitirá sus errores a las células hijas, las cuales potenciarán el error, así hasta convertirse en una célula maligna y desarrollar el cáncer.
Los metazoos surgimos como el resultado de la transición de una forma de vida unicelular a una multicelular hace al menos mil millones de años. Los primeros metazoos o proto-metazoos habrán sido sólo pequeños aglomerados de células indiferenciadas o poco diferenciadas, con la capacidad de adherirse y cooperar de manera rudimentaria entre sí. A estos proto-metazoos David & Lineweaver los denominaron Metazoos 1.0. Luego, los Metazoos 1.0 adquirieron funciones más especializadas, desarrollaron moléculas señalizadoras más sofisticadas y empezaron a diferenciarse para que cada tipo celular adquiera funciones específicas. Fue así que nacieron los Metazoos 2.0, hace unos 600 millones de años.

Pero, ¿los genes de los Metazoos 1.0 desaparecieron o fueron apagados por los genes que aparecieron en los Metazoos 2.0? Los genes de los Metazoos 1.0 siguen presentes en formas inactivas. Las únicas funciones que cumplían los Metazoos 1.0 eran de sobrevivir, mantenerse viables y dividirse en formas indiferenciadas o poco diferenciadas. Como pueden ver, los Metazoos 1.0 se comportaban como lo hacen actualmente los tumores.

Esto quiere decir que los genes que se activan en las células cancerígenas (oncogenes) constituyen un mecanismo de supervivencia primitivo y bastante robusto, que lo único que garantizaba era la proliferación y mantenimiento de un estado multicelular, tal como lo encontrado en los Metazoos 1.0.

Entonces, ¿es posible que la información que induce el cáncer está presente en nuestros propios genomas, esperando ser activados?


Referencia:

ResearchBlogging.orgDavies, P., & Lineweaver, C. (2011). Cancer tumors as Metazoa 1.0: tapping genes of ancient ancestors Physical Biology, 8 (1) DOI: 10.1088/1478-3975/8/1/015001