09 marzo, 2010

Terremoto de Chile movió partes de Sudamérica

El terremoto que azotó el sur de Chile la semana pasada, con una fuerza de 8,8  grados en las escala de Richter, desplazó más de tres metros hacia el oeste la ciudad de Concepción, así como movió algunas zonas del norte de Chile, Argentina y las Islas Flankland y Fortaleza en Brasil, según los datos obtenidos por cuatro universidades y varias agencias geofísicas. Este es un panorama más claro de la fuerza que hubo detrás del terremoto considerado el quinto más fuerte desde que se usan los instrumentos de medición modernos.

La ciudad de Buenos Aires, ubicada a cientos de kilómetros del epicentro, se desplazó casi una pulgada hacia el oeste. Santiago, la capital chilena, se desplazó casi 11 pulgadas hacia el sudoeste, y las ciudades de Valparaíso y Mendoza también sufrieron un ligero desplazamiento. Los investigadores dedujeron estos desplazamientos comparando las ubicaciones precisas de las ciudades antes y unos días después del terremoto, usando GPSs —Sistemas de Posicionamiento Global— del proyecto CAP (Central and Southern Andes GPS Project) que cuenta con 25 estaciones GPS distribuidas en toda la región.

Como sabemos, el terremoto fue causado por el hundimiento de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana. Esta zona siempre ha sido muy propensa a sufrir de movimientos telúricos en cualquier momento del año, pero un terremoto de tal magnitud no se veía hace muchos años. El proyecto CAP pretende ampliar el número de estaciones GPS para monitorear, de manera más exacta, las deformaciones geológicas post-sísmicas y poder entender la dinámica de los terremotos en la zona.

Este terremoto “Maule” se ha convertido en el más importante hasta ahora estudiado, gracias a la gran precisión de los instrumentos con que se cuentan.

Referencia:

Ohio State University (2010, March 8). Chilean earthquake moved entire city 10 feet west, shifted other parts of South America.

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07 marzo, 2010

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Qué tenemos en los intestinos?

ResearchBlogging.orgTenemos aproximadamente 10 trillones de células en nuestro cuerpo, pero, por cada célula tenemos 10 bacterias, las cuales suman 100 trillones, y por cada gen que tenemos hay 100 genes bacterianos. Al parecer nuestro cuerpo está hecho de bacterias las cuales habitan principalmente la parte interna de nuestros intestinos, tanto el grueso como el delgado. ¿No creen que toda esta cantidad de inquilinos influyan, de alguna manera, en nuestra fisiología?. Cuanta diversidad genética tenemos dentro de nuestro propio organismo, cuantos genes que codifican proteínas que nuestro propio genoma no lo puede hacer, ¿como estudiar todo esto?

Para responder estas preguntas, científicos liderados por Junjie Qin de la BGI-Shenzhen de China, usaron la metagenómica. Pero, ¿que es exactamente la metagenómica?. En términos sencillos es secuenciar y analizar el material genético de toda una muestra, sin la necesidad de aislar y cultivar cada uno de los organismos que estén presentes en ella. Esto significa un ahorro de tiempo y dinero. Además, comparando los genes encontrados con una base de datos genético, podemos identificar que especies hay en la muestra y cuales son sus funciones.

Entonces, Qin et al. recolectaron la caquita de 124 individuos europeos (españoles y daneses), tanto de personas sanas como otras con obesidad y pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales —úlceras y la enfermedad de Crohn. Extrajeron todo el ADN de estas muestras de heces y las secuenciaron usando un Analizador de Genoma de Illumina. El equipo encontró 3.3 millones de ORFs con una longitud promedio de 704pb. Un ORFs es una secuencia de ADN que podría codificar para una proteína ya que cuenta con el codón de inicio y el codón de terminación, en otras palabras, podría ser un gen. Estos 3.3 millones de ORFs fueron comparados con los 319812 genes de los 89 microorganismos que viven en nuestros intestinos y que tienen sus genomas secuenciados. El 80% de estos eran similares con los ORFs en al menos el 80% de su secuencia. De los 3.3 millones de ORFs, 294 mil estaban presentes en al menos el 50% de los individuos, a los cuales se les llamó “genes comunes”. Cada individuo cargaba un promedio de 500 mil ORFs, de los cuales 204 mil era los genes comunes (38%).

Lo que llamó mucho la atención fue que los pacientes con enfermedades intestinales tenían 25% menos genes que los individuos sanos. Entonces se analizó y comparó los microorganismos presentes en los individuos sanos y enfermos. Se observó claras diferencias entre la microbiota de estos individuos. Los que sufrían de la enfermedad de Crohn formaban un clúster diferenciado de los que tenían ulceras intestinales y de los individuos sanos. Entonces, los microorganismos de nuestros intestinos son importantes para estar sanos, y de repente, la hipótesis de que están relacionados con la obesidad y sobrepeso sea cierta.

gut_microbes

Pero, ¿cuáles son las bacterias más comunes que habitan nuestros intestinos? Para responder esta pregunta, los investigadores alinearon las secuencias del metagenoma hallado con los genomas de las 650 especies de arqueas y bacterias que ya han sido secuenciados. Se encontraron que todos los individuos compartían 17 especies, 57 en más del 90% y 75 en el 50%. Las especies más abundantes pertenecían a los miembros del grupo de los Bacteroides y Dorel/Eubacterium/Ruminococcus así como también miembros de los grupos de las Bifidobacterias, Proteobacterias y streptococcus/lactobacilus.

Finalmente, se estudió las funciones de los genes encontrados y estos pertenecían a dos grupos: aquellos que son requeridos por todas las bacterias para poder vivir y aquellos que son específicos para vivir en los intestinos. Entre los genes del primer grupo tenemos a los que tienen funciones en las rutas metabólicas primarias (el metabolismo del carbono y síntesis de aminoácidos) así como importantes complejos proteicos (ADN y ARN polimerasas, ATPasas); y los genes del segundo grupo encontramos proteínas envueltas en la adhesión a las células del intestino (colágeno, fibrinógeno, fibronectina) y enzimas para degradar otro tipo de azúcares.

gut_microbiota a. Rutas metabólicas encontradas en la microbiota intestinal. b. Funciones de los genes encontrados.

Se ve que casi el 75% de los genes encontrados están dentro de uno de los grupos funcionales. De la fracción conocida el 5% codifica para proteínas relacionadas con los bacteriófagos, lo cual indica que son importantes para mantener la homeostasis intestinal. También se encontraron una variedad de genes de metabolismo secundario que tienen la capacidad de producir enzimas capaces de degradar pectina, sorbitol y otros azúcares complejos, los cuales que están presentes en las frutas y verduras que comemos y que nuestro organismo es incapaz de metabolizar.

Además, estos microorganismos producen ciertos compuestos que son importantes para el buen funcionamiento de nuestro organismo tales como el acetato (importante para las células musculares, cerebrales y del corazón), el propionato (usado en el proceso de la neoglucogénesis), el butirato (importante para los enterocitos), muchos aminoácidos indispensables para el hombre, vitaminas. También tienen la capacidad de degradar muchos compuestos xenobióticos.

Como podemos ver, nuestros bichos son de vital importancia para nosotros, pero no por eso vamos a comer con las manos sucias con el objeto de “aumentar nuestra flora intestinal”, o vamos a comer un cebiche en “la Parada” o una papa a la huancaína en Gamarra, ya que un pequeño desbalance en la microbiota puede ser muy perjudicial para la salud.

Referencia:

Qin, J., Li, R., Raes, J., Arumugam, M., Burgdorf, K., Manichanh, C., Nielsen, T., Pons, N., Levenez, F., Yamada, T., Mende, D., Li, J., Xu, J., Li, S., Li, D., Cao, J., Wang, B., Liang, H., Zheng, H., Xie, Y., Tap, J., Lepage, P., Bertalan, M., Batto, J., Hansen, T., Le Paslier, D., Linneberg, A., Nielsen, H., Pelletier, E., Renault, P., Sicheritz-Ponten, T., Turner, K., Zhu, H., Yu, C., Li, S., Jian, M., Zhou, Y., Li, Y., Zhang, X., Li, S., Qin, N., Yang, H., Wang, J., Brunak, S., Doré, J., Guarner, F., Kristiansen, K., Pedersen, O., Parkhill, J., Weissenbach, J., Antolin, M., Artiguenave, F., Blottiere, H., Borruel, N., Bruls, T., Casellas, F., Chervaux, C., Cultrone, A., Delorme, C., Denariaz, G., Dervyn, R., Forte, M., Friss, C., van de Guchte, M., Guedon, E., Haimet, F., Jamet, A., Juste, C., Kaci, G., Kleerebezem, M., Knol, J., Kristensen, M., Layec, S., Le Roux, K., Leclerc, M., Maguin, E., Melo Minardi, R., Oozeer, R., Rescigno, M., Sanchez, N., Tims, S., Torrejon, T., Varela, E., de Vos, W., Winogradsky, Y., Zoetendal, E., Bork, P., Ehrlich, S., & Wang, J. (2010). A human gut microbial gene catalogue established by metagenomic sequencing Nature, 464 (7285), 59-65 DOI: 10.1038/nature08821

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05 marzo, 2010

Ida no es nuestra tatara-tatara-tatara nada!

Hace unos diez meses se publicó en PLoS los resultados obtenidos de examinar el fósil de un Darwinius masillae en perfecto estado, siendo catalogado como el “eslabón perdido” (término que no debería ser tomado por los periodistas científicos, ya que tal cosa no existe) o el “santo grial” de la evolución humana. A partir de este hallazgo, este fósil se volvió tan popular que se hizo un libro, dos documentales y una página web clamando que era el ancestro de todos los primates, especialmente de los haplorrinos, de los cuales formamos parte.

Sin lugar a dudas Ida es un fósil espectacular, tiene aproximadamente 47 millones de años, está muy bien preservado, tiene la “pinta” de mono, etc. Sin embargo, Ida no ha cambiado en nada lo que sabemos de nuestra evolución. Ella nos dice más acerca de la evolución de los lémures y los loris (estrepsirrinos) que de la nuestra, según investigadores de la Universidad de Duke y la Universidad de Chicago quienes publicaron sus hallazgos en el Journal of Human Evolution.

Hay carencias claras de sinapomorfías que relacionen a D. masillae con los haplorrinos, a pesar que Ida este muy relacionado con los adaptiformes. Más bien, Ida pertenece al grupo de los estrepsirrinos. En otras palabras, para que Ida sea considerada como nuestro ancestro, debe compartir características con los haplorrinos.

Por el hecho que parezca un mono o compartir ciertas cosas con nosotros no quiere decir que sea nuestro ancestro. Para que la capten mejor les daré un ejemplo. Los humanos y las salamandras tenemos 5 dedos, pero los caballo solo dos… esto no puede ser usado como evidencia para decir que estamos más relacionados con las salamandras que con los caballos, porque eso no es cierto. Se deben diferenciar los caracteres que relacionan a Ida con los haplorrinos que con los primates más primitivos.

Para terminar, según este último análisis los adaptiformes forman parte del grupo de los estrepsirrinos, y por lo tanto, Ida no es parte de nuestro linaje evolutivo. A pesar de esto, Ida a resuelto muchas preguntas en cuando a la evolución de los primates en sí y, la lección que debemos aprender es que debemos tener mucho cuidado al anunciar el descubrimiento de algún ancestro humano sin antes poner la investigación a una revisión por parte de otros investigadores y otros centros de investigación del mundo, y no que sea revisado sólo por dos personas como lo hacen todas las revistas científicas (peer-review).

Vía Journal of Human Evolution.

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04 marzo, 2010

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La flora intestinal podría estar relacionada con la obesidad

La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública mundial y muchos le echan la culpa a los desórdenes alimenticios como comer mucha comida chatarra en cualquier momento del día. La obesidad también puede ser causa de problemas metabólicos como la diabetes o cambios fisiológicos como el estrés y la ansiedad.

Sin embargo, investigadores de la Universidad de Emory en Estados Unidos, liderados por el inmunólogo Andrew Gewirtz encontraron nuevos indicios que podrían demostrar la relación que hay entre el mal funcionamiento del sistema inmunológico, el desbalance en la proporción bacteriana y el aumento del apetito en ratones. Sus resultados han sido publicados hoy en la versión online de Science. Cabe resaltar que los ratones son buenos modelos para predecir ciertos efectos en los humanos, esto no quiere decir que, si ocurre algo en los ratones, también ocurrirá exactamente lo mismo en humanos.

Estos resultados podrían tener mucho sentido ya que, en nuestro cuerpo, las bacterias superan en número a nuestras propias células; además, tenemos una relación simbiótica (ayuda mutua) con ellas, cualquier desbalance podría traer como consecuencia algún cambio fisiológico, inmunológico o metabólico. Se sospecha que ciertas enfermedades autoinmunes, el asma y hasta algunos cánceres son debido a estos desbalances.

En el 2006, el microbiólogo Jeffrey Gordon de la Universidad de Washington ya había documentado que ciertos cambios en las bacterias del estómago de ratones los hacían más propensos a engordar en dietas ricas en grasas; y que al trasplantar sus estómagos a ratones sanos, estos también engordaban. Gewirtz et al. complementaron estos estudios enfocándose además en el sistema inmunológico de los ratones y el posible aumento de apetito.

Según Gerwitz, la razón de por qué la gente come demasiado, no puede ser simplemente debido a que la comida chatarra es barata y abundante, este aumento de apetito puede ser impulsado por los cambios en las bacterias intestinales.

Gerwitz et al. usaron un grupo de ratones deficientes al gen tlr-5, el cual es requerido por el sistema inmune para identificar muchos tipos de bacterias. Los ratones deficientes a este gen eran 20% más pesados que los sanos, además presentaban alta presión arterial, altos niveles de colesterol y eran insensibles a la insulina, en otras palabras, estaban sufriendo de una versión roedora de la obesidad y diabetes. Los investigadores encontraron patrones inusuales de bacterias en estos ratones, y al transferir estas bacterias al sistema digestivo de ratones sanos, estos también empezaron a comer más y a tener síndromes metabólicos.

Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta como las bacterias pueden producir estos cambios metabólicos, se presume que puede ser de dos maneras: las bacterias procesan los nutrientes de manera directa (se comen todo y no nos dejan nada más que sus desechos o lo que no quieren comer) o alteran la actividad metabólica regulando ciertos genes.

Ahora los científicos se están enfocando a estudiar las bacterias del sistema digestivo de las personas con problemas de obesidad o algún síndrome metabólico para ver si hay algún patrón inusual. Tampoco este estudio indica que la obesidad es contagiosa, pero debe haber ciertos factores ambientales que favorecen este desbalance.

Vía WiredScience.

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03 marzo, 2010

El TOP TEN de terremotos

Muy buena ilustración, no sólo mostrando los 10 terremotos más fuertes de los últimos 100 años, sino indicando la dinámica de las placas tectónicas, hacia que direcciones se mueven y por qué generan estos desastres naturales.

Como pueden ver, los peores terremotos se dan en el conocido cinturón del fuego, formada por la placa del Pacífico y sus placas vecinas.

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