Hace unos diez meses se publicó en PLoS los resultados obtenidos de examinar el fósil de un Darwinius masillae en perfecto estado, siendo catalogado como el “eslabón perdido” (término que no debería ser tomado por los periodistas científicos, ya que tal cosa no existe) o el “santo grial” de la evolución humana. A partir de este hallazgo, este fósil se volvió tan popular que se hizo un libro, dos documentales y una página web clamando que era el ancestro de todos los primates, especialmente de los haplorrinos, de los cuales formamos parte.
Sin lugar a dudas Ida es un fósil espectacular, tiene aproximadamente 47 millones de años, está muy bien preservado, tiene la “pinta” de mono, etc. Sin embargo, Ida no ha cambiado en nada lo que sabemos de nuestra evolución. Ella nos dice más acerca de la evolución de los lémures y los loris (estrepsirrinos) que de la nuestra, según investigadores de la Universidad de Duke y la Universidad de Chicago quienes publicaron sus hallazgos en el Journal of Human Evolution.
Hay carencias claras de sinapomorfías que relacionen a D. masillae con los haplorrinos, a pesar que Ida este muy relacionado con los adaptiformes. Más bien, Ida pertenece al grupo de los estrepsirrinos. En otras palabras, para que Ida sea considerada como nuestro ancestro, debe compartir características con los haplorrinos.
Por el hecho que parezca un mono o compartir ciertas cosas con nosotros no quiere decir que sea nuestro ancestro. Para que la capten mejor les daré un ejemplo. Los humanos y las salamandras tenemos 5 dedos, pero los caballo solo dos… esto no puede ser usado como evidencia para decir que estamos más relacionados con las salamandras que con los caballos, porque eso no es cierto. Se deben diferenciar los caracteres que relacionan a Ida con los haplorrinos que con los primates más primitivos.
Para terminar, según este último análisis los adaptiformes forman parte del grupo de los estrepsirrinos, y por lo tanto, Ida no es parte de nuestro linaje evolutivo. A pesar de esto, Ida a resuelto muchas preguntas en cuando a la evolución de los primates en sí y, la lección que debemos aprender es que debemos tener mucho cuidado al anunciar el descubrimiento de algún ancestro humano sin antes poner la investigación a una revisión por parte de otros investigadores y otros centros de investigación del mundo, y no que sea revisado sólo por dos personas como lo hacen todas las revistas científicas (peer-review).
Vía Journal of Human Evolution.
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