19 marzo, 2010

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La guerra de los espermas

En los insectos altamente socializados, como las abejas y las hormigas, se tiene una reina que es la única capaz de producir huevecillos. La reina por lo general es grande y gorda y solo vive echada en el centro del cubil, donde los súbditos viven para alimentarla, limpiarla y cuidarla. Pero, cuando la reina quiere sexo para fertilizar sus huevos, tiene dos opciones —dependiendo de la especie— tener un solo semental (monandra) o muchos donadores (poliandra). Cuando es monandra la cosa es sencilla, el macho acumula mucho esperma durante su vida y cuando llega la hora lo depositan todo y fertiliza todos los huevecillos. Pero, cuando la reina es poliandra, la cosa cambia.

Cuando son muchos machos los que quieren depositar su material genético, compiten ferozmente entre sí para depositar la mayor cantidad de esperma en la reina. Pero la guerra no termina aquí. Una vez que el esperma está dentro de la reina, liberan sustancias químicas que incapacitan al esperma rival. Investigadores de la Universidad de Copenhague, lideradas por la Dra. Susanne den Boer, investigaron este comportamiento y observaron que las sustancias que liberan son inocuas para si mismos, pero si lo son hasta para el esperma de sus propios hermanos.

Este experimento se hizo exponiendo los espermas de diferentes especies a sus propios espermas, al de sus hermanos y al de machos parentalmente no relacionados. Observaron que en especies donde la reina es monandra, los fluidos seminales tenían los mismos efectos beneficiosos sobre su propio esperma y el de otros machos; en cambio, en las especies donde la reina acumula el esperma de diferentes machos, las tasas de supervivencia disminuyeron considerablemente en los espermas de los hermanos o de otros machos en sólo 30 minutos.

Uno puede pensar que este comportamiento es beneficioso, porque de esta manera se asegura que el esperma más resistente será el más apto y dará una mejor descendencia, pero esto no es así. Desde el punto de vista de la reina esto es un problema, porque requiere de una gran cantidad de esperma para poder fertilizar todos los huevecillos que produzca durante su vida, así que en la espermateca, la reina tiene un fluido que aplaca esta guerra y suprime el efecto destructivo de los fluidos seminales rivales, llevándolos a una paz eterna.

Vía Not Exactly Rocket Science.

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