Un día como ayer hace 56 años, un muchachito de 23 años llamado Stanley Miller publicó un pequeño artículo científico -de tan sólo 800 palabras y acompañado de 2 gráficos- en la revista Science, que marcó un hito en el estudio del orígen de la vida.
Trabajando con ayuda del ganador del Premio Nobel, el químico Harold Urey de la Universidad de Chicago, diseñaron un aparato que podía replicar la atmósfera primitiva de la tierra. Combinaron los ingredientes del "caldo primordial" (amonio, metano, hidrógeno y una corriente de agua) y "cocinaron" los ingredientes con descargas eléctricas.
"Mientras el agua circulaba en el matraz, el color cambió a rosa después del primer día y para el final de la semana la solución se volvió roja oscura y turbia", describió Stanley.
Luego de hacer este sencillo experimento, tomaron una muestra de la solución y la analizaron mediante una cromatografía encontrando la presencia de la mitad de los aminoácidos que los organismos vivos usan para la síntesis de sus proteínas.
Aunque ya se habían generado moléculas orgánicas mediante otros experimentos, Stanley Miller y el profesor Urey demostraron la posibilidad de que la vida pudo emerger espontáneamente a partir de estas moléculas que estaban presentes en nuestra atmósfera primitiva. Ellos nunca creyeron que habían creado vida, pero si estaban seguros que los compuestos orgánicos que la conforman podían crearse mediante reacciones químicas sencillas.
Aunque muchos científicos contemporáneos creen que el experimento y la hipótesis de Urey y Miller no es muy convincente, si están de acuerdo en que es posible.
Referencia:
Miller, S. A Production of Amino Acids Under Possible Primitive Earth Conditions. Science 15 May 1953: 528-529 DOI: 10.1126/science.117.3046.528
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