16 diciembre, 2011

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Animación: ARN de interferencia

Los ARN de interferencia (ARNi) juegan un rol importantísimo en la regulación de la expresión genética a nivel postranscripcional. En otras palabras, inhiben la expresión de un gen después de que éste se haya transcrito de ADN a ARN mensajero (ARNm).

Los ARNi se encuentran en casi todos los seres vivos y se ha observado que ciertos virus y bacterias los producen para controlar el comportamiento fisiológico de las células que van a infectar o las que ya han infectado. Un tipo de ARNi son los microARNs (miARN), que consisten en pequeñas secuencias de ARN —de unos 21 nucleótidos en promedio— con la capacidad de emparejarse con una porción del ARNm gracias a la complementariedad de sus bases, para inhibir su expresión.

Nature Review Genetics ha preparado una excelente animación que explica, de manera sencilla y didáctica, el proceso de silenciamiento de un gen mediante los ARNi.

Vía | Nature.

15 diciembre, 2011

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¿Qué regalar esta navidad… a un biólogo?

[Entrada publicada originalmente el 11 de Diciembre del 2010, renovada y mejorada]

Si bien muchos biólogos no ven el 25 de diciembre como una fecha de “regocijo y recogimiento” (la verdad no sé que significan esas dos palabras, pero suelo escucharlo muy a menudo por estas fechas), no me pueden negar que todos sentimos algo del “espíritu navideño”. Deseamos Feliz Navidad sin sentirlo, decoramos la casa, encendemos los fuegos artificiales, tomamos chocolate caliente con panetón y, sobre todo, intercambiamos obsequios.

Sin embargo, muchos no reciben el regalo que esperaban. Así que si tienes un hij@, prim@, herman@, amante, amig@ secret@, cariños@ o con derechos, que es biólogo o afín, aquí les presento una lista de las cosas podrían regalarles y quedar bien…


Muchos acostumbran regalar peluches a sus enamoradas, pero, les aseguro que a las chicas no les gustan esas tonterías, lo aceptan porque… en fin, tienen que hacerlo. Sin embargo, si tu enamorada es bióloga, sobre todo, especializada en microbiología, tal vez le agraden estos peluches. Si lo consigues, serás bien recompensado…

Son los microorganismos más patogénicos y asesinos que existen en la Tierra; sin embargo, te aseguro que a ella le provocarán una enorme ternura verlos y no se separarán de ellos cuando vayan a acostarse.

Este adorno navideño viene con una neurona, el virus de la gripe, una E. coli, el virus de Epstein-Barr y una ameba roja por ahí. Pero, GiantMicrobes® no sólo hace peluches, también diseña polos, tazas, gorras, tatuajes; y si eres chica y tienes un enamorado biólogo tal vez le gusten estas corbatas… Ya sabes, puedes visitar su página web y hacer el pedido a través de ella, en promedio $20±10.

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Si por ahí tienes un amigo biólogo, que se viste de manera extravagante, tal vez le guste una de estas corbatas…

o estas chalinas…

ties

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Si quieres regalar algo más serio, como para que la esposa o enamorada lo pueda usar durante la cena navideña, estos aretes pueden ser los indicadas, le darán un toque químico al brindis…

Y para darle su toque biólogo, cómprale de los elementos Carbono (c), Hidrógeno (H), Oxígeno (O), Nitrógeno (N), Fósforo (P), Azufre (S). Y si es microbióloga y se llama Rosie Redfield, cómprale uno del Arsénico (As).

O si tu novia o enamorada es bióloga molecular, caerá rendida a tus pies cuando le regales este arete del marcador del ADN del Fago λ cortado con la enzima de restricción HindIII…

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Y si tu chica te dejó por otro, regálale esto:

bitch

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Pero, si lo que quieres deleitar a los padres de tu enamorad@ o novi@, los cuales son científicos de renombre, hazlo demostrando tus cualidades culinarias en la repostería y gánatelos con uns galletas bien científicas. Pero, para ello, necesitarás los moldes adecuados…

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Link: [http://www.sciencecookiecutters.com/]


Si tienes una enamorada bioquímica, es algo vanidosa y le gusta mucho las joyas, por qué no le regalas un collar hecho de una molécula de oxitocina (la hormona del amor), o unos aretes complementarios (uno de ellos es una Guanina y el otro una Citosina) o un gancho para su celular o USB hecho de una molécula de cafeína… con esto también serás bien recompensado…

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A mi parecer, este regalo es de los mejores [vistos anteriormente en BioUnalm] hechos con tu propio ADN, para que con él puedas decorar tu sala, cuarto, oficina, laboratorio, donde más te guste…

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En fin, esas son algunas de las opciones, para todos los gustos, para todos los bolsillos, si tienes por ahí otra sugerencia háznosla saber… así que a empezar a ahorrar.

Links relacionados | The-Scientist.


Esta entrada participa en el VIII Carnaval de Biología celebrado este mes en el gran blog Resistencia Numantina.

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14 diciembre, 2011

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Científicos usan computadoras para predecir cómo interactúan las comunidades bacterianas

Permitirá diseñar consorcios de microorganismos enfocados a la biorremediación y la producción de energía.

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Ninguna especie en la Tierra vive aislada de las demás. Todas las que comparten un mismo nicho ecológico, de alguna forma, están interactuando. Esto nos lleva a hacernos una de las preguntas más importantes de la ecología: ¿cómo hacen para coexistir?

Darwin, al hacer su famosa observación sobre la variedad de picos que presentaban los pinzones de las Islas Galápagos, concluyó que la clave está en el principio de exclusión de competitividad. Éste afirma que la coexistencia se da a medida que las especies eviten la superposición de recursos, en otras palabras, que “eviten comer lo mismo”.

Sin embargo, la similaridad fenotípica que muestran ciertas especies que habitan un mismo nicho ecológico ha hecho reconsiderar el rol que cumple las interacciones competitivas en la forma como se desarrolla una determinada comunidad biológica. Algunos estudios sugieren que la capacidad de carga de estos ambientes es suficiente como para permitir la coexistencia de especies muy relacionadas. Además, se ha observado que las especies no solo compiten por su supervivencia, sino que también cooperan.

Una forma de estudiar esto es a través de las comunidades bacterianas, donde las interacciones competitivas y cooperativas derivan de su metabolismo. En la actualidad, tenemos secuenciado el genoma completo de cientos de especies de bacterias, de las cuales se ha logrado reconstruir el metabolismo completo de al menos unas 120 de ellas. Por otro lado, contamos con información metagenómica de diferentes nichos ecológicos, que nos ha permitido identificar a las especies de bacterias las conforman.

Con estos datos, investigadores de la Universidad de Tel Aviv liderados por la Dra. Shiri Freilich, han logrado elaborar un algoritmo computacional (in silico) que les ha permitido predecir el potencial competitivo y cooperativo de unas 7,000 interacciones bacterianas. Según el artículo publicado en Nature Communications, este algoritmo podrá ser usado para el estudio de consorcios bacterianos usados en la industria y la biorremediación con el fin de optimizarlos y mejorar su eficiencia.

Para el estudio, Freilich y sus colaboradores usaron las 118 especies de bacterias que tienen su metabolismo completamente caracterizado.  Estas bacterias presentan una tasa de producción de biomasa (TPB) específica. Esto quiere decir que si son puestas en medios de cultivo que satisfagan todos sus requerimientos nutricionales, alcanzarán su mayor velocidad de proliferación y el tamaño de las colonias será cada vez más grande. Entonces, aquellas especies que se dividan más rápido producirán una mayor biomasa. Estos datos fueron cargados al programa y analizados por pares, obteniéndose 6,903 combinaciones.

microbial_consortiumLas interacciones esperadas fueron tres: i) negativas, cuando las dos especies consumen los mismos recursos (competencia), el crecimiento global es menor a la suma de los crecimientos individuales [SIG] ii) positivas, cuando los metabolitos producidos por una especie son usados por la otra (mutualismo, comensalismo o parasitismo), el crecimiento global es mayor al SIG y iii) neutras, cuando no hay un efecto sobre ambas, el crecimiento global será igual al SIG.

Por otro lado, el medio también juega un rol importante en la forma como interactúan las bacterias. Hay medios en los cuales se promueve la competencia y en otros la cooperación. El programa desarrollado por Freilich et al. también permitió evaluar esto.

Los investigadores evaluaron primero el medio inductor de competencia en cada una de las combinaciones. El programa permitió predecir cual de las dos especies era la ganadora en función a su TPB individual. Las más ganadoras siempre fueron las de rápido crecimiento como Escherichia coli, Salmonella typhimurium, Vibrio cholerae y Pseudomonas aeruginosa; mientras que las más perdedoras fueron aquellas bacterias que viven necesariamente dentro de otras células u organismos (parásitos intracelulares estrcitos) como Mycoplasma genitalium y Buchnera aphidicola. Algunos de los resultados fueron confirmados experimentalmente.

Para cuantificar el nivel de competencia entre los pares de bacterias, Freilich y su equipo crearon un valor llamado Escore Potencial Competitivo (PCS), que iba de 0 a 1, para designar si no había competencia o si esta era máxima, respectivamente. Los resultados mostraron que el 98% de las pruebas dieron un valor positivo con un promedio de 0.77.

Los valores negativos encontrados en los PCS (~2%) indicarían que en algunas interacciones había cooperación. Y en efecto, al analizar aquellos pares cooperativos encontraron casos reportados previamente en condiciones naturales, por ejemplo, el que se da entre Salinibacter ruber y Haloquadratum walsbyi, bacterias extremas que viven en ambientes súper salinos (halófilos). H. walsbyi depende de la dihidroxiacetona que produce S. ruber.

Así que Freilich y sus colegas también evaluaron el otro caso usando medios inductores de cooperación y lo cuantificaron usando el Escore Potencial de Cooperación (PCPS), que también iba del 0 al 1 para indicar los menos y los más cooperativos, respectivamente. Sin embargo, sólo el 35% de las interacciones mostraban un potencial cooperativo.

Los investigadores se llevaron una sorpresa al ver que la colaboración se maximizaba cuando había un cierto grado de similaridad en los requerimientos nutricionales entre los pares de bacterias. Este comportamiento se ajustaba al modelo económico que describe la probabilidad de formar alianzas entre distintas corporaciones para evitar la competencia, sobre todo cuando se da una superposición tecnológica. Por ejemplo, en el mundo de los celulares inteligentes, tablets y computadoras portátiles. Al evitar la competencia, maximizan sus ganancias, sin embargo debe existir cierto grado de competencia inicial para que la alianza sea más exitosa.

Freilich además observó que la mayoría de las interacciones cooperativas in silico eran del tipo unidireccional, o sea, una de las dos especies era beneficiaba mientras que la otra no era afectada (comensalismo). Los Clostridium eran frecuentes en este tipo de interacciones gracias a su capacidad de digerir celulosas y ligninas (polisacáridos muy complejos) y liberar azúcares más simples que son aprovechados por los demás. Sin embargo, se desconoce el beneficio que pueda dar a una comunidad bacteriana este tipo de cooperación unidireccional.

Finalmente, los investigadores usaron su algoritmo para estudiar las interacciones que se dan entre los microorganismos que viven en un determinado ambiente. Para ello tomaron la información metagenómica de 59 nichos ecológicos observando que había una alta tasa de interacciones cooperativas cerradas del tipo “dame que te doy”. En otras palabras, A daba un metabolito esencial a B, B hacía lo mismo con C, y C lo mismo con A. Las interacciones cooperativas predichas a partir de muestras procedentes de estos entornos naturales era el doble a las predichas de bacterias tomadas al azar.

Lo interesante fue observar también interacciones cooperativas entre bacterias que normalmente son grandes competidoras. Esto indica que las condiciones del medio son un factor importante que determina el tipo de interacción que tendrán las bacterias.

Este algoritmo puede ser útil a la hora de diseñar y probar consorcios de microbios beneficiosos que tendrán aplicaciones tanto en la industria farmacéutica (producción de fármacos, antibióticos, complejos nutricionales, etc.) como en la biorremediación de ambientes contaminados con petróleo, relaves mineros, pesticidas, etc. Aún falta afinar algunas cosas, pero en principio funciona y tal vez, en un futuro no muy lejano, las pruebas in vitro serán cosa del pasado. La era de lo in silico está por llegar.


Referencia:

ResearchBlogging.orgFreilich, S., Zarecki, R., Eilam, O., Segal, E., Henry, C., Kupiec, M., Gophna, U., Sharan, R., & Ruppin, E. (2011). Competitive and cooperative metabolic interactions in bacterial communities Nature Communications, 2 DOI: 10.1038/ncomms1597

Imagen de portada: ©GiantMicrobes.

11 diciembre, 2011

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Descubren nueva mutación que afecta el desarrollo del páncreas

Su entendimiento perfeccionaría la terapia regenerativa de la diabetes.

(c) Lango Allen et al. Nat Gen (2011)

La agenesia y la hipoplasia pancreática son problemas congénitos muy raros que se caracterizan por la ausencia total o parcial del páncreas que deriva en una diabetes o en una insuficiencia general del órgano. Las personas que nacen con este problema deben recibir tratamiento de por vida, ya sea dosis de insulina o de las enzimas que no puedan producir (terapia de reemplazo enzimático).

Estudios previos demostraron que dos mutaciones estaban relacionadas con esta enfermedad, una en la proteína PTF1A (factor de transcripción 1α del páncreas) y la otra en la proteína IPF-1 o PDX1 (factor promotor de insulina 1). Sin embargo, en un estudio publicado hoy en Nature Genetics, investigadores europeos liderados por la Dra. Hana Lango Allen de la Universidad de Exeter (Reino Unido), han encontrado una nueva mutación que está relacionada con el desarrollo de la mitad de los casos de agenesia pancreática estudiados.

Lango y sus colaboradores estudiaron a 27 pacientes con agenesia pancreática de los cuales sólo uno presentaba una de las mutaciones descritas anteriormente. La causa del problema congénito de los 26 pacientes restantes era desconocida, por lo que sospechaban que se trataba de una mutación generada durante el desarrollo embrionario conocidas como mutaciones de novo.

Al secuenciar sólo los genes codificantes (exoma) de estos pacientes, los investigadores detectaron mutaciones del gen gata6 en 15 de ellos (~57%), las cuales no fueron encontradas en los padres, confirmándose así que se trata de mutaciones de novo. Además se observó que 14 de los 15 afectados por esta mutación presentaban defectos cardiacos congénitos y en algunos casos se observó anomalías en el tracto biliar y digestivo, y problemas neurológicos, lo que indicaría que el gen podría estar involucrado en el desarrollo de diferentes órganos.

GATA6 es un factor de transcripción presente en los vertebrados y está envuelto en el control de la diferenciación celular y en el desarrollo morfológico del embrión. Un estudio publicado en 1998 por investigadores de la Universidad de Chicago demostró que los ratones que tenían gen mutante homocigota (GATA6−/−) morían en el estado embrionario conocido como gástrula; mientras que los ratones que presentaban la mutación heterocigota (GATA6+/−) nacían completamente normales. No obstante, en humanos bastaba con que una de las copias del gen esté mutado para provocar la agenesia pancreática.

Estos resultados indicaban dos cosas: i) GATA6 cumple un rol importante, y tal vez exclusivo, en el desarrollo del páncreas humano y ii) la agenesia es causada por haploinsuficiencia, o sea, que una copia de este gen no es suficiente para evitar el problema congénito, a diferencia de los genes PTF1A y PDX1, donde una copia correcta del gen es más que suficiente para que el individuo esté sano.

Comprender la función de este factor de transcripción sería de gran ayuda para el desarrollo de terapias regenerativas para la diabetes. Estas terapias se basan en el uso de células madre o células reprogramadas para convertirse en células pancreáticas que permitan regenerar el tejido completo y curar problemas fisiológicos como la diabetes o la insuficiencia pancreática. Para ello se requiere de factores de transcripción específicos que permitan una adecuada diferenciación celular. GATA6 podría ser uno de ellos.


Referencia:

ResearchBlogging.orgAllen, H., Flanagan, S., Shaw-Smith, C., De Franco, E., Akerman, I., Caswell, R., Ferrer, J., Hattersley, A., & Ellard, S. (2011). GATA6 haploinsufficiency causes pancreatic agenesis in humans Nature Genetics DOI: 10.1038/ng.1035

08 diciembre, 2011

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Ratas demuestran empatía ayudando a sus compañeras necesitadas

Muestran un comportamiento pro-social que se creía propia de los primates.

(c) Bartal et al./Science

Se considera como un comportamiento pro-social aquella acción que se hace en beneficio del otro. La empatía es un ejemplo de ello y se da cuando sentimos el sufrimiento o la preocupación de otra persona y la ayudamos con el fin de aliviar su pena. No obstante, para que este proceso se lleve a cabo, debemos tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro, algo que requiere de un sistema cognitivo relativamente avanzado.

Por muchos años, psicólogos y neurocientíficos han discutido la posibilidad de que otros animales posean este atributo. Estudios realizados en chimpancés han demostrado que ellos también tienen la capacidad de mostrar comportamientos pro-sociales, por lo que se cree que esta actitud es propia de los primates. Sin embargo, un artículo publicado hoy en Science sugiere que las ratas también presentan un comportamiento solidario en respuesta a la angustia de un compañero, proporcionando evidencias sobre el origen ancestral de la empatía en mamíferos.

“Hemos evaluado si la presencia de un compañero de jaula atrapado induce un estado de motivación pro-social en las ratas, llevándolas a abrir la puerta de inmovilización para liberarlos”, dijo la neurobióloga Peggy Mason, autora principal de la investigación.

Los investigadores pusieron dos ratas por jaula y las criaron durante quince días para que se familiaricen. Después de este periodo de tiempo empezaron los experimentos. El primero consistía en confinar a una de ellas dentro de un contenedor de plexiglás en el centro de la jaula, donde la única forma de salir era si su compañera ejercía la fuerza suficiente como para abrir la puerta de inmovilización [Figura de portada]. Como controles usaron un contenedor vacío y uno con un juguete dentro.

Los resultados fueron contundentes: el 75% de las ratas del grupo experimental aprendieron a abrir las puertas para liberar a sus compañeros de jaula. En los grupos control, menos del 15% aprendieron a hacerlo. Usando un detector de murciélagos, los investigadores captaron algunos chillidos por parte de la rata atrapada indicando un cierto grado de angustia en él. La rata libre, por su parte, pasaba más tiempo cerca del contenedor cuando su compañero estaba dentro y mostraba un incremento en su actividad física cada vez que lograba liberarlo. Estos resultados indicaban que las ratas actuaban deliberadamente y sentían cierta ‘satisfacción’ al hacerlo.

Sin embargo, no estaban seguros si la motivación por liberar a su compañero era interactuar con él o aliviarle la angustia. Para responder a esta interrogante, los investigadores modificaron el experimento original. Esta vez, el animal del contenedor sólo podía ser liberado a un ambiente separado al de su compañero para así evitar el contacto físico entre ellos. Como control volvieron a usar el contenedor vacío. Los resultados fueron similares al experimento original, las ratas abrían la puerta del contenedor sólo cuando su compañero estaba dentro. Esto demostraba que la interacción social no era la motivación principal para el comportamiento pro-social.

Finalmente, los investigadores quisieron determinar el valor relativo de liberar a su compañero de jaula. Para ello modificaron nuevamente el experimento original. Esta vez pusieron dos contenedores en la jaula, uno para el compañero y el otro con deliciosos chips de chocolate. A las ratas les gustaba mucho el chocolate, en promedio podían comer siete de ellos. Como control usaron un contenedor vacío y el otro con los chocolates.

En este último experimento, los científicos observaron que las ratas abrían los dos contenedores casi al mismo tiempo cuando su compañero estaba atrapado en uno de ellos a pesar que al hacerlo debían compartir los chocolates. Esto no ocurrió en el grupo control, donde las ratas sólo abrían el contenedor con los chocolates.

Sin dudas, estos resultados son bastante interesantes. Las ratas muestran un comportamiento pro-social aliviando la angustia de sus compañeros. Además, sus acciones eran deliberadas y no como producto de la búsqueda de algún tipo de recompensa social. Sin embargo, hay investigadores que se muestran escépticos porque no se ha demostrado que la rata se ponga en los zapatos del otro, simplemente puede ser una respuesta conocida como ‘contagio emocional’ y que la rata actúa para aliviar su propia angustia.


Referencia:

ResearchBlogging.orgBartal, I., Decety, J., & Mason, P. (2011). Empathy and Pro-Social Behavior in Rats Science, 334 (6061), 1427-1430 DOI: 10.1126/science.1210789

07 diciembre, 2011

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Científicos descubren microtúbulos en bacterias

Su facilidad para sintetizarse in vitro facilitará el desarrollo de fármacos anticancerígenos.

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¿Qué distingue a una bacteria de una célula eucariota? No solo es la ausencia del núcleo y otros organelos internos como las mitocondrias o los lisosomas. Las bacterias tampoco presentan microtúbulos.

Los microtúbulos están formados por dos proteínas —la tubulina α y β— las cuales se disponen intercaladamente para formar largos filamentos (trece de ellos forman un microtúbulo). Las bacterias, por su parte, presentan una estructura filamentosa sencilla que participa en la fisión binaria (división de la bacteria), hechos a base de una proteína llamada FtsZ. Las tubulinas y la FtsZ forman parte de la misma familia de proteínas, sin embargo no están muy relacionadas entre sí, dificultando la comprensión del origen evolutivo de los microtúbulos.

Gracias a su importancia en la división, transporte y movilidad celular, los científicos están considerando a los microtúbulos como potenciales blancos para el desarrollo de nuevos agentes anticancerígenos. Lamentablemente, su complejidad estructural dificulta su producción en el laboratorio.

En un estudio publicado en PLoS Biology, investigadores estadounidenses liderados por Martin Pilhofer y Grant Jensen del Instituto Tecnológico de California (Caltech), han reportado el descubrimiento de microtúbulos en bacterias del género Prosthecobacter. Gracias a que presentan una estructura más sencilla, los científicos pudieron sintetizarla con relativa facilidad en el laboratorio.

La idea de bacterias con microtúbulos parecía descabellada. Todo cambió en el 2002 cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Washington descubrieron la presencia de genes bastante relacionados con las tubulinas α y β de eucariotas en cepas del género Prosthecobacter. Estos genes conocidos como btubA y btubB debían codificar para dos tipos de tubulinas bacterianas capaces de ensamblarse y formar microtúbulos. Sin embargo, pasaban los años y nadie podía observarlos.

Encontrar los microtúbulos bacterianos se había convertido en “la búsqueda del tesoro perdido de la microbiología”. La única pista era un ‘rumor genético’ sobre su existencia. Decididos a encontrarlos, Pilhofer y sus colaboradores usaron diferentes cepas de Prosthecobacter, entre ellas, una que no portaban los genes para la tubulina bacteriana (ΔbtubAB). Cuando analizaron las imágenes obtenidas por criomicroscopía electrónica [Figura de portada], los investigadores observaron unas estructuras filamentosas con forma tubular que estaban presentes en la mayoría de las bacterias, menos en aquellas que no portaban los genes btubAB. ¡Por fin se había encontrado los famosos microtúbulos bacterianos!

Estos filamentos tubulares se hallaban principalmente en las prostecas (prolongaciones celulares usadas por las bacterias para adherirse a las superficies). Los investigadores se llevaron una sorpresa al ver que los químicos usados en la fijación de las muestras degradaban los filamentos. He aquí la razón de por qué nadie los pudo observar antes.

Para facilitar el estudio, Pilhofer y su equipo transfirieron los genes btubAB de las Prosthecobacter a E. coli, una bacteria mucho más conocida y fácil de manejar. Los microtúbulos se expresaron adecuadamente en su nuevo anfitrión. Además, los investigadores purificaron las dos tubulinas —bTubA y bTubB— y lograron formar los microtúbulos fuera de la bacteria, demostrando así la facilidad de obtenerlas in vitro.

microtubulo1Las imágenes de criomicroscopía electrónica mostraron, a través de un corte transversal, que los microtúbulos tenían forma pentagonal y su diámetro era de unos 7.6nm. De estos resultados se pudo deducir que los microtúbulos bacterianos están formados sólo por cinco filamentos —en lugar de los 13 encontrados en los eucariotas.

Muchos investigadores consideran que las tubulinas bacterianas bTubA y bTubB han evolucionado a partir de las tubulinas α y β de los eucariotas modernos. Sin embargo, Pilhofer cree que éstas divergieron de una tubulina ancestral formando dos sub-familias. Su hipótesis se basa en que, a diferencia de su contraparte eucariota, las tubulinas bacterianas son más primitivas porque no requieren de chaperonas —proteínas que ayudan a dar la forma final a otras proteínas recién sintetizadas— para generar los microtúbulos. Además, la estructura tubular de cinco filamentos es la arquitectura más simple conocida —a partir de ella evolucionaron los microtúbulos más complejos.

No obstante, aún queda un misterio por resolver: ¿de dónde se originaron los genes que hoy encontramos en las Prosthecobacter? Resulta que los genes btubA y btubB están inmersos en operones distintos, ubicados en diferentes partes del cromosoma bacteriano. Esto indicaría que Prosthecobacter adquirió estos genes por transferencia horizontal, a partir de un linaje bacteriano no identificado que también porta los genes btubAB naturalmente. La otra hipótesis es que los genes fueron heredados del último ancestro común de todos los Verrucomicrobios y que los otros grupos de este filo lo perdieron durante su evolución.

Lo interesante de los microtúbulos bacterianos es su facilidad de ser producidos en el laboratorio ya que no requieren de chaperonas y otras proteínas accesorias para sintetizarse. Además, son muy estables y pueden ser fácilmente mutados y expresados en E. coli facilitando los estudios de diferentes fármacos con potenciales efectos anticancerígenos.


Referencia:

ResearchBlogging.orgPilhofer, M., Ladinsky, M., McDowall, A., Petroni, G., & Jensen, G. (2011). Microtubules in Bacteria: Ancient Tubulins Build a Five-Protofilament Homolog of the Eukaryotic Cytoskeleton PLoS Biology, 9 (12) DOI: 10.1371/journal.pbio.1001213

06 diciembre, 2011

La violencia familiar afecta el desarrollo cerebral del niño

Su cerebro responde igual que de un soldado al regresar de la zona de combate.

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No es necesario ser un neurocientífico para saber que un niño que ha vivido en un ambiente de violencia familiar no se desarrollará adecuadamente. Sabemos que ellos presentan problemas psicológicos, falta de atención en la escuela, exceso de ansiedad, comportamientos agresivos, etc. Diariamente vemos casos en la televisión que son realmente indignantes. Sin embargo, hasta ahora no se han hecho estudios funcionales de resonancia magnética en estos niños para determinar el efecto que podría tener el maltrato sobre su desarrollo cerebral.

En un estudio publicado hoy en Current Biology, investigadores ingleses liderados por el psicólogo Eamon McCrory del Colegio Universitario de Londres han revelado que hay un incremento de la actividad cerebral en la amígdala y la región anterior de la corteza insular en respuesta a un estímulo de violencia.

Para el estudio, McCroy y sus colaboradores reclutaron a 20 niños con antecedentes de abuso físico y de violencia familiar gracias a la ayuda del Centro Infantil de Islington. Como grupo control se tomaron a 23 niños reclutados de escuelas primarias de Londres. Los investigadores tomaron imágenes de resonancia magnética de los cerebros de los dos grupos de niños antes y durante el experimento.

El experimento consistía en mostrar a los niños tres rostros diferentes: uno molesto, uno triste y uno neutral [Fig. inferior]. En comparación al grupo control, los niños con antecedentes de violencia familiar mostraron una gran activación de la amígdala derecha y las dos regiones anteriores de la corteza insular [Fig. de portada] en respuesta a los rostros molestos pero no ante los rostros tristes. Además, lo más interesante fue que esta respuesta era proporcional al grado de violencia vivido por el niño.

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Estudios previos llevados a cabo en adultos sanos mostraron que estas regiones del cerebro se activan cuando la persona detecta una amenaza o cuando se anticipa al dolor físico. Al parecer estas regiones integran la información emocional, sensorial y corporal que afectan la toma de decisiones y la respuesta social del individuo.

En un estudio publicado a inicios de año en Molecular Psychiatry, van Wingen et al. observaron que los soldados que regresaban de las zonas de combate presentaban una mayor actividad de la amígdala y la corteza insular en respuesta al rostro molesto (estímulo de amenaza). “Vivir por un tiempo prolongado en un ambiente peligroso y de potencial daño físico puede recalibrar las respuestas neuronales de estas regiones cerebrales —amígdala y corteza insular— interconectadas entre sí”, añadió McCroy.

Esta modificación funcional del cerebro es el resultado de un proceso adaptativo porque aumenta el estado de alerta ante las amenazas y prepara al cuerpo ante un estímulo doloroso. Sin embargo, estas modificaciones también están asociadas con los trastornos de ansiedad severos y los trastornos por estrés postraumático.

En base a estos resultados, los investigadores creen que el efecto de la violencia familiar sobre los niños se da a tres niveles: i) limita los recursos cerebrales destinados al desarrollo de habilidades sociales y cognitivas (Por ejemplo, falta de atención en clase), ii) aumenta la vulnerabilidad a los estímulos estresante, incrementándose el riesgo a sufrir trastornos de ansiedad y iii) predispone a las respuestas agresivas.


Referencia:

ResearchBlogging.orgEamon J. McCrory, Stéphane A. De Brito, Catherine L. Sebastian, Andrea Mechelli, Geoffrey Bird, Phillip A. Kelly, & Essi Viding (2011). Heightened neural reactivity to threat in child victims of family violence Current Biology DOI: 10.1016/j.cub.2011.10.015