Si les pregunto, ¿cuál es su primera impresión acerca de esta imagen? Muchos me dirán que es una tierna mariquita cuidando amorosamente a sus huevecillos. Pero, lamento desilusionarlos, lo que ven ahí es el capullo de una avispa que empieza a crecer desde el vientre de la inocente mariquita. Ahora les hago otra pregunta, ¿la pobre mariquita está viva o muerta? Obviamente esta muer... ah no, esperen, me acaban de informar por interno que está viva!
El parasitismo es algo muy común en el mundo natural. Casi todos los organismos vivos tienen un parásito viviéndo en él o asumen ese papel, pero no todos tienen la capacidad de controlar a su pobre hospedero y convertirlos en una especie de zombis. Por ejemplo, el hongo Ophiocordyceps unilateralis tiene la capacidad de controlar los cerebros de las hormigas dirigiéndolas a un mejor lugar donde desarrollarse. Pero, en este caso, el hospedero termina muerto una vez cumpla con su función de hacer germinar al hongo.
Algo muy raro y que va en contra de la mayoría de las hipotesis en torno a los parasitoides ocurre con la avispa Dinocampus coccinellae quien deposita su huevecillo dentro del sistema circulatorio de las mariquitas (Coleomegilla maculata). Las larvas de estas avispas, como en todo parasitismo, se desarrollan dentro del cuerpo de las mariquitas, alimentándose de sus órganos y tejidos interiores hasta madurar. Pero, estas larvas no matan a su hospedero, las dejan vivir en un estado agonizante por el tiempo que demore en formar su capullo o pupa, el cual empieza a emerger desde el abdomen de la pobre mariquita (tal como se aprecia en la figura).
La explicación a esta rareza del mundo natural la dan investigadores franceses liderados por la Dra. Fanny Maure en un artículo publicado hoy en Biology Letters. Los investigadores hicieron tres pruebas en un ambiente controlado. Para ello usaron a las mariquitas, a las larvas de las avispas y a un voraz depredador de las larvas. Luego, desarrollaron un grupo de capullos a la intemperie, otros protegidos entre las piernas de una mariquita muerta y otros en condiciones normales (entre las piernas de la mariquita viva). Como era de esperarse, el 100% de los capullos desarrollados a la intemperie fueron devorados. Sin embargo, lo que más llamó la atención de los investigadores fue que el 85% de los capullos desarrollados bajo la protección de la mariquita muerta fueron devorados, algo que no ocurrió bajo la protección de la mariquita viva, donde sólo el 35% lo fueron.
Sin dudas, la protección que le da la mariquita es beneficiosa para el desarrollo de las avispas. Se cree que se aprovechan de los colores rojos y negros que tienen sus hospederos —que en el mundo animal significa peligro— para disuadir a sus depredadores. Sin embargo, los investigadores no saben como hacen las larvas de las avispas para controlar el movimiento de las mariquitas. Una hipótesis que manejan es que las larvas secretan una especie de veneno que puede generar contracciones, espasmos y retorcijones en la mariquita.
Pero no todo es felicidad para las larvas de las avispas. Por tener contratar este servicio de guardaespaldas el precio que pagan es relativamente elevado. Maure et al. observaron que cuanto más tiempo mantienen vivas a las mariquitas, menos fértiles llegan a ser una vez sean avispas adultas. Tal vez la hipótesis del veneno ayude a explicar estos resultados, ya que la producción de más veneno requiere un mayor consumo de energía para su biosíntesis, consumiendo parte de la energía requerida para el crecimiento y desarrollo de la avispa.
Referencia:
Maure, F. et al. The cost of a bodyguard. Biology Letters. [Advance Online Publication] doi: 10.1098/rsbl.2011.0415 (2011)
Vía | Science NOW & NERS.
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