En las lagunas templadas, estanques o pozas de aguas termales, vive un sanguinario parásito. Mide tan solo 20 micras y su plato favorito es el cerebro humano. Su nombre: Naegleria fowleri, y desde 1962 hasta la fecha solo en Estados Unidos se han reportado 128 casos de los cuales 127 han sido fatales ¡Más del 99% de mortalidad!
Bajo el microscopio, este parásito es sumamente aterrador. Sólo vean la foto de su carnet universitario:
Esta ameba de vida libre se alimenta principalmente de las bacterias que viven en los sedimentos de lagunas, ríos, estanques o similares de las regiones con climas cálidos. Cuando las condiciones ambientales son favorables, pasa a su segunda etapa de desarrollo que se caracteriza por la aparición de un par de flagelos en uno de sus extremos que le permiten moverse libremente por el agua para así buscar nuevos lugares donde poder alimentarse. Dos días después, pierde sus flagelos y regresa a su estado ameboide para repetir el ciclo nuevamente. Si las condiciones son desfavorables, se convierte en un quiste resistente.
¿Cómo llegan al cerebro?
En el verano, muchas personas suelen ir de paseo a las riveras de los ríos o lagunas alejadas de las ciudades para acampar y pasar un buen fin de semana con la familia. Como es de esperarse, los niños se meten a chapotear en el agua. Todo parece paz y felicidad en la familia hasta que una N. fowleri —con su par de flagelos bien desarrollados— nada y se introduce por la nariz del desafortunado jovencito. Nadie se percató de lo ocurrido. Todos regresan a casa satisfechos por el buen fin de semana, pero Junior ya tiene los días contados.
Durante los días siguientes, N. fowleri penetra en el neuroepitelio olfatorio y sube a través del nervio hasta alcanzar el cerebro. Una semana después empiezan los primeros síntomas: dolores de cabeza, fiebres superiores a los 40°C, tortícolis y vómitos. El doctor rápidamente da su diagnóstico: meningoencefalitis amebiana primaria (MAP), pero lamentablemente no existe un tratamiento efectivo para esta enfermedad. El cuadro clínico progresa rápidamente. La ameba devora el cerebro y el niño entra en coma provocándole la muerte.
Supervivientes
Sólo se han reportado dos casos de supervivencia a este parásito: uno en Estados Unidos (1978) y otro en México (2003). A pesar que varios pacientes infectados por N. fowleri han recibido un tratamiento similar al superviviente de Estados Unidos (un coctel de potentes antibióticos, entre los cuáles se encontraba: la anfotericina B, el miconazol/fluconazol/ketoconazol y la rifampicina), sólo el paciente de México logró sobrevivir. Esta baja tasa de supervivencia ha hecho imposible determinar cuál es la combinación adecuada de antibióticos para hacer frente contra esta infección. Se cree también que los pacientes que lograron sobrevivir al MAP fue debido a que las amebas que los infectaron correspondían a cepas poco virulentas.
La mayoría de casos de MAP reportados en el Perú son debido a otras especies de amebas, entre ellas la Acanthamoeba y Balamuthia, las cuales habitan en piscinas públicas o privadas que no son mantenidas ni tratadas adecuadamente. Lo mismo ocurre con las pozas de aguas termales y otros tipos de fuentes con aguas estancadas por lo que se recomienda proteger adecuadamente las fosas nasales y oídos, y evitar que el agua ingrese a la boca. Después del chapuzón, también se recomienda bañarse inmediatamente para evitar otras infecciones amebianas en la piel.
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