Esta noticia salió hace un par de días, pero no la quise comentar en ese momento por qué pensé que era una más del montón. Cada semana aparecen en los diarios y revistas científicas el descubrimiento de nuevos planetas, en sistemas solares alejados, que podrían ser “potencialmente” habitables. En total van alrededor de 500 planetas extrasolares descubiertos. La verdad no me extraña. La cantidad de estrellas que hay en el universo capaces de almacenar un sistema solar similar al nuestro es muy grande. Nuestro sistema solar no es una rareza de la naturaleza, al contrario, es lo más común que existe en el universo. Así que no es de extrañar que cada día se descubran nuevos planetas “potencialmente” habitables.
Claro, que observar un planeta a una distancia tan grande de la Tierra, es una tarea sumamente complicada. Primero, el brillo que emiten estos planetas es miles de veces menor a la de su estrella, lo que los hace prácticamente imposible de observar a través de un telescopio. Segundo, su masa es muy pequeña en comparación a la de su estrella, lo cual dificulta hacer las mediciones del efecto gravitatorio sobre su estrella y la velocidad radial (RV), pero por ahora, esta es la forma más adecuada de descubrir nuevos planetas. Por suerte, las técnicas de RV han mejorado su precisión considerablemente ya que ahora permiten descubrir planetas con 10 veces el tamaño de la Tierra.
Otro problema en el descubrimiento de exoplanetas es saber donde buscar. Generalmente, los astrofísicos buscan nuevos planetas en estrellas enanas, ya que su masa es más pequeña lo cual facilita las mediciones del efecto gravitatorio de los planetas sobre ella. Además, su zona habitable (HZ) – distancia de la estrella donde las temperaturas son las adecuadas para la presencia de agua líquida – es relativamente cercana lo que permite que los planetas que estén dentro de esta zona orbiten su estrella en unos pocos días o semanas, facilitando enormemente las mediciones.
Sin embargo, este nuevo exoplaneta es diferente a los demás. Después de varios años buscando planetas rocosos, con un tamaño similar a la tierra y ubicados dentro de la zona habitable de su estrella, esta es la primera vez que se encuentra uno dentro de esa zona según el reporte de Vogt et al. en la revista ArXiv.
El sistema solar corresponde a la estrella enana roja Gliese 581, ubicada a unos 20 años luz de la Tierra. Desde hace más de una década se vienen estudiando los planetas de este sistema solar, pero uno de ellos, el sexto para ser exactos (GJ 581g), fue el que captó la atención de los investigadores ya que está dentro de la zona habitable de la estrella. Este planeta tiene unas 3.1 veces la masa de la Tierra, orbita a unos 0.146AU (unos 20 millones de kilómetros de su estrella), con una órbita de 36.6 días (un año dura 36.6 días). Según su tamaño, es muy probable que este planeta tenga una atmósfera.
Claro, que observar un planeta a una distancia tan grande de la Tierra, es una tarea sumamente complicada. Primero, el brillo que emiten estos planetas es miles de veces menor a la de su estrella, lo que los hace prácticamente imposible de observar a través de un telescopio. Segundo, su masa es muy pequeña en comparación a la de su estrella, lo cual dificulta hacer las mediciones del efecto gravitatorio sobre su estrella y la velocidad radial (RV), pero por ahora, esta es la forma más adecuada de descubrir nuevos planetas. Por suerte, las técnicas de RV han mejorado su precisión considerablemente ya que ahora permiten descubrir planetas con 10 veces el tamaño de la Tierra.
Otro problema en el descubrimiento de exoplanetas es saber donde buscar. Generalmente, los astrofísicos buscan nuevos planetas en estrellas enanas, ya que su masa es más pequeña lo cual facilita las mediciones del efecto gravitatorio de los planetas sobre ella. Además, su zona habitable (HZ) – distancia de la estrella donde las temperaturas son las adecuadas para la presencia de agua líquida – es relativamente cercana lo que permite que los planetas que estén dentro de esta zona orbiten su estrella en unos pocos días o semanas, facilitando enormemente las mediciones.
Sin embargo, este nuevo exoplaneta es diferente a los demás. Después de varios años buscando planetas rocosos, con un tamaño similar a la tierra y ubicados dentro de la zona habitable de su estrella, esta es la primera vez que se encuentra uno dentro de esa zona según el reporte de Vogt et al. en la revista ArXiv.
El sistema solar corresponde a la estrella enana roja Gliese 581, ubicada a unos 20 años luz de la Tierra. Desde hace más de una década se vienen estudiando los planetas de este sistema solar, pero uno de ellos, el sexto para ser exactos (GJ 581g), fue el que captó la atención de los investigadores ya que está dentro de la zona habitable de la estrella. Este planeta tiene unas 3.1 veces la masa de la Tierra, orbita a unos 0.146AU (unos 20 millones de kilómetros de su estrella), con una órbita de 36.6 días (un año dura 36.6 días). Según su tamaño, es muy probable que este planeta tenga una atmósfera.
Si bien este planeta esta muy cerca de su estrella, ésta no tiene más del 1% del brillo de nuestro sol, así que las temperaturas serán muy confortables. Los astrónomos calcularon que la temperatura superficial de equilibrio de GJ 581g es de unos 228K (-45°C).
Ustedes dirán que es muy frío e imposible que tenga agua líquida! La verdad tienen razón, pero, esta es la “temperatura promedio” del planeta. Una peculiaridad que tiene es que, debido a su pequeña órbita, el planeta está en un estado de equilibrio con su sol, y una de sus caras siempre apuntará a él. En otras palabras, en una mitad del planeta siempre será de día y en la otra siempre será de noche. Más o menos se parece a lo que pasa entre la Luna y la Tierra. El periodo de orbita de la luna es similar a su periodo de rotación, por esta razón siempre vemos la misma cara de la Luna.
Debido a esta peculiaridad, una lado del planeta será excesivamente caluroso, mientras que el otro sumamente frío; pero, habrán regiones donde tendrán un amanecer o atardecer eterno, donde las temperaturas podrían ser más confortables como para albergar la vida.
Se ve muy alentador este descubrimiento, pero, pienso yo que nuestra estrategia de buscar vida en otros planetas no es muy buena, ya que al buscar sólo planetas similares al nuestro, reducimos mucho nuestras probabilidades. Para ser sinceros, no es necesario que el planeta tenga una cómoda temperatura de 20°C, con agua líquida y templada para que haya vida. Nuestro mismo planeta nos dice que la vida puede desarrollarse en los ambientes más extremos y exóticos, en zonas extremadamente calientes como los géiseres o en los volcanes marinos, donde la temperatura es superior a los 100°C, pero debido a la alta presión que hay en esa zona, el agua se mantiene en estado líquido. Los lugares extremadamente fríos tampoco son lugares sin vida. Muchos organismos han desarrollado estrategias para vivir a temperaturas bajo cero. La concentración de sales en el agua permite bajar su temperatura de congelamiento en muchos grados. Si el agua permanece líquida es muy probable que la vida se de.
Pero, porqué solo enfocarnos en el agua. Si bien esto suena más a ciencia ficción que a realidad, de repente en otros planetas, con otras condiciones fisicoquímicas y climáticas, la vida se puede desarrollar de otra manera, en base a otros elementos químicos. De repente una vida en base a un metal como el Silicio o el Hierro. Hasta ahora no somos capaces de dar una definición concreta de qué es vida. Un compuesto altamente organizado en base a otros elementos químicos con la capacidad de replicarse, metabolizar otros compuestos y crecer, no será vida? Hablar vida es un tema, creo yo, netamente filosófico por ahora.
A pesar que no sea buena nuestra estrategia de buscar vida en otros planetas, es la mejor que tenemos. Es más fácil buscar vida en planetas similares al nuestro ya que comprendemos bien como funciona que aventurarse a la deriva sin saber por donde empezar. Si la vida se desarrolló en otras condiciones, de otra forma distinta a la de la Tierra, será muy difícil de saberlo, ya que de repente en estos momentos estamos apuntando un telescopio a un planeta que creemos muerto por no ser rocoso o estar muy cerca de su estrella, pero, dentro de él, se desarrolla una forma vida que se escapa de nuestra imaginación. Como siempre digo... “el universo es tan grande que hay la posibilidad para todo”.
Ustedes dirán que es muy frío e imposible que tenga agua líquida! La verdad tienen razón, pero, esta es la “temperatura promedio” del planeta. Una peculiaridad que tiene es que, debido a su pequeña órbita, el planeta está en un estado de equilibrio con su sol, y una de sus caras siempre apuntará a él. En otras palabras, en una mitad del planeta siempre será de día y en la otra siempre será de noche. Más o menos se parece a lo que pasa entre la Luna y la Tierra. El periodo de orbita de la luna es similar a su periodo de rotación, por esta razón siempre vemos la misma cara de la Luna.
Debido a esta peculiaridad, una lado del planeta será excesivamente caluroso, mientras que el otro sumamente frío; pero, habrán regiones donde tendrán un amanecer o atardecer eterno, donde las temperaturas podrían ser más confortables como para albergar la vida.
Se ve muy alentador este descubrimiento, pero, pienso yo que nuestra estrategia de buscar vida en otros planetas no es muy buena, ya que al buscar sólo planetas similares al nuestro, reducimos mucho nuestras probabilidades. Para ser sinceros, no es necesario que el planeta tenga una cómoda temperatura de 20°C, con agua líquida y templada para que haya vida. Nuestro mismo planeta nos dice que la vida puede desarrollarse en los ambientes más extremos y exóticos, en zonas extremadamente calientes como los géiseres o en los volcanes marinos, donde la temperatura es superior a los 100°C, pero debido a la alta presión que hay en esa zona, el agua se mantiene en estado líquido. Los lugares extremadamente fríos tampoco son lugares sin vida. Muchos organismos han desarrollado estrategias para vivir a temperaturas bajo cero. La concentración de sales en el agua permite bajar su temperatura de congelamiento en muchos grados. Si el agua permanece líquida es muy probable que la vida se de.
Pero, porqué solo enfocarnos en el agua. Si bien esto suena más a ciencia ficción que a realidad, de repente en otros planetas, con otras condiciones fisicoquímicas y climáticas, la vida se puede desarrollar de otra manera, en base a otros elementos químicos. De repente una vida en base a un metal como el Silicio o el Hierro. Hasta ahora no somos capaces de dar una definición concreta de qué es vida. Un compuesto altamente organizado en base a otros elementos químicos con la capacidad de replicarse, metabolizar otros compuestos y crecer, no será vida? Hablar vida es un tema, creo yo, netamente filosófico por ahora.
A pesar que no sea buena nuestra estrategia de buscar vida en otros planetas, es la mejor que tenemos. Es más fácil buscar vida en planetas similares al nuestro ya que comprendemos bien como funciona que aventurarse a la deriva sin saber por donde empezar. Si la vida se desarrolló en otras condiciones, de otra forma distinta a la de la Tierra, será muy difícil de saberlo, ya que de repente en estos momentos estamos apuntando un telescopio a un planeta que creemos muerto por no ser rocoso o estar muy cerca de su estrella, pero, dentro de él, se desarrolla una forma vida que se escapa de nuestra imaginación. Como siempre digo... “el universo es tan grande que hay la posibilidad para todo”.
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