04 octubre, 2010

Nobel para el padre de la fertilización in vitro

Hoy, temprano en la mañana, se anunció el premio Nobel en Medicina o Fisiología que fue otorgado, como era de esperarse, a un biólogo. El investigador británico Robert Edwards, profesor emérito de la Universidad de Cambridge, fue galardonado con importante premio gracias a que el fue el pionero en el desarrollo de la fertilización in vitro, o sea, es como el “padre de todos los niño probeta del mundo”.

Actualmente, Robert tiene 85 años, sus estudios en fertilización in vitro empezaron hace más de 50 años. Él desarrollo la técnica que permitía fertilizar un óvulo con un espermatozoide fuera del cuerpo, y junto al ginecólogo Patrick Steptoe, quien murió en el año 1988, lograron implantarlo en un útero. Fue así que el 25 de Julio de 1978 nació el primer bebé producto de la fertilización in vitro.

Sin dudas, la relevancia que tuvo su trabajo lo hace merecedor a este importante galardón. Se estima que en el mundo el 10% de las parejas sufren de problema de infertilidad, que puede ser tanto por parte del varón o de la mujer. Gracias al Dr. Edwards, más de 4 millones de bebés han nacido hasta ahora beneficienado a cientos de miles de parejas con problemas de fertilidad.

Otro dato importante es que la probabilidad de que una pareja con problemas de infertilidad pueda tener un hijo por medio de la fertilización in vitro es de 1 a 5, similar a la proporción de una pareja sana. Quiere decir que una mujer tiene aproximadamente un 20% de probabilidades de quedar embarazada después de una relación sexual. Aunque no lo crean, no es tan fácil quedar embarazada, muchos factores bioquímicos y fisiológicos intervienen en este proceso. En cuanto a la fertilización in vitro, es lo mismo, hay un 20% de probabilidades de que el implante de un óvulo fertilizado sea exitoso. Así que aquellas personas que se han sometido a este procedimiento y no han tenido resultados favorables, no se desanimen, que las probabilidades son iguales a como si fueran una pareja sana, sigan intentando.

Sin dudas, Edwards tuvo que luchar mucho contra el rechazo ético generado por la sociedad de ese entonces, tal como sufre todo nuevo descubrimiento y avance científico. Pero, gracias a su trabajo, la primera niña nacida gracias a la fertilización in vitro, Louise Brown de 32 años, tuvo su primero hijo de forma natural en el 2007. Esto demuestra que a pesar de haber sido “procreada en un laboratorio”, su vida se desarrolló sin ningún inconveniente, como cualquier persona normal.

Y no sólo ese es el alcance del trabajo de Edwards. Las investigaciones en el cáncer y las células madre emplean las técnicas desarrolladas por Edwards hace más de 50 años. Ahora, a sus 85 años, Robert Edwards podrá disfrutar del sustancioso incentivo económico que significa ganar el Premio Nobel, aproximadamente 1.5 millones de dólares muy bien merecidos.

Para explicarlo en más detalle, un proceso normal de fertilización empieza desde el nacimiento de la niña, la cual nace con un número determinado de oocitos primarios atrapados en la mitosis I. Cuando la niña llega a la pubertad y madura sexualmente entra a un ciclo de señalizaciones hormonales las cuales reactivan la meiosis y termina la primera división meiótica y los cromosomas de una célula hija quedan arrestadas en la metafase de la meiosis II, la otra célula hija se elimina como un cuerpo polar. Luego el folículo se rompe y el óvulo es liberado a las trompas de Falopio. En este punto, el espermatozoide puede fecundar al óvulo. El óvulo completará la meiosis II, los grupos de cromosomas haploides del óvulo y el espermatozoide se aparearán y el segundo set de cromosomas haploides del óvulo, producto de la meiosis, será liberado como otro cuerpo polar. Luego, el óvulo fecundado baja al endometrio donde se implanta y desarrolla.


Los estudios en fertilización in vitro se iniciaron desde el siglo XIX en animales marinos, donde la fecundación no se da dentro del animal sino en el agua. En 1935 lograron madurar un oocito de conejo in vitro y en 1959, Min Chueh Chang lo fertilizó y pudo obtener embriones viables.

Pero conseguir estos mismos resultados en oocitos hmanos era un gran reto para la época. Primero debían controlar el proceso de maduración del óvulo, luego mantener el oocito en un estado viable para la fertilización in vitro, luego activar al espermatozoide in vitro, darle las condiciones apropiadas para la fertilización y, finalmente, transferirlo de vuelta al útero.


En los primeros trabajos de Edwards, tomó oocitos inmaduros y los hizo madurar in vitro, fue un gran avance ya que los pudo mantener suspendidos en la metafase de la meiosis II, punto propicio para darse la fecundación. Sin embargo, cuando estos oocitos eran fecundados, solo podían dividsirse una vez (estadío de dos células) y de ahí ya no lo volvían hacer. Este fue un importante momento en el desarrollo de la fertilización in vitro ya que a partir de ahí, Edwards tomó oocitos ya maduros para fertilizarlos in vitro. Esta vez, las chances de obtener embriones viables fue mayor.

Otro problema que tuvo Edwards fue que no tenía la cantidad suficiente de oocitos humanos para realizar sus investigaciones, sólo disponía de ovarios de mujeres infértiles. Así que en 1960 uso una novedosa técnica quirúrgica de la época para poder extraer numerosos oocitos, la técnica es la laparoscopia. Fue así que Edwards pudo obtener oocitos atrapados en el estadía de metafase de la meiosis II.

Fue a comienzos de los 70’s que Edwards empezó a implantar los óvulos fertilizados en los úteros de las mujeres y después de más de 100 intentos fallidos se dio cuenta que el tratamiento hormonal que les daba a las mujeres para fomentar el desarrollo del oocito afectaba la implantación una vez el óvulo fecundado retornaba al útero. Así fue que cambió el régimen hormonal de las mujeres y en 1976 consiguió que el embrión se desarrolle pero lamentablemente no llegó a nacer porque el óvulo fecundado fue insertado ectotípicamente en la trompa de Falopio. Así que Edwards decidió abandonar la estimulación hormonal y usó el ciclo menstrual natural de la mujer, a pesar de que sólo obtuviera un óvulo por ciclo. Cuantificando la cantidad de hormona luteinizante en la orina de la mujer pudo determinar el momento preciso en que el óvulo estaba maduro listo para ser extraído y fecundado in vitro. Y fue así que aplicando este método pudo, por fin en 1978, tener éxito y traer al mundo a la primera “niña probeta”.

Sin dudas ha sido un largo camino para llegar a obtener el primer bebé producto de la fertilización in vitro, y es admirable la pasión con que trabajó este científico británico. Gracias al desarrollo de esta tecnología, muchas áreas de la biomedicina se han podido desarrollar. Felicitaciones al Dr. Edwards!.

Vía nobelprize.org

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