La malaria es uno de los principales problemas que aquejan la Salud Pública mundial, ya que son las familias más pobres las afectadas por esta enfermedad, especialmente, aquellas que viven en las zonas tropicales de los continentes africano, asiático y americano. Esta enfermedad puede matar hasta un millón de personas en el mundo cada año, siendo los niños los más afectados.
Sin embargo, en sus primeras etapas, la malaria puede ser fácilmente tratada con pastillas, pero en casos severos, ya se necesita que el medicamento sea administrado por vía intravenosa o intramuscular. La droga que ha sido usada por más de cien años para tratar la malaria es la quinina el cual es extraído principalmente de nuestro árbol nacional, la quina (Cinchona pubescens).
Desde hace unos años se viene empleando en Asia otra droga para combatir la malaria, el artesunato, el cual es un derivado de la artemisina extraído de la planta medicinal china Ajenjo dulce (Artemisia annua). En enero habíamos comentado un artículo más detallado al respecto.
Pero, hasta ahora no se había hecho un estudio comparativo entre la eficacia de la quinina o su derivado más usado, la cloroquina, y la artemisina a través de su derivado más usado, el artesunato.
En el año 2005, Dondrop et al. hicieron un amplio estudio comparativo entre la quinina y el artesunato en cuatro países asiáticos (Bangladesh, India, Indonesia, Myanmar). De los 1461 pacientes de malaria que formaron parte del estudio, una mitad (n=730) recibieron un tratamiento con artesunato y la otra mitad (n=731) recibieron un tratamiento con quinina. El grupo que recibió el tratamiento con artesunato tuvo una mortalidad del 15% mientras que el otro grupo, el que recibió el tratamiento con quinina tuvo una mortalidad del 22%. Así que la reducción absoluta de la mortalidad fue del 35%.
Fue gracias a este estudio que en Asia se reemplazó el uso de la quinina y sus derivados por el artesunato en el tratamiento de la malaria. Sin embargo, en este estudio sólo 202 de los pacientes eran niños, así que no se pudo determinar a ciencia cierta si el tratamiento funcionaba de la misma manera en los ellos. Además, no se podía determinar si este estudio también era válido para los pacientes de malaria de África, donde la población tiene una constitución genética muy distinta y están mucho más expuestos a la malaria que los asiáticos.
Entonces, Dondrop et al. presentó ayer en The Lancet otro estudio comparativo entre el artesunato y la quinina, pero esta vez con pacientes africanos. Con la colaboración de 11 centros de investigación de 9 países diferentes, lograron conseguir 5425 niños menores de 15 años infectados con malaria, que fueron divididos en dos grupos. El primer grupo (n=2712) fueron tratados con artesunato y el segundo grupo (n=2713) con quinina. El primer grupo (artesunato) tuvo una mortalidad del 8.5%, mientras que el segundo grupo (quinina) tuvo una mortalidad del 10.9%. En este caso, la reducción absoluta de la mortalidad fue del 22.5%, menor que en el estudio asiático, pero aún así, bastante positivo para cambiar un tratamiento por el otro. Se estima que entre 100 mil y 200 mil vidas pueden ser salvadas cada año si se cambia la quinina y sus derivados por el artesunato.
La diferencia en el modo de acción del artesunato es que mata los parásitos jóvenes de la malaria (Plasmodium falciparum), evitando que un gran número de glóbulos rojos sean infectados.
El artesunato, el cual es producido por la compañía china Guilin Pharmaceutical, es más fácil de administrar que la quinina. La quinina debe ser administrada muy lentamente para evitar que la presión sanguínea caiga y el paciente entre en coma. Aunque el artesunato es un poco más caro que la quinina, su administración es más económica, y según un estudio que será publicado por Dondrop et al. más adelante, se estima que el costo promedio por cada vida salvada será de sólo $123, mucho más bajo que con otros tratamientos.
Estos estudios son bastante concluyentes como para que la Organización Mundial de la Salud tome la decisión de cambiar la forma como se trata la malaria, pasando al uso del artesunato. Ojalá no pase con el ajenjo dulce lo que pasó con nuestro árbol de la quina, que por salvar al mundo de la malaria, fue llevado prácticamente a la extinción. Por suerte, hay estudios que han identificado los genes relacionados con el aumento del rendimiento en la producción de la artemisina en la Artemisia annua.
Vía Science NOW.
Artículo relacionado: http://biounalm.com/2010/05/en-busca-de-nuevos-compuestos.html
Nuestra Quina salvó al mundo de la Malaria. Y ahora esta casi extinta. Ojala vuelva a reforestarse. Buen articulo :)
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