Los humanos estamos acostumbrados a ayudar a otras personas sin la necesidad de recibir algún tipo de retribución a cambio. Donamos sangre todos los días, creamos centros de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, nos apuntamos como voluntarios para rescatar a las víctimas de un accidente o de un desastre natural, etc. El altruismo no es común en el reino animal, y aún sigue en debate de si somos la única especie que tiene este tipo de comportamiento. En un artículo publicado hoy en PNAS, un grupo de investigadores de la Universidad de Emory, liderados por la Dra. Victoria Horner, desarrollaron un experimento para ver si los chimpancés, nuestro pariente evolutivo más cercano, es o no una especie generosa.
Si bien se han realizado muchos estudios que han tratado de determinar si en realidad los chimpancés tienen o no un comportamiento generoso, cooperativo o pro-social, los resultados obtenidos han sido contradictorios. Cuando los chimpancés son observados en sus ambientes naturales, parecen ser unos animales bastante cooperativos, pero cuando son estudiados en ambientes controlados, parecen no serlo.
Los chimpancés y los bonobos han salido airosos de las pruebas de prestación de ayuda. En estas pruebas, el primate es sometido a una condición en que debe ayudar a un humano o a un congénere para que pueda conseguir su objetivo. Este comportamiento también ha sido observado en elefantes. Sin embargo, para que una especie tenga un comportamiento altruista o pro-social, debe tener la sensibilidad para reconocer las necesidades del otro. En este caso, cuando los chimpancés o los niños menores de dos años son sometidos a las pruebas de elección de la alternativa pro-social (PCT: Prosocial Choice Tests), los resultados no son buenos, a menos que uno de los participantes ejerza una presión sobre el otro para que éste sea ‘más generoso’.
La idea de la PCT es ofrecer al participante dos alternativas idénticas, con la única diferencia que una de ellas tendrá un efecto positivo sobre el otro sin la necesidad de esforzarse más o salir perjudicado. Horner et al. creen que las pruebas y aparatos desarrollados para observar este comportamiento en los chimpancés y otros primates son demasiado complejos que terminan por confundir a los participantes ya que se encuentran más concentrados en ver la forma de obtener la recompensa que interactuar con el compañero con quien realizan la prueba.
Para evitar estos inconvenientes, los investigadores desarrollaron un experimento más simple. A un chimpancé [derecha] se le dio 30 fichas de dos colores diferentes (15 fichas del ‘color egoísta’ y 15 del ‘color pro-social’), mientras que otro chimpancé [izquierda] se le puso en un compartimiento adyacente con una rejilla por donde puede observar la elección de la ficha que hace su compañero. Si el chimpancé elegía la ficha egoísta, el operador le daría una recompensa sólo a él; mientras que si elegía la ficha pro-social, ambos chimpancés recibirían el premio. Los premios (una frutita) se encuentran envueltos en un trozo de papel para evitar que los participantes se distraigan. Como ‘voluntarios’, los investigadores usaron siete chimpancés hembras adultas, donde cada una hizo el experimento con tres parejas diferentes.
Los resultados mostraron que los chimpancés elegían la ficha pro-social aproximadamente el 58% de las veces, el cual es un valor que está por encima del esperado como producto del azar. Por otro lado, cuando el chimpancé era sometido al mismo experimento, pero esta vez sin el compañero, la ficha pro-social era elegida en el ~45% de las veces, lo cual indica que las fichas eran elegidas como producto del azar. Además, los investigadores no encontraron una correlación entre el comportamiento pro-social con la empatía entre los chimpancés cuando los papeles se invertían —el que elegía la ficha pasaba a ser el espectador.
Sin embargo, los investigadores observaron que cuando el chimpancé elegía la ficha egoísta, el otro manifestaba su malestar (DRP: directed requests and pressure) la mayoría de las veces pero no lo hacía cuando el chimpancé elegía la ficha pro-social [Figura inferior izquierda]. Este resultado indicaría que el chimpancé pasivo entiende la diferencia entre la elección egoísta y pro-social. Pero, lo curioso fue que al analizar la elección del chimpancé después de ser presionado por el chimpancé pasivo, este no mostró un comportamiento más pro-social, es más, su comportamiento pro-social era mayor cuando el chimpancé pasivo se mostraba sereno (respuesta neutral) o atento hacia el premio recibido [Figura inferior derecha].
Sin embargo, cuando se trata de hacer estudios sobre el comportamiento animal es muy difícil determinar cuál es la prueba más adecuada. Los animales en cautiverio responden de diferente manera a los estímulos sociales que los animales silvestres. El entrenamiento para que puedan cumplir con las diferentes pruebas también crea un condicionamiento en el animal, así que estos resultados no pueden ser aún tomados como concluyentes. Sin embargo, la sencillez del experimento ha permitido superar la confusión a la que puede estar sometido el animal cuando se usan aparatos complejos.
Referencia:
Victoria Horner, J. Devyn Carter, Malini Suchak, & Frans B. M. de Waal (2011). Spontaneous prosocial choice by chimpanzees Proceedings of the National Academy of Sciences : 10.1073/pnas.1111088108
Acaba de descubrirse que los chimpancés comparten una nueva característica con nosotros: el uso de policías para proteger los intereses de la comunidad. El artículo ha sido publicado en Plos One:
ResponderBorrarImpartial third-party interventions in captive chimpanzees: A reflection of community concern