La baja presión selectiva sobre los insectos más pequeños explicaría porque la imitación imperfecta persiste en la naturaleza.
El insecto que ven en la imagen superior no es una abeja, es un simple e inofensivo mosquito de la familia de los sírfidos, que para evadir a sus depredadores, imita el aspecto de una agresiva abeja (Himenóptera). A esta espectacular adaptación se le llama mimetismo batesiano, donde una de las especies (la imitadora), al no tener forma de defenderse de sus depredadores se asemeja a otra (el modelo) que sí es evitada por ellos.
Para que esta estrategia funcione, el disfraz debe ser excelente. Si el mimetismo es pobre, el depredador podrá diferenciarlo fácilmente del organismo original y terminará por comérselo. En otras palabras, la selección natural terminará por eliminar a los malos imitadores. Sin embargo, en la naturaleza también existen muchas especies que presentan un mimetismo imperfecto, sin tener una explicación concreta de por qué ocurre esto.
Una explicación podría ser que si bien para nuestros ojos el organismo no está bien mimetizado, para un depredador si lo está. Esta hipótesis —que depende de nuestra percepción— es conocida como “ojo del espectador”. Otra hipótesis dice que es más ventajoso que el imitador se parezca a más modelos a la vez que a uno solo (multimodelo). Una tercera hipótesis dice que el mimetismo imperfecto beneficia a los individuos que están genéticamente relacionados porque al depredador se le hará más difícil discriminarlos, sobre todo cuando hay una mayor abundancia de imitadores. Una cuarta hipótesis dice que un mejor mimetismo podría afectar otras capacidades del organismo, por ejemplo: su capacidad reproductiva. Y una quinta hipótesis (selección relajada) dice que hasta cierto punto el mimetismo es eficiente, refinarlo no trae un beneficio selectivo al organismo.
Para dar una respuesta definitiva a este fenómeno, un grupo de investigadores canadienses liderados por la bióloga Heather Penney de la Universidad de Carleton, hicieron un análisis comparativo de todas estas hipótesis que de alguna forma tratan de explicarlo. Según el estudio publicado hoy en Nature, los depredadores imponen una menor presión selectiva sobre los insectos con poca fidelidad mimética cuando estos son más pequeños.
Penney y sus colaboradores no hallaron evidencias que respalden las dos primeras hipótesis. Tanto los humanos como los pájaros encontraron semejanzas entre los sírfidos y sus respectivos modelos himenópteros, y no hallaron características miméticas típicas de dos o más modelos a la vez. La tercera hipótesis también fue descartada porque la precisión mimética no disminuye con el aumento de los imitadores, sino todo lo contrario.
Lo que los investigadores encontraron fue que los sírfidos más grandes tienden a ser mejores imitadores. La explicación es que siempre los depredadores optarán por presas grandes. Esto quiere decir que los sírfidos más grandes estarán sometidos a una mayor presión selectiva y tendrán que desarrollar disfraces más fidedignos para poder evadir a sus atacantes. En cambio, los sírfidos más pequeños no ofrecen una gran recompensa por el riesgo que corren los depredadores al devorarlos, así que la presión selectiva sobre ellos será menor permitiendo su permanencia en la naturaleza.
La última hipótesis (presión relajada) es la que predice mejor estas observaciones. Sin embargo, no podemos descartar la cuarta hipótesis. Podría ser que para mejorar la perfección del mimetismo se tenga que pagar un costo muy alto que podría afectar otras funciones importantes para el organismo.
Referencia:
Penney, H., Hassall, C., Skevington, J., Abbott, K., & Sherratt, T. (2012). A comparative analysis of the evolution of imperfect mimicry Nature, 483 (7390), 461-464 DOI: 10.1038/nature10961
Imagen: http://www.commanster.eu/commanster/Insects/Flies/Syrphidae3.html
0 comentarios:
Publicar un comentario
Se respetuoso con tus comentarios y críticas. Cualquier comentario ofensivo será eliminado.