¡Cómete las %!&#! verduras!… Cuantas mamás no reniegan cada día porque sus hijos no quieren comer sus verduras, pero, esto tal vez se deba a que ellas, mientras estaban embarazadas, no lo hacían. Un estudio publicado hoy en la revista Proceedings of the Royal Society B muestra que la descendencia de las ratonas, que han sido alimentadas durante la gestación con alimentos ricos en olores a cerezas y menta, continúan prefiriendo estos olores cuando crecen; mientras que la descendencia de aquellas ratonas que fueron alimentadas con una dieta blanda, no muestran preferencia alguna por los olores a cerezas o menta.
Debemos recordar que muchos de los sabores que sentimos se deben principalmente al sentido del olfato y no del gusto. Esto lo podemos comprobar fácilmente. Primero nos tapamos la nariz y luego probamos un poco de té y un poco de café, les aseguro que no podrán disntinguir la diferencia entre ellos. Esta técnica puedes usarla si debes tomar algún remedio que tiene un sabor muy desagradable, simplemente tápate la nariz y procede a beberlo.
Cuando se expone a los ratones a estos olores in utero, puede promover el desarrollo neuroanatómico del bulbo olfativo, lo cual podría influir en la percepción de estos olores una vez se nazcan y se empiezan a desarrollar.
Para realizar este estudio, los investigadores liderados por la Dra. Josephine Todrank de la Universidad de Colorado, diseñaron un ratón que tenía los receptores olfativos marcados con una proteína fluorescente, la GFP (Green Fluorescent Protein). Cuando exponían a las ratonas a estos olores durante la gestación y/o la lactancia, los receptores olfativos se activaban, los cuales fueron monitoreados gracias a la activación a la fluorescencia emitida por la GFP.
Con ayuda de la fluorescencia pudieron determinar el tamaño de los glomérulos del bulbo olfativo (región del cerebro responsable del procesamiento del olor), que es donde las neuronas sensoriales olfativas se unen a los receptores olfativos que transportan la señal al cerebro a través del nervio olfativo.
Los investigadores encontraron una relación significante entre en el tamaño de los glomérulos y el tratamiento con lo olores durante la gestación y la lactancia. Cuando los ratones fueron sometidos a los olores, los glomérulos eran más grandes en aquellos que recibieron el tratamiento durante la gestación en comparación con aquellos que no recibieron (control). Y por si fuera poco, su preferencia por estos olores también aumentó.
Cuando los glomérulos son más grandes hace que los ratones detecten y discriminen estos olores de mejor manera, y esto les ayudaría a escoger los alimentos más apetitosos en base a los olores que les resultan familiares.
Desde el punto de vista de la descendencia, esto sería una buena estrategia evolutiva, porque tendrán una mayor preferencia por comer aquellas cosas que comía su madre, ya que es más probable de que sean seguras. Y como los mamíferos presentan un desarrollo del sentido del olfato similar, es probable que funcione de la misma manera para otros, incluso para los humanos.
Si bien no quiere decir que funciona de la misma manera para los humanos, la verdad no pierdes nada intentando comer más verduras y otras cosas saludables, tal vez te ahorres muchas horas de disgusto con tus hijos por no comer sus verduras.
Referencia:
Todrank, J, Heth, G, & Restrepo, D (2010). Effects of in utero odorant exposure on neuroanatomical development of the olfactory bulb and odour preferences Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences DOI: 10.1098/rspb.2010.2314
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