Cuántos no quisieran publicar su primer artículo en una revista científica importante, una con un buen factor de impacto que les sirva mucho para su currículo. Unos niños de la Escuela Primaria de Blackawton (Devon, Inglaterra) hicieron una interesante investigación en abejas, que será publicada en la prestigiosa revista inglesa Biology Letters, la cual tiene un factor de impacto bastante respetable (3.521). Si bien la investigación estuvo bajo la supervisión del neurocientífico Beau Lotto de la UCL (University College London), todo el artículo —a excepción del resumen— fue redactado por los niños, incluso las figuras y las tablas fueron desarrollados por ellos.
Acabo de leer el artículo y la verdad es bastante gracioso. Por ejemplo la introducción comienza con un “Once upon a time…” (Érase una vez….). La historia El artículo empieza con una curiosidad de los niños por saber si los animales son inteligentes, no sólo los monos, donde la mayoría de los experimentos se hacen por ser similares a nosotros, sino en las abejas. Lotto les dijo que se pusieran en los ojos de las abejas y se hicieran preguntas acerca de ellas.
Los niños, como era de esperarse, estaba llenos de preguntas, pero finalmente decidieron por saber si las abejas podían aprender a usar las relaciones espaciales entre los colores para determinar cual de las flores tendrían agua con azúcar dentro de ellas y cuales tendrían agua con sal. La importancia de esta investigación —según reportan los niños— es que en la naturaleza hay flores que son malas para ellas, mientras que otras si tienen el preciado néctar, así que debe ser importante para las abejas saber cómo reconocerlas.
Los niños usaron abejas de las especie Bombus terrestris para quienes le diseñaron un área donde realizar sus experimentos. Dicha área estaba hecha de un cubo de plexiglás de 1m2, que tenía en las caras laterales las puertas de ingreso y en la parte posterior cuatro paneles luminosos. Cada panel estaba cubierto por una capa de aluminio con 16 huecos de 8cm de diámetro, dispuestos en 4 filas y 4 columnas. Cada hueco tenían un pequeño orificio en el centro donde se pondría el agua con azúcar o el agua con sal, dependiendo de la prueba a realizar.
Primero entrenaron a las abejas para que aprendieran a tomar el néctar de los orificios en el panel luminoso. Para esto pusieron a las abejas dentro del cubo de experimentación y luego encendían el panel luminoso. Los 16 huecos se iluminaban con la luz blanca y todos tenían agua con azúcar. Las abejas aprendieron a tomar la recompensa y los niños las marcaron de diferentes colores, para separarlas por grupos, los cuales serían sometidos a diferentes experimentos. Para marcarlas y no ser picados en el intento, apagaron las luces y esperaron que dejaran de volar, luego las tomaban con una pinza, las ponían dentro de un tubo y las llevaban al congelador por unos minutos hasta que quedaran dormidas, en ese momento las marcaban.
Me causa mucha gracia que los niños cumplen con los comportamientos éticos en el trato a los animales ya que ponen: “No bees were harmed during this procedure.” (Ninguna abeja fue dañada durante este procedimiento).
Luego, experimentaron con colores. Cada panel expresaba un patrón diferente de colores, uno con los bordes con luces amarillas y el centro con luces azules, y otro al revés. Los cuatro paneles se ponían de manera indistinta, rotándolos de cada 10 a 40 minutos, para que las abejas no memorizaran donde esta el néctar que estaba ubicado en los cuatro huecos del centro.
Izquierda: Panel luminoso original. Derecha: Gráfico hecho por los niños usando lápices de colores
Con estos paneles, los niños quieren saber si las abejas se guían por los colores o por su disposición en el espacio para poder conseguir el néctar. Para su sorpresa, en el 90% de las veces las abejas se dirigían hacia las luces del centro —donde se encontraba el agua con azúcar— así sea amarillo o azul. Así fue como reportaron sus datos:
Para corroborar estos resultados, usaron los mismos paneles que en el experimento anterior, pero esta vez los 4 huecos centrales serían verdes. Si las abejas habían aprendido a reconocer donde está ubicado el néctar, deberían optar por las luces verdes. Sin embargo, las abejas eligieron los paneles centrales verdes en el ~30% de los casos, sugiriendo que lo que hacían era adivinar o preferir los colores azul y amarillo que les resultaban más familiares. Aunque, hubieron dos abejas que si aprendieron a ubicar el néctar en las luces centrales.
Luego hicieron un tercer experimento, en el cual las cuatro luces centrales que contenían el néctar las trasladaron a los 4 extremos del panel. De esta manera podrían saber si las abejas reconocían donde estaba el néctar en base a la ubicación de las luces o si lo hacían porque reconocían que color estaba presente en una menor cantidad. En este caso el 40% de las abejas se dirigieron hacia las esquinas, lo cual indica que las abejas podrían ubicar el néctar en base al color que está presente en menor número, ya que con un valor aproximado al 25% se considera que es al azar.
Como conclusión los niños reportaron que las abejas si pueden resolver acertijos y lo pueden hacer usando diferentes mecanismos para reconocer dónde está el néctar, unos más inteligentes que otros. Por ejemplo, las abejas que salieron exitosas de la prueba con los paneles centrales verdes, se guiaban por los colores ubicados en los bordes; mientras que las abejas que salieron exitosas en la prueba donde las luces centrales con el néctar se pusieron en cada esquina del panel, se guiaban por aquellos colores que se encontraban en menor cantidad.
En fin, es un estudio bastante interesante y fuera de lo común, con los controles y los experimentos bien establecidos, por esa razón pasaron el Peer Review y fueron aceptados por esta prestigiosa revista. Aunque el artículo fue mandado a Science, Nature, Current Biology y PLoS ONE, a quienes les pareció magnífica la idea pero decidieron no aceptarlo por carecer de referencias. Lotto dijo que los niños no se inspiraron en ningún estudio previo, es más, su investigación es inédita, nunca antes hecha (incluso por adultos). Otra crítica fue que no tiene análisis estadístico…. Pero yo pregunto ¿qué niño de 8 años sabe hacer un análisis estadístico?
Sin dudas este artículo quedará grabado como una gran anécdota científica y tal vez, dentro de unos 20 años, estos niños llegarán a ser unos científicos muy respetados.
Referencia:
Blackawton, P.S., Airzee, S., Allen, A., Baker, S., Berrow, A., Blair, C., Churchill, M., Coles, J., F-J Cumming, R., Fraquelli, L. Hackford, C., Hinton Mellor, A., Hutchcroft, M., Ireland, B., Jewsbury, D., Littlejohns, A., Littlejohns, G.M., Lotto, M., McKeown, J., O’Toole, A., Richards, H., Robbins-Davey, L., Roblyn, S., Rodwell-Lyn, H., Schenck, D., Springer, J., Wishy, A., Rodwell-Lynn, T., Strudwick, D. and Lotto, R.B. (2010). Blackawton bee. Biology Letters. [Advance online publication] doi: 10.1098/rsbl.2010.1056
Imágenes ©2010 R.Beau Lotto. Link: http://www.lottolab.org/index.asp
ANIMOS MUCHACHOS!! SIGAN ADELANTE... EXITOS..
ResponderBorrarATTE: UN ALUMNO DE BIOLOGIA DE LA UNALM