Quien no ha oído hablar de Richard Feynman, remarcable físico estadounidense, ganador del Premio Nobel de Física en 1965 por sus estudios de las propiedades e interacciones de las partículas sub-atómicas, miembro importante del Proyecto Manhattan y extraordinario profesor y divulgador científico. A parte de eso, fue un músico y pintor amateur.
Si bien Feynman participó de uno de los proyectos más atroces de la humanidad, ni él ni ninguno de los investigadores que participaron en el Proyecto Manhattan tienen responsabilidad alguna por lo que pasó después, simplemente, muchas veces los esfuerzos de los científicos no son aplicados en la dirección correcta. Sin embargo, lo que motivó a Feynman seguir trabajando en la bomba atómica era el miedo que sentía si Alemania lograba conseguirlo primero.
En ese entonces, obviamente, no existía el correo electrónico, toda la comunicación más formal y cercana se daba a través de cartas, las cuales tardaban entre días y semanas para llegar a su destinatario y otros días y semanas más hasta recibir la respuesta. Feynman se caracterizaba por enviar muchas cartas, todas ellas recopiladas en un libro llamado Perfectly Reasonable Deviations from the Beaten Track: The Letters of Richard P. Feynman. Entre todas esas cartas hay una realmente emotiva y es la que escribió a su primera esposa, Arline, con quien contrajo matrimonio sabiendo que ella sufría de tuberculosis, una enfermedad terminal por ese entonces.
Arline murió en junio de 1945 —casi al mismo tiempo en que Feynman y su equipo lograron obtener y probar la primera bomba atómica— pero la fecha a la cual está firmada la presente carta es de octubre de 1946, bastante extraño ¿cierto?. Esta carta la tuvo por mucho tiempo en su bolsillo, constantemente abierta y doblada, y esta es una reproducción de lo que decía [está en inglés, pero no creo que tengan problemas en entenderlo, aquí una traducción libre].
Leer esta carta te deja una extraña sensación, creo que hasta un poco escalofriante. En primer lugar porque es difícil pesar que una persona como Feynman, gran científico, que todo lo analiza desde un punto lógico y apegado siempre a la realidad, escriba de esta forma, tal como lo haría uno de esos cursis pseudo-poetas que abundan en la actualidad. Y en segundo lugar, porque leer una carta de esta forma te transporta imaginariamente hasta la fecha a la cual fue escrita, te hace pensar que se le pasaba a a Rich por la cabeza para tener guardada en su bolsillo una carta enviada para una persona muerta. Creo que esta es una de las cosas que demuestra que un ilustre científico es también un ser humano, con sentimientos y pasiones, con conflictos de intereses personales, pero que logró superar ya que después de un par de años contrajo matrimonio un par de veces más.
Vía | Culture of Science.
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