21 julio, 2011

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La cooperación promueve el reparto equitativo en niños pero no en chimpancés

Cuando alguien coopera contigo con la finalidad de conseguir algún tipo de recompensa siempre tenemos la tendencia a compartir el premio equitativamente. Algo que no ocurre si conseguimos la misma recompensa de manera individual o si nos llega ‘caída del cielo’. En el caso de los niños, podemos apreciar claramente que si a uno le damos muchos caramelos, éste se quedará con la mayoría de ellos y tal vez sólo comparta unos pocos con los demás. Pero, que pasaría si los caramelos los consigue de manera cooperativa con otro niño, ¿los compartirá equitativamente con su compañero o se quedará con la mayoría de ellos?.

Para responder esta interrogante, un grupo de investigadores liderados por la psicóloga Katharina Hamann del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva diseñaron una serie de experimentos para evaluar la equidad de distribución de una recompensa en niños de dos a tres años y en chimpancés. Los resultados fueron publicados el día de ayer en Nature.

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Para el primer experimento, los investigadores diseñaron un aparato [ver figura superior a] con un par de cuerdas saliendo por los costados (flechitas rojas) para que los participantes tiren de ellas a fin de acercar una tabla (flecha gruesa negra) con unos pequeños juguetes en sus extremos (bolitas negras). Los participantes sólo podrán tener acceso a la recompensa si ambos tiran cooperativamente de la cuerda.

Al iniciar el experimento hay dos pequeños juguetes en cada extremo de la tabla, pero una vez que uno de los participantes tire de la cuerda, uno de los juguetes rodará hacia el otro extremo (flecha punteada). Así que al final del experimento uno de los participantes (derecha) recibirá un sólo juguete mientras que el otro (izquierda) tres. Para el experimento control usaron el aparato b, en el cual los participantes reciben directamente su premio sin la necesidad de tirar de la cuerda, donde uno de los participantes recibirá tres juguetes mientras que el otro uno.

Los resultados mostraron que aquellos niños que conseguían los tres juguetes con la colaboración del otro niño eran mucho más equitativos y donaban en más ocasiones uno de sus juguetes al compañero menos afortunado; algo que normalmente no se observó en los niños del grupo control. Esto indicaría que al iniciar cada experimento, los niños ven que a cada uno les corresponde un determinado número de juguetes, y es este sentido de posesión el que podría influir en el reparto equitativo o no del premio al finalizar el experimento.

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Para que el sentido de posesión no sea determinante, diseñaron otro tipo de experimento. Esta vez los cuatro juguetes estarían juntos, pero aún así se requeriría de un trabajo cooperativo para obtenerlos (aparato c). Tal como en el experimento anterior, uno de los participantes obtendría tres juguetes y el otro uno solo. Para el experimento control usaron el aparato d y e. En el aparato d cada niño jalará un pequeño bloque de manera independiente, pero nuevamente uno de los participantes recibirá tres juguetes y el otro uno. La diferencia aquí es que el premio obtenido será por su propio esfuerzo. El aparato e es similar al control del experimento anterior, donde los participantes llegarán y recogerán su premio.

En este experimento, los niños de tres años nuevamente demostraron ser más equitativos cuando trabajaban juntos para obtener la recompensa que los niños que usaron los controles d y e. Sin embargo, en los niños de dos años, no hubo diferencias significativas entre los controles y el trabajo conjunto.

Finalmente, quisieron observar si nuestros parientes evolutivos más cercanos, los chimpancés, también mostraban este comportamiento social relativamente complejo. Si bien hay estudios que demuestran que los chimpancés colaboran entre sí cuando salen a cazar o a recolectar, no se sabe si tienen la capacidad de hacer distribuciones equitativas de lo que obtienen. Para ello diseñaron un aparato ligeramente más complejo (figura inferior) en el cual ambos chimpancés tirarían de una cuerda a fin de obtener una uva como recompensa (las uvas caerían una por una). Al tirar de la cuerda, la uva de un chimpancé caería en un punto más accesible para el otro chimpancé (flechas blancas). El punto donde cae la uva es un columpio, si uno tira del columpio hacia su lado recibiría el premio.

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En el experimento, el chimpancé afortunado será aquel que consiga primero las dos uvas y tendría la opción de obtener la tercera si tira del columpio, rompiendo así la igualdad. En las dos terceras partes de los casos, el chimpancé desafortunado inclinó el columpio hacia su lado inmediatamente para obtener el premio que le falta y en la otra tercera parte de los casos, el chimpancé afortunado tiró del columpio hacia su lado para obtener su tercer premio. En ningún caso se observó que el chimpancé afortunado empuje el columpio para darle la uva a su compañero desafortunado, a pesar que durante el entrenamiento aprendieron a hacer eso.

Y para corroborar los datos obtenidos en el experimento anterior, los investigadores modificaron el columpio de tal manera que el chimpancé desafortunado no tenga la capacidad de inclinarlo hacia su lado y acceder al último premio, así que recibirlo y mantener la igualdad estaría en manos del chimpancé afortunado. Bueno, como era de esperarse, en el 98% de los casos, el chimpancé afortunado tiró del columpio para su lado obteniendo tres uvas.

Estos resultados indican que a los dos años los niños aún no tienen una percepción del trabajo conjunto y cooperativo para obtener algo y esto no influye en su decisión de distribuir lo obtenido de manera equitativa. Por otro lado, los chimpancés no han adquirido ese comportamiento social durante su historia evolutiva. Sin embargo, la cooperación si es una característica social presente en muchos grupos de animales, ya lo vimos hace unos meses en el caso de los elefantes.


Referencia:

ResearchBlogging.orgHamann, K., Warneken, F., Greenberg, J., & Tomasello, M. (2011). Collaboration encourages equal sharing in children but not in chimpanzees Nature DOI: 10.1038/nature10278

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