La luz tiene una gran influencia sobre el tamaño del sistema ocular de los animales. Esto lo podemos apreciar claramente en los animales nocturnos (Ej.: búhos, jaguares, etc.), los cuales tienen ojos mucho más grandes en relación al tamaño de su cabeza. Una baja luminosidad requiere de córneas y pupilas más grandes, con una mayor densidad de fotorreceptores para mejorar la sensibilidad. Entonces, ¿vivir en zonas más aleadas del ecuador, donde los niveles de luminosidad y la duración de los días son menores, pueden influir en el tamaño de nuestros ojos?. Un par de investigadores de la Universidad de Oxford demostraron que esto es así según un artículo publicado hoy en Biology Letters.
Hay muchos estudios que han encontrado una relación directa entre el tamaño de los ojos y los niveles de luminosidad ambiental. Unos ojos más grandes permiten tener una mayor agudeza y sensibilidad gracias a que la córnea y las pupilas son más grandes, permitiendo un mayor paso de luz y aumentando el tamaño de la imagen que se forma en la retina.
Por otro lado, se sabe que a medida que nos alejamos del ecuador, los niveles de luminosidad —en términos de la cantidad de luz que incide sobre la superficie de la Tierra y la duración del día durante las estaciones invernales— se reducen proporcionalmente. Esto puede generar una fuerte presión sobre nuestra visión, ya que a mayores latitudes se pasan periodos de tiempo más prolongados con niveles de luminosidad muy bajos (penumbra). Así que los que viven en zonas más alejadas del ecuador necesitan de una mayor cantidad de conos —fotorreceptores que se activan con altos niveles de luminosidad— para tener una visión fotópica tan aguda como de los que viven en regiones ecuatoriales.
Para determinar si la latitud puede influir en el tamaño de nuestros ojos, los investigadores Eiluned Pearce & Robin Dunbar del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de la Universidad de Oxford analizaron y midieron la capacidad craneal y el volumen de la órbita ocular de 55 cráneos de adultos sanos que datan del siglo XIX los cuales forman parte de 12 poblaciones de diferentes partes del mundo.
Pearce & Dunbar encontraron una correlación positiva entre la latitud y el tamaño de la órbita ocular. Además, también encontraron una correlación positiva con la capacidad craneal, la cual está en función al tamaño del cerebro, lo que indicaría que el tamaño de los ojos y el volumen del cerebro aumentan a medida que se vive más alejado del ecuador. Los científicos descartaron que este aumento en el tamaño de la órbita ocular se deba a las temperaturas —las cuales disminuyen a medida que aumenta la latitud— ya que no encontraron una correlación alguna entre ellas. [Las bajas temperaturas requieren de tejidos con mayor cantidad de grasas, aumentando así el volumen de los ojos].
Por otro lado, esto no quiere decir que los que viven en regiones de mayor latitud son más inteligentes que los que viven cerca del ecuador ya que sus cerebros son ligeramente más grandes. Lo que ocurre es que unos ojos más grandes requieren de una corteza visual —región del cerebro encargada de interpretar la información visual— mayor, por lo tanto el cerebro será más grande en esta región, aumentando así su volumen. Este mismo efecto ha sido observado en los gatos domésticos, los cuales tienen las órbitas oculares y el córtex visual más pequeños en comparación a los gatos silvestres.
Referencia:
Pearce, E., & Dunbar, R. (2011). Latitudinal variation in light levels drives human visual system size Biology Letters DOI: 10.1098/rsbl.2011.0570
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