Creo que esta genial caricatura de Jorge Cham se merecía un espacio en el blog…
Creo que no hay nada que resuma mejor la vida de un investigador. Sin dudas, todos los que hemos optado por una carrera científica lo hicimos con el deseo de ser investigadores o científicos, para descubrir cosas nuevas, tratar de solucionar los problemas de salud y alimentación del mundo, mejorar la calidad de vida de las personas, explicarnos el por qué de las cosas, etc.
Sin embargo, todas estas ilusiones se derrumban al momento de entrar a investigar a un laboratorio. Si bien nos dan la libertad de escoger un tema de tesis cualquiera, si es que estos no se ajustan a los objetivos del laboratorio simplemente no podrás realizarlo porque te faltarán materiales y reactivos, así que terminas optando por el tema de tesis que te ofrece el profesor jefe del laboratorio.
Una vez que somos profesionales y conseguimos un puesto en una universidad como profesor auxiliar también creemos que ahora sí podremos investigar en lo que queramos pero muchas veces no ocurre eso y tenemos que aceptar las líneas de investigación establecidas por la Comisión Académica o los Jefes de Departamento. Sin dudas, lo que más quisieras en ese momento es ser el jefe del laboratorio o centro de investigación para que finalmente puedas investigar lo que realmente quieras.
Después de unos años como profesor auxiliar y luego como profesor asociado, por fin alcanzas una plaza como profesor principal, y te asignan como jefe de uno de los laboratorios de la universidad. Sin embargo, una vez que llegas a esta posición te das cuenta que tu investigación debe ajustarse a los lineamientos que te ponen la Comisión de Subvenciones y Presupuesto de la Universidad o de las Fundaciones Nacionales e Internacionales. Es en este momento donde viene otra gran verdad, inmortalizada por otra de las geniales caricaturas de Cham, donde uno puede investigar lo que realmente quiere variando un poco el ciclo de las subvenciones
Luego pasas tus años como profesor principal, años en los que seguramente ganas tanto prestigio que ya no investigas y simplemente pones tu nombre en los artículos científicos hechos por tus alumnos o investigadores de tu laboratorio para que se aseguren que sus trabajos sean publicados en las revistas de mayor impacto, y poco a poco vas envejeciendo, tus facultades cognitivas van deteriorándose y cuando ven que ya es momento de que te retires para dar la oportunidad a otro investigador, te nombran Profesor Emérito.
Bueno, creo que en este punto ya tienes todo lo ganado todo el respeto necesario para que investigues cualquier cosa que te de la gana; sin embargo, el tiempo que tengas ya no será suficiente y llegará la inevitable hora de tu muerte. Ahora si podrás “Investigar en Paz” [RIP: Research In Peace]… en el cielo, aunque muy probablemente los científicos —sobre todo los biólogos— no vayamos al cielo una vez muertos. [¿A dónde van los biólogos cuando mueren?].
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