Hasta el día de hoy, los científicos no han podido determinar el origen evolutivo de nuestro linaje, en otras palabras, cómo se dio la transición del Australopithecus al Homo. Unos fósiles descubiertos en el año 2008, en una cueva de Sudáfrica, parecían tener la respuesta. Tras el descubrimiento de estos fósiles, la comunidad científica se encontraba muy excitada, ya que se trataba de un homínido que vivió hace unos dos millones de años, cerca al periodo en el cual se cree que se dio dicha transición.
Según el reporte de Berger et al. que apareció hace un año en Science, este homínido al cual llamaron Australopithecus sediba, tenía características típicas tanto de los Australopitecos como de los Homo. Por ejemplo, su cavidad cerebral era muy pequeña (sólo 420cc) y su estatura era baja (1.3m) comparado con el de los Homo. Por otro lado, sus brazos eran muy largos, la cual es una de las principales características de los Australopitecinos. Sin embargo, sus dientes eran pequeños, sus pómulos poco pronunciados, nariz ancha, piernas largas y pelvis estrecha, las cuales son características propias del los Homo. Lo único seguro es que nosotros —los Homo— descendemos del algún Australopitecino.
Uno de los principales problemas para considerar a A. sediba como nuestro antecesor directo es que vivió hace unos dos millones de años; cuando el Homo rudolfensis ya habitaba la tierra, hace unos 2.3 millones de años. Por otro lado, en el reporte de Berger et al. sólo se consideraron los fósiles de dos individuos, los cuales estaban incompletos en un gran porcentaje, lo que dificulta mucho la toma exacta de mediciones.
Esta semana, Beger & De Ruiter presentaron nuevas evidencias que respaldan su hipótesis de que A. sediba podría ser nuestro ancestro directo, gracias al descubrimiento de fósiles de dos individuos más en la misma cueva, uno correspondiente a un niño entre 12 y 18 meses y otro posiblemente de un adulto. Estos nuevos fósiles les permitieron a los investigadores observar el desarrollo de A. sediba desde niño hasta adulto, según expusieron en el LXXX Encuentro Anual de la Sociedad Americana de Antropología Física.
Berger & de Ruiter observaron que las mismas características que hacían a A. sediba similar a los Homo —presentadas en el artículo del 2010 en Science— se mantenían en estos dos nuevos fósiles. Esta vez, los investigadores hicieron un estudio mas exhaustivo del cráneo, tomando una imagen endocraneal mediante un sincrotrón, y observándose que la parte frontal de éste era muy similar al de los Homo, lo que sugiere que la reorganización del cráneo y el aumento global del tamaño del cerebro no se pudo dar al mismo tiempo, tal como antes se creía, ya que A. sediba posee una pelvis similar a los Homo a pesar de que sus cerebros eran chiquitos.
Lo que las actuales teorías dicen es que fue el aumento gradual del cerebro quien impulsó la modificación de la pelvis de las hembras para que permitieran el paso de una cabeza cada vez más grande. Pero según los resultados previos de Kristian Carlson de la Universidad de Indiana y colaborador de Berger, primero se modificó y reestructuró el cráneo y luego se expandió el cerebro,
Pero, el principal inconveniente que tiene A. sediba para ser considerado como nuestro ancestro directo es que vivió cuando ya habitaban los primeros Homo en la Tierra. Lo que si puede ser lógico pensar es que A. sediba es una nueva especie de los australopitecinos que apareció después de que los Homo lo hagan, y podría ser considerado como el último representante de la línea evolutiva de los Australopithecus.
Vía | WiredScience, Scientific American & Science NOW.
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