Cuando vemos una planta, creemos que son los seres vivos más aburridos del mundo, ya que son sésiles, no nos divierten, y no mueven sus hojas si están felices. Sin embargo, a pesar de que parezcan inanimados, presentan muchas actividades sociales típicas de los humanos. Aquí haremos un pequeño recuento de aquellas que hacen que las plantas actúen como personas:
Las plantas escogen a sus parejas. Algunas especies de plantas son bastante selectivas con sus parejas. En primer lugar, no aceptan un polen de una especie diferente; aunque, en muchos grupos de orquídeas es común encontrar híbridos interespecíficos y hasta intergenéricos. Y en segundo lugar, ciertas especies donde sus flores son hermafroditas —flores con los órganos reproductores masculinos (estambres) y femeninos (pistilos)— evitan ser fertilizadas por su mismo polen, a través de un mecanismo conocido como autoincompatibilidad, esto con el fin de aumentar su variabilidad genética al cruzarse con otros individuos menos emparentados.
Las plantas son farsantes. Tal como en los humanos hay personas que se hacen pasar por otras o inventan tener algún tipo de característica especial para poder ligar con alguien del sexo opuesto; las plantas también tienen sus estrategias de engaño para poder ser polinizadas. Por ejemplo, hay orquídeas que forman flores que se asemejan a la mantis religiosa o a ciertas moscas, y no sólo eso, tienen la capacidad de secretar sustancias similares a las feromonas liberadas por estos insectos, para poder engañarlos, atraerlos hacia ellas y poder diseminar su polen en plantas que se encuentran más alejadas.
Las plantas están en guerra. Tal como cualquier ejército desarrolla estrategias de defensa para evitar el ataque de sus enemigos. Las plantas del género Passiflora —al cual pertenece la maracuyá— puede desarrollar unas protuberancias llamadas estípulas que se asemejan a los huevecillos de ciertas mariposas. Esto lo hacen porque las mariposas del género Heliconius depositan sus huevos en dichas plantas, que cuando se desarrollan y forman las orugas, empiezan a comérsea. Pero, cuando la mariposa ve que la planta “ya tiene huevos de otras mariposas”, se ve desanimada a depositar sus huevos para mejorar las chances de supervivencia de su propia descendencia, y buscan otra planta que esté disponible.
Las plantas se hacen las enfermas. Esto es un clásico en los niños que, por no ir al colegio ya que no hicieron la tarea o tienen un examen para el cual no han estudiado, inventan tener algún dolor o malestar. La oreja de elefante (Caladium steudneriifolium) es susceptible al ataque de las larvas de las polillas, que al desarrollarse en orugas, devoran ferozmente todas sus hojas. Entonces, para evitar esto, la planta desarrolla una variegación en la hoja (imagen de la derecha), que la hace parecer a una hoja que ya ha sido devorada por una oruga anteriormente (imagen de la izquierda), de esta manera, las polillas evitan depositar sus huevos en estas hojas.
Las plantas son sensibles. Hay plantas que cuando las tocas o les pegas, se recienten contigo y se cierran, un claro ejemplo es la Mimosa pudica. Esta especie usa este mecanismo como defensa para evitar que sus hojas sean infestadas por huevos o larvas de otros insectos.
Las plantas lloran. Cuando una persona se encuentra en una situación estresante y necesita ayuda, muchas veces por la desesperación empieza a llorar. Por ejemplo, el pallar (Phaseolus lunatus) cuando es atacado por una araña de la familia Tetranychidae, secreta un líquido —tal como nosotros liberamos las lágrimas— el cual está compuesto por sustancias que atraen a los depredadores de la araña, de esta manera se libera del problema.
Las plantas tienen “wachimanes”. Cuando un ratero ha entrado a un vecindario, el vigilante actúa rápidamente alertando a los vecinos y llamando a la policía. Lo mismo hace la Artemisia tridentata, que cuando sus hojas empiezan a ser devoradas por los insectos, emite unas sustancias volátiles que alertan a las plantas vecinas, como las plantas de tabaco, para que activen sus mecanismos de defensa y hagan frente contra la plaga.
Vía | NewScientist.
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