11 abril, 2011

Se encuentra la respuesta al problema de Molyneux

Imaginen esta situación: Un ciego de nacimiento, que es capaz de reconocer los objetos de su entorno con las manos —a través del tacto— un día logra recuperar la vista; entonces, ¿podrá reconocer los mismos objetos con solo mirarlos?. Parece una pregunta capciosa, ¿cierto?…

Esta interrogante fue planteada a fines del siglo XVII por William Molyneux, y hasta ahora no ha podido ser resuelta y ha caído más en discusiones filosóficas que científicas, por lo difícil de diseñar un experimento que pueda explicarla. Si la respuesta a la interrogante es positiva significaría que el conocimiento y percepción del espacio y las formas es a priori (un conocimiento innato). Por otro lado, si la respuesta es negativa, indicaría que el conocimiento y percepción del espacio y las formas requiere de experiencias de asociación entre los sentidos (un conocimiento empírico).

En 1979, Meltzoff & Borton trataron de llegar a la respuesta estudiando la asociación de las formas percibidas con el tacto y con la visión en bebés entre 6 y 12 meses. Al realizar el estudio, los investigadores observaron que los neonatos eran capaces de escoger —entre dos opciones— aquel objeto que previamente habían sentido por medio del tacto. Sin embargo, este experimento tuvo muchos problemas de reproducibilidad, quedando sin validez científica porque muchas de las respuestas acertadas fueron producto del azar.

Entonces, ¿cuáles serían las condiciones críticas que se deberían tomar en cuenta para dar una respuesta al problema de Molyneux? 

  1. Que los participantes que serán seleccionados para el estudio tengan una ceguera congénita (de nacimiento), la cual debe ser tratable,
  2. Que los participantes sean lo suficientemente maduros como para poder dar respuestas consientes y razonadas para dar reproducibilidad al estudio y descartar el azar,
  3. Que los dos sentidos en cuestión —tacto y visión— sean completamente funcionales después del tratamiento, ya que la recuperación de la capacidad óptica del ojo no garantiza que las señales visuales sean correctamente usadas.

Científicos norteamericanos e indios, liderados por el Dr. Richard Held del MIT, pudieron llegar a responder este eterno dilema gracias a la colaboración de cinco participantes indios, entre 8 y 16 años, que recuperaron la vista tras ser sometidos a una cirugía. Los participantes no pudieron asociar las formas percibidas con el tacto —antes de la operación— con las formas percibidas con la vista —después de la operación— pero sí aprendieron a hacerlo rápidamente según reportaron ayer en Nature Neuroscience.

Imagen: Pawan Sinha

Los investigadores fueron a la India porque, en Estados Unidos, la ceguera congénita curable es tratada a muy temprana edad, lo que haría imposible hacer el experimento por no cumplir con una de las condiciones críticas propuestas para dar la respuesta definitiva al problema de Molyneux. En cambio, en un país en vías de desarrollo como la India, donde el sistema de salud pública no es el más adecuado, se puede tener jóvenes con ceguera curable con una edad ideal para realizar la investigación. Gracias a la ayuda del Proyecto Prakash, se pudo realizar la cirugía a cinco jóvenes entre 6 y 17 años brindando la oportunidad única para encontrar una respuesta a este prolongado dilema.

Held et al. diseñaron 20 pares de bloques con formas tridimensionales sencillas, muy parecidas a los bloques de LEGO® (Figura a). Estos bloques estaban diseñados de tal manera que cada par era similar al otro —en forma— pero con algunos pequeñas diferencias de relieve.  Luego diseñaron tres experimentos (Figura b).

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  • En el primer experimento, se le daba al participante uno de los bloques para que lo toque y lo sintiera por un rato. Luego, se le daba el mismo bloque con su par (distractor), en orden indistinto, y se le pedía que eligiera el primer bloque que le habían presentado, para así determinar si era capaz de discernir entre uno y otro a través del tacto.
  • En  el segundo, se hacía lo mismo que el primero, pero esta vez, con la vista. Se le presentaba en una mesa uno de los bloques para que lo analizara con la vista. Luego, se le ponía el mismo bloque con su par y se le pedía que eligiera el objeto que observó primero, esto con el fin de ver si era capaz de discernir entre uno y otro a través de la vista.
  • Para el tercer experimento —el más importante— se hizo un cruce. Se le dio uno de los bloques para que lo analizara con las manos y luego se le presentaba, en una mesa, el mismo objeto con su par, para que eligiera el que había tocado, pero esta vez tenía que identificarlo con la vista.

Dos días después de haber sufrido la operación, los cinco participantes fueron sometidos a estos experimentos. Los resultados mostraron que tanto en el primer experimento (Tacto-Tacto) y el segundo experimento (Visión-Visión), los participantes eran capaces de discernir entre uno y el otro, casi en el 100% de los casos, aunque ligeramente menor el porcentaje de acierto en el segundo (~92%) que en el primer experimento (~98%). Sin embargo, en el tercer experimento (Tacto-Visión), la eficiencia de la prueba alcanzó sólo el 58%, siendo significativamente menor a los dos primeros experimentos.

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Sin embargo, los participantes aprendieron a asociar las formas percibidas tanto con el tacto como con la visión en tan sólo 5 días, sin ningún entrenamiento durante esos días, tan sólo con una experiencia visual del mundo real. Así que estos resultados muestran que la respuesta más probable al eterno problema de Molyneux sea negativa, o sea, la persona necesita de una experiencia previa (conocimiento empírico) para poder asociar las formas percibidas con el tacto con las formas percibidas con la vista.


Referencia:

ResearchBlogging.orgHeld, R., Ostrovsky, Y., deGelder, B., Gandhi, T., Ganesh, S., Mathur, U., & Sinha, P. (2011). The newly sighted fail to match seen with felt Nature Neuroscience DOI: 10.1038/nn.2795

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